Rough

Capítulo 15

Emily

Me recostó suavemente sobre el colchón teniendo cuidado con mi cabeza, con una mano sobre mi nuca y otra sobre mi cintura, mientras aún su boca estaba sobre la mía. Mis brazos rodeaban su cuello, acercándolo un poco más a mí, como si fuera posible.

Nuestros cuerpos se encontraban haciendo fricción, haciéndolo casi insoportable. Mis manos se enterraron en su cabello al mismo tiempo en el que lo besaba con más fervor. Dirigí mis besos a su cuello, mordiéndolo antes de devolver mi mirada hacia su rostro para buscar sus ojos avellanas. Gimió.

—Alex— susurré. Nos levantó y se sentó  para ponerme a horcajadas sobre él. Sus brazos rodearon mi cintura como si me envolviera en un abrazo posesivo, apretado pero acogedor al mismo tiempo, acercándome a él lo mayor posible, uniéndome a él de una forma aún más íntima antes de alentarme con una mirada.

Mis manos fueron a su rostro y mi mirada a sus labios para morderlo dejando un beso, como mi extraña manía.

Hablé sobre sus labios y mordí mi labio inferior. Gimió.

Con su pulgar tiró mi labio de entre mis dientes y lo mordió en su lugar, arrancándome un gemido.

Con sus manos en mi cadera me alzó, haciendo que luego de tanto erotismo casi insoportable, se unieran nuestros cuerpos. Gemimos.

Mis manos se dirigieron a su cabello, al mismo tiempo que nuestros cuerpos se movían sincronizados. Nos besamos nuevamente mientras ahogábamos jadeos.

—Alex— susurré. Nos recostó nuevamente en la cama y se puso sobre mí, sin despegar nuestra unión. Entró lentamente, otra vez. Segundo a segundo, haciéndome casi colapsar. Terminó con una fuerte estocada para repetir el movimiento volviendo a entrar suavemente. Mordí el lóbulo de su oreja.

Gemí. Alexander  fue aumentando solo un poco la intensidad.

—Otra vez— susurró él besándome.

Dije su nombre al mismo tiempo en el que nos mirábamos fijamente, inhalando el aliento del otro, volviendo el momento aún mas erótico.

— Más fuerte, Alex— casi supliqué. —Quiero a mi Bestia— le dije.

—¿Tuya?— replicó.

—Mío— respondí.

—Mía— me besó.

La intensidad de sus movimientos fue aumentando aún más. Comencé a sentir el remolino en mi vientre y la contracción de mis músculos cuando comenzaba a sentir que no podría más. Me abracé más a él, acoplándome a sus movimientos.

Entraba y salía con fuerza, besaba mi pecho, subía a mi cuello y terminaba en mi boca. unos, dos, tres veces más antes de aferrarse con fuerza a mi cadera y morder y besar mi boca como si no hubiera otra oportunidad. Estaba en la cima.

—¡Alexander!—grité. Escuché mi nombre y un fuerte gemido antes  de sentirlo explotar conmigo. Me aferré a su cuello tratando de calmar mi respiración y afrontar lo fuerte y alucinante que fue lo que acababa de pasar.

Dejó caer su peso sobre mi por un segundo, para luego darnos vuelta y ponerme sobre su pecho, con su mano en mi espalda y el otro brazo sobre sus ojos. Yo también cerré los míos.

Tardé un rato más en calmarme y acompasar mi respiración y poner en orden mis pensamientos, mas de unos cuantos minutos. Esa definitivamente había sido la mejor de todas las veces que había estado con Alex, no sé aún si se trataba de porque ahora ese hombre era totalmente mío o no, pero se sintió como nunca.

Abrí lentamente los ojos para ver si se había dormido. Me sorprendió mirar hacia arriba y darme cuenta de que me miraba a mí. No apartó su mirada cuando lo descubrí, lo que me causó un retortijón en el estómago.

—Pensé que dormías—  dije. Quise levantarme para no incomodarlo, pero volvió a sorprenderme cuando me acercó a él nuevamente.

—Yo pensaba lo mismo—  me dijo. Tomó su teléfono y vió la hora. —Son casi las 3 de la madrugada, Emily— volvió a poner su teléfono en la mesa.

Tomó nuevamente las sábanas y nos arropó, metió su cara en mi cuello y rodeó mi cintura con su brazo. Supongo que quería descansar.

—Duérmete— dijo— nos espera un largo viaje.





 

—¿Cuando  me ibas a decir que me jodidamente traerías a Brasil?— dije sonriendo mientras miraba la asombrosa ciudad de Sao Paulo por la ventana del Ferrari.

—Era una sorpresa, Em— dijo. Estaba dándole instrucciones por teléfono a alguien en un perfecto portugués.

Eu amo Brasil—  susurré. Alex me sonrió.

—Lo sé.

Continuamos hasta llegar a el hotel donde nos quedaríamos. Afortunadamente también dominaba el idioma, más que todo por gusto y fascinación, pero hasta ahora, por mucho que quise, no había tenido la oportunidad de viajar a éste país.

Las personas se movían de aquí para allá tan contentas que lo contagiaban. Sonreí.

—¿Qué hotel es?— pregunté.

—Es otra propiedad—reímos. Continuamos el camino hasta llegar. Alex se veía realmente apuesto con la alianza de oro haciéndose notar cada vez que sus manos se movían por alguna acción con  el volante. Lo miré fijamente.

—¿Qué?—dijo. Sonreí. No le respondí.

Volteó a verme y devolvió rápidamente su mirada a la carretera.

—Sé que soy apuesto, pero si me miras así me intimidas— dijo concentrado.

—¿Te intimido?— dije.

Se quedó callado. Ni él me respondería y yo tampoco. No le diría que era una de mis visiones favoritas, no ahora.

Coloqué música y nos quedamos tranquilos hasta que estuvimos en el lugar. Los trabajadores subieron el equipaje a la habitación de Alex en el último piso y nosotros nos dirigimos al restaurante del Rough Hotel do Sao Paulo, donde nos esperaba un desayuno completo de bienvenida.

En la mesa se encontraba una tarjeta muy elegante que nos felicitaba a ambos por nuestra reciente unión, dimos las gracias y nos sentamos en los lugares que habían dispuesto para nosotros, uno al lado del otro. Saqué mi cámara para la primera foto de la luna de miel.



#3205 en Novela romántica

En el texto hay: amor, empresario, rough

Editado: 28.07.2021

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