Rough

Capítulo 5

 

Emily Syer

 

 

Crucé las puertas que me daban la entrada a la empresa de Mike Flamart. Saludé a todos los que me daban una cálida sonrisa y tomé el ascensor para dirigirme directamente al piso de Mike, como un día cualquiera.

Todavía el cielo estaba un poco oscuro por la hora que era. Mi parte maniática me decía que debía tener todo listo y decidí levantarme mucho antes de que el sol decidiese salir.

Llevaba en mis manos una carta detallada que explicaba mi renuncia, donde le agradecía enormemente el haber tenido confianza en mi trabajo y haberme enseñado lo suficiente. Después de todo y el carácter frío de Mike, le estoy muy agradecida.

Si, no lo soportaba. Si, era increíblemente irresponsable y puede que me vaya a quedar con la duda de si lo hacía a propósito o no. Pero quitando todo eso, Mike me había abierto las puertas de su empresa y me había dado las herramientas para aprender.

En dos minutos debería ver a la nueva chica que ocuparía mi lugar. Mi renuncia marcaba desde el primer momento que dejaba de trabajar definitivamente para él, por lo que la chica nueva estaba al corriente de lo que tenia se hacer y de todo lo importante referente a su ámbito. Me detuve en mi escritorio y saqué de abajo en un estante una caja de cartón donde comencé a guardar mis cosas personales.

Al poco tiempo las puertas del ascensor de abrieron para mostrarme a una chica alta y rubia con ojos radiantes.

Se acercó.

—Tu debes ser Lucy— dije con una sonrisa amable.

—¿Emily Syer?—preguntó un tanto penosa.

—Esa misma—Sonreí.

En las siguientes 2 horas me dediqué a mostrarle dónde guardaba todas las cosas y los documentos tanto en mi oficina como en el computador. Cuando ya estuvo lista yo, me adentré en el despacho de Mike.

Lo saludé con un asentimiento y le entregué el sobre. Extendió su mano para tomarlo, pero en vez de poner sobre esta la carta, elegí poner mi mano, estrechándola, al mismo tiempo en el que dejaba el sobre encima de su escritorio. Le di una sonrisa y luego de soltar su mano hice una pequeña seña como un saludo de soldado cuando le di las gracias y me disponía a salir de la sala.

Con una sonrisa y deseando mis mejores éxitos a Lucy, tomé mi bolsa y me quité el carnet de identificación de la empresa cuando iba de camino al ascensor. El teléfono del que dejaba de ser en ese momento mi escritorio sonó.

Miré a Lucy con una pequeña sonrisa y la escuché contestar.

—Buenos días, habla la secretaria de Mike Flamart, ¿qué puedo hacer por usted?—dijo tal cual le había indicado al principio.

Luego de unos segundos alejó el teléfono de su oído y colocó su mano bloqueando el micrófono —Alguien quiere verte, Emily.—dijo.

—Voy bajando, no hay problema—Sonreí. —Mucho éxito—le deseé.

Las puertas se abrieron y me introduje en las paredes de metal.

Cuando estuve en recepción la mirada de una de las chicas me atrapó, no supe descifrar el significado de su mirada.

Mis ojos volaron inmediatamente a un Alexander enfundado en un traje hecho a la medida color crema, con una camisa de botones blanca debajo y los primeros botones sin abrochar. La garganta se me secó.

Estaba muy imponente, casi parecía el dueño del lugar con la postura que tenía, que aunque era despreocupada, lo hacia ver malditamente sexy.

Me sonrojé.

Me dirigí hacia él con paso firme y cuando estuve a su lado, comenzó a caminar hacia las grandes puertas de vidrio que indicaban la salida de la empresa.

El aire de afuera golpeó mi rostro, dándome la sensación de que realmente comenzaba una nueva vida desde ese preciso momento.

Él abrió la puerta del Roll Royce que nos estaba esperando para mí y luego ingresó conmigo del lado del piloto.

—Hola—susurré.

—Hola—dijo de vuelta. Podía sentir su mirada penetrante. Me obligué a mirar a través de la polarizada ventana, recordando con un sonrojo la noche anterior.

Había llamado a mi amiga hoy temprano porque ni siquiera habíamos hablado por skype como acordamos anteriormente. Y tuve que inventar una excusa como que me había quedado dormida.

—¿Comiste?—dijo, haciendo que mi mirada se dirigiera de nuevo a él. Eran cuando mucho las 9:00 de la mañana.

—Iba a eso cuando me topé contigo—respondí.

—Bien—dijo. —yo tampoco lo he hecho. Su mirada estaba centrada en el camino. —Conozco un buen lugar para desayunar. Espero que no te moleste que elija por ti.

—Está bien para mi—dije.

Colocó un poco de música mientras manejaba al lugar de desayunos. Miami estaba despertando. Los carros comenzaban a llenar las calles y ya podía ver a la gente dirigirse a sus trabajos y los aficionados al deporte recibiendo los ratos del sol mientras trotaban.

Varios semáforos después, ingrésanos al lugar y rápidamente el aroma a tocino llegó a mis fosas nasales. Mi estómago rugió. Era un lugar distinto. Había mucha luz, mucho blanco y bastante micro cemento en su arquitectura. Sonaba música latina de fondo y estaba relativamente tranquilo y vacío. Algunas mesas ocupadas, si, pero no muy lleno. Me gustó.

Caminé a la par de Alexander hasta llegar a una mesa alejada, en el segundo piso y que sobresalía en una especia de balcón que daba a un espacio verde, con flores y sin gente. Era perfecto en nuestra situación.

Alexander levantó una de sus manos para así llamar al mesero.

Fijé mi mirada en él. Iba con sus lentes y se veía muy guapo. El chico que nos iba a atender dejó la carta frente a nosotros y luego se retiró, no sin antes asentir a la petición de Alexander sobre que trajera una jarra de agua helada.

—La apertura de tu empresa será en 3 días—me dijo.

—¿Dónde queda?—pregunté.

—Ahí vamos después de comer.—dijo con una mirada penetrante. Miré a otro lado. Normalmente no soy tan tímida, pero este hombre es otro nivel de persona intimidante.



#1780 en Novela romántica

En el texto hay: amor, empresario, rough

Editado: 28.07.2021

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