Rough

Capítulo 2


La respiración se me cortó cuando vi que era él quien pasaba la puerta. De pronto todos los acontecimientos hacían click en mi cerebro. Lo que había escuchado ayer coincidía completamente con lo que hoy estaba pasando y la reunión que él quería que se diera era la que en pocos minutos estaba por iniciar.

Quién iba a pensar que en realidad si íbamos a volver a vernos. El destino, la mente y las ganas, supongo. Vaya hombre.

Avanzó hasta la punta de la gran mesa donde estábamos todos sentados esperando sus palabras y las presentaciones. Obviamente él quedaba justo a mi lado, ya lo había mencionado antes. Era difícil imaginar que podría ser esa bestia que todos decían que era, pero él mismo me lo dijo la noche anterior: Si no ponía carácter, iban a hacer lo que quisieran.

Tomé un sorbo de agua del vaso de vidrio que disponían para nosotros.

—Bien— Su voz inundó la sala.

—Mi nombre es Alexander Rough y como imagino sabrán, estoy aquí para tratar los asuntos que van a dar marcha al R. A. Caribbean Resort. Espero estén bien. Comencemos con la Reunión.

Terminó de tomar asiento y pasó una mirada rápida a toda la sala, deteniéndose en mí un segundo más. No dio cavidad a posibles réplicas, simplemente comenzó a hablar con una fluidez y una elegancia impresionante. Al poco tiempo se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro por uno o dos pasos de diferencia. Ya saben, estas reglas de oratoria que solo sabía un buen orador.  Una de sus manos se encontraba en el bolsillo de su traje mientras la otra se encargaba de hacer los gestos. Se notaba a kilómetros que el hombre sabía realmente de lo que hablaba. Enfocaba la mirada en cada persona que se encontraba en la sala, garantizando que la información llegara completamente. Aunque dudaba que no llegase aún si no lo hiciera, porque viéndolo como lo veía, era casi imposible enfocar tu atención en otra cosa que no fuera él.

Las reglas de oratoria te enseñaban que una persona era capaz de poner su atención completa en algo solo tres minutos, pensando en otras cosas simples en intervalos de uno o dos minutos antes de volverla a enfocar. Este no era el caso y apostaba mi trabajo a que no me estaba equivocando.

Cuando Alexander terminó de hablar, pasados 40 minutos, Mike fue el primero en secundarle. Presentó sus visiones y junto a eso los pros de trabajar con lo que estaba ofreciendo. De la misma forma lo hicieron los japoneses, mientras Alexander prestaba atención atentamente, a veces mirando y ojeando las carpetas que le ofrecían o simplemente poniendo su mirada en los expositores.

Mi papel consistió en plasmar en sí lo que queríamos lograr con la utilización de la materia prima. Le mostré bocetos que habíamos trabajado junto a los mejores arquitectos y todas las visiones a profundidad. Hablé de economía, siendo ese mi fuerte, abarcando toda el área de bolsas y valores. Tardé cerca de 20 minutos, pero estaba satisfecha con el resultado.

Luego de aproximadamente una hora fueron explicados con mayor profundidad todos los acontecimientos de esta semana junto a los horarios y términos especiales. Luego de eso, fuimos libres hasta el día siguiente. Sabríamos sólo al final de la semana si afirmaríamos un contrato con la empresa o no.

Todos nos dispusimos a salir de la sala. Recogíamos nuestras cosas para irnos. Todos iban siguiendo a la chica que nos había guiado en un principio cuando la voz del magnate me llamó en un susurro profundo que solo yo escuché. Era lógico, Yo iba de última por el orden en el que nos habíamos sentado durante el encuentro.

Mi jefe tenía una relación nada más que profesional conmigo, casi no hablábamos de algo que no fuera trabajo y de la misma forma eran las muestras de interés, así que él terminó saliendo de la sala junto a los demás sin inmutarse de que no había ido detrás de él.

Me di la vuelta y me encontré con la figura imponente de Alexander, esta vez con ambas manos dentro de los bolsillos de un traje hecho a la medida y su profunda mirada detrás de esos lentes y su cabeza un poco inclinada hacia un lado. Suspiré en mi mente, este hombre cada vez parecía más atractivo.

La máscara que había portado durante una hora y media despareció apenas el ruido de la puerta indicó que estábamos solos. Me dio una mirada un poco más cálida. De pronto su semblante no era el de un robot.

—Jamás imaginé que te vería nuevamente, Emily—. dijo avanzando unos pocos pasos—. ¿Cómo estás?

Fui hasta su encuentro y le di un pequeño abrazo, fruto de ese pequeño atrevimiento que siempre he tenido. Pronto noté que su mano se posó en la parte baja de mi espalda mientras me devolvía el gesto.

—Créeme que yo tampoco— Sonreí. —Realmente fue una sorpresa.

Noté que me miraba extrañado, pero no dijo nada. Ya había notado antes que era un hombre de pocas palabras.

— Estoy bien, supongo. Un poco atareada por lo repentino de la reunión,  pero puedo manejarlo. — dije sinceramente, recordando que debía responder a su pregunta.

—¿Cómo estás tú? — pregunté de vuelta.

— Deseoso de invitarte un café y devolver el gesto que tuviste ayer conmigo. —Contestó al segundo después— ¿Por qué dices que la reunión era repentina? Si mal no recuerdo tú estabas a mi lado cuando yo le recalqué a mi asistente sobre este encuentro. Pon las piezas en su sitio: ya sabes que la reunión de la que hablaba era esta.

Asentí. —Comprendo perfectamente. Lo deduje apenas te vi.

—¿Entonces?— volvió a indagar. Podía sentir cómo me tensaba un poco. Mi jefe no era mi persona favorita en el mundo, pero no por eso iba a dejarlo mal frente al empresario más exitoso de este país.

—Lo olvidé— resolví de manera fácil. Él levantó una ceja.

—Lo olvidaste— reflexionó, mirando hacia arriba y respirando hondo. —Olvidaste una reunión en una de las empresas más reconocidas de Estados Unidos, en otro estado y con esta magnitud.



#1779 en Novela romántica

En el texto hay: amor, empresario, rough

Editado: 28.07.2021

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