Rough

Capítulo 16

Emily Syer

—¿Lo viste?— susurró una de las chicas. Yo me encontraba haciendo de las mías en una de las cabinas del baño del pub que Alexander y yo estábamos frecuentando hoy, mientras él pedía unas bebidas para ambos.

Obligarlo a venir creo que sería la expresión correcta para describir el porqué él me acompañó. Funcionó a la perfección cuando le dije que pensaba ponerme un vestido corto.

Terminó vestido jovialmente para acompañar a su tremenda esposa, según él, aunque con su habitual cara-de-culo.

—¡Qué hombre tan jodidamente caliente, chicas!— escuché.

—Se nota con aires de dinero— susurró una, aunque fuerte. —y no lo vi acompañado cuando entramos.

—Me le acercaré— dijo una. —no perderé la oportunidad con un hombre que aparte de guapo, viste con un Rolex. —oh, pensé. Él único que podía ser guapo, estar solo ahora y vestir un reloj tan lujoso es Alex.

En éstos momentos agradecía enormemente el entender el portugués.

—Es mío— dijo una—Yo lo vi primero—les replicó. Salí de la cabina y me acerqué al tocador donde ellas se encontraban para arreglar mi cabello, cuando perfectamente se podía ver la alianza que mostraba que estaba casada. No dije nada, solo las miré con una sonrisa aireada y salí para encontrar a Alex esperando por mí sentado en la barra, vestido con Jeans negros, camisa de botones del mismo color, con los primeros sin abrochar, y con una sonrisa arrebatadora.

—¿Por qué la felicidad?— me preguntó cuando tomé de mi trago. Abrió un poco sus piernas y poniendo una de sus manos en mi cintura me atrajo hacia él. Mi mano se metió debajo de su camisa mientras me cercaba a él y dejaba un beso en su boca.

—Soy la chica más envidiada de la noche—le dije.

—¿Tú crees?—me respondió. —Hay unos cuantos que están acabando con mi paciencia— me dijo volviendo a su habitual semblante.

Sonreí.

—Oh, si supieras— suspire.

Las chicas que estaban anteriormente en el baño salieron, con una de ellas al frente dirigiéndose a la barra.

El semblante de la primera cayó al verme a mí junto al magnate.

Hice un baile de la victoria en mi mente.

Esperaba que se diera cuenta de la alianza que él también portaba, porque con mis recientes descubrimientos sobre mis sentimientos, no dudaba en que iba a ser una de las mías con cualquiera que se atreviera a insinuársele a Alexander.

Ni de coña iba a dejar que eso pasara.

Es mío, idiotas.

Alex me tomó de la mano y nos llevó al centro de la pista, donde me tuvo sujeta a él, roce con roce, todo el tiempo que estuvimos bailando.

El ser amigos, pareja, confidentes, era lo que nos permitía pasar tan bien el tiempo.

Nos movíamos sincronizados en una canción con ritmo urbano. Su mano estaba en mi espalda baja, y él me cantaba al oído, nada mal, debo decir.

Uno de mis brazos lo rodeaba del cuello mientras tenía la bebida en mi otra mano.
Volvió su rostro hacia mí, con su expresión habitual que a mi ya no me incomodaba.

Había aprendido a quererlo.

Le di un beso corto a sus labios pasivos y sonreí.

Así éramos.

Diferentes.

-

Olha a ...explosão— comenzó a sonar un funk brasilero que yo amaba con locura. Alexander obviamente no lo bailaba conmigo, era más para las chicas con Bunda. Reí al ver su expresión cuando comencé a moverme contra él.

—Estamos en Brasil, bestia. ¡Tienes que bailarlo!—lo incité. Negó con la cabeza y me tomó de la mano. Volví a reírme.

—Oh, no me vas a sacar de aquí hasta que por lo menos termine la canción—le reclamé.

siguió caminando sin prestarme atención.

—No esperes bailar de esa forma y que yo deje que todos te vean, Demonio, porque estás muy equivocada— dijo serio. Apretó mi mano para callar cualquier réplica.

...Igualmente me sacó de ahí.

Qué noche.

-

Desperté sintiendo la presión del brazo de Alex rodeando mi cintura y su torso pegado a mi espalda. Sentí su respiración en mi cuello, compasiva, tranquila.

Me di vuelta y me acomodé sobre su pecho e intenté volver a quedarme dormida.

Brasil ha sido una experiencia perfecta para mí, para los dos. Teníamos que volver pronto a nuestras labores y realmente no quería.

No quería tener que aguantar más preguntas, insinuaciones, la no tranquilidad.

Suspiré.

La mano de Alex comenzó a subir desde mi espalda baja hasta hasta el inició de mi cuello, estremeciéndome.

—Buenos días— susurró.

—Hola— le respondí.

Tomó mi mano y besó justamente donde se encontraba la alianza de oro. Lo miré sin decir nada, solo concentrándome en el calor que comenzaba a sentir en mi pecho cuando hizo el gesto. Verlo así, tan relajado, me hacía emocionarme sin saber razones.

Él no era una Bestia.

—El día que te conocí nunca pensé que llegaríamos a esto— le susurré. —ni siquiera pensé que volvería a verte. —posé mi cabeza nuevamente sobre su pecho, justo sobre el león que tenía tatuado en la izquierda, sobre los latidos de su corazón.

—debe ser por eso que me diste el café— susurró— yo tampoco pensé eso nunca.

nos quedamos callados.

—¿Si te das cuenta de que las cosas nunca serán iguales, cierto?— le dije.

—lo sé —dijo— pero tomamos el riesgo, y no hay vuelta atrás— me miró con un astibo de sonrisa. —No te daré el divorcio nunca— bromeó.

si él supiera que si por mí fuera nunca lo pediría.

—¿No te arrepentirás?—le pregunté.

—Ya sabía que a veces roncas, Emily, y lo acepté—me dijo. Sonreí.—No. —me contestó.

No dijimos nada.

—¿Tú lo harás?— me preguntó.

—¿Qué cosa?

—Arrepentirte.

Lo pensé muy bien. No sabía qué respuesta dar sin dejar salir todo.

—No, Alex. No lo haré.

Bajó su rostro para capturar mis labios en un beso lento.



#2383 en Novela romántica

En el texto hay: amor, empresario, rough

Editado: 28.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.