Me levanté primero que Alexander y me arreglé rápidamente para ir a preparar un desayuno simple y rápido.
Me metí en un vestido suelto y en unas sandalias altas. Me hice una cola de caballo "despeinada" y ojos ahumados. Me coloqué perfume y tomé mi bolso.
Coloqué eso y mi celular sobre una mesita pequeña que apoyaba en la pared justo al salir del pasillo que llevaba a mi habitación.
Monté la cafetera y dejé una jarra de jugo a la vista, para cuando Alex saliera. Tomé un pote de Yogurt y cereal.
Desayuné mientras revisaba mi teléfono y mi agenda. Mi teléfono vibró.
*Καλιμερα, Emily. Acabo de llegar a Miami. Nos vemos para Almorzar.
Γεια.
Kiryacos.
Puse el bowl después de terminar en el lavavajillas y tomé un papel para dejarle una nota a Alexander recordándole que teníamos pendiente la reunión con Kiryacos y que él debía supervisar el personal hoy.
Respondí el mensaje de Kiryacos en griego también. Era bueno no perder la práctica.
Conduje tranquilamente y paré por mi café mañanero, sin olvidar uno para Amanda.
Se supone que ella hacía esas cosas pero de vez en cuando yo le daba ese detalle. Además, tenía varios días quedándose hasta tarde.
Entré a la empresa un poco apurada. Para asistir hoy al almuerzo debía revisar y enviar por fax unos contratos lo más pronto posible.
Miré el reloj de pared. 7:15 am.
Voy bien, pensé.
Le sonreí a Amanda entregándole el café y me metí rápido a la oficina. Escaneé, revisé y firmé muchos papeles antes de pasárselos a Amanda para que los enviara. Cuando pude respirar eran las once de la mañana.
Miré mi celular. Había un mensaje de Mr. Gruñón.
No sé qué voy a hacer contigo, Emily. Buenos Días.
Sonreí. Sabía que no le gustaba que si habíamos dormido juntos él despertara solo, pero debía llegar temprano si quería terminar todo y poder ir a almorzar.
Eres un mal agradecido. Por lo menos te hice el café, Alexander. Recuerda el almuerzo.
El teléfono de la oficina sonó.
—Dime, Amanda— contesté rápidamente.
—Publicidad necesita que vayas al ala, Emily. Terminaron el último boceto que pediste y requiere tu aprobación— dijo. —Pedí que te lo enviaran por correo, pero no sé por qué aún no me llega, y la aprobación es urgente.
—Perfecto, ya voy—contesté y colgué. Era raro que no fuese un trámite de segundos. Aquí esas cosas no pasaban.
Tomé mi celular y salí de la oficina.
—Disculpa que te moleste otra vez, Amanda—dije apenada aún caminando hacia el ascensor— Pero podrías conseguirme...
—Lo tengo, Em— dijo interrumpiéndome con una sonrisa— ya te llevaré el chocolate.
Le sonreí —¡Eres la mejor!— dije entrando al ascensor.
Pisé el número 12 en el tablero del ascensor y esperé tranquilamente hasta llegar al piso.
Cuando salí divisé a un grupo de secretarias hablando animadamente.
Ya había mencionado que yo no era la jefa de tipo gruñón, porque bueno, muy jefa tampoco soy, pero lo era cuando Alexander no estaba, eso no significaba que me gustara que los empleados dejaran de hacer su trabajo. Había siempre algo que hacer en este lugar. Si yo no paraba, ¿por qué ellos sí?
—Buenos Días—dije adentrándome en el piso. Ellas voltearon y me contestaron, volviendo a sus lugares.
Ojalá tengan sus deberes al día, porque sino Alex iba a hacer un festín con ellas.
No creo que los empleados estén al tanto de que yo no era la única al mando, por mayoritario que fuese mi aporte durante estos meses, hablando de trabajo. Pero estas cosas pasaban porque Alexander no se pasaba mucho por aquí, menos en esta área.
Mi teléfono vibró.
¿Qué almuerzo?
Rodé los ojos. ¿Realmente estaba preguntando eso? Ni siquiera respondí el mensaje.
—Thomas—dije en modo saludo con voz neutra cuando llegué a la oficina principal. —Me notificaron que necesitabas mi presencia.
Subió la mirada y se levantó rápidamente del asiento para asentir mientras musitaba un saludo. Procedió a mostrarme rápidamente el boceto.
Listo todo eso y contando con mi aprobación, les ordené que lo enviaran a mi oficina impreso en papel glasé como muestra, y que comenzaran a trabajar alrededor de ese diseño cuando les notificara a mas tardar esa misma tarde.
—Tendrás que estar pegado a tu correo, Thomas. Tiene que estar en marcha desde mañana a primera hora, si el Sr. Argiros y Sr. Rough lo aprueban—asintió. —Esto creo que pude haberlo hecho desde mi oficina. ¿Por qué no salieron los correos?
—Ay, Emily. No puedo hacer mucho si no toman en serio mi puesto aquí. Trata tú o notifica la situación al Sr. Rough. Necesito un personal más eficiente— Me respondió. Fruncí el ceño. Estas cosas ni siquiera había necesidad de hablarlas. Se hacían.
—No te preocupes, me encargaré— dije dando una vuelta y saliendo de su oficina.
Mi sorpresa fue encontrarme nuevamente con el mismo grupo de chicas hablando en el mismo lugar que las vi cuando había llegado. Me dirigí hacia ellas, al parecer no notaron que ya estaba nuevamente fuera de la oficina.
—¿Puedo saber el motivo tan interesante por el cual no se encuentran en sus puestos haciendo su trabajo?— pregunté muy molesta, sin ningún ápice de simpatía.
Me crucé de brazos esperando una respuesta. Respuesta que no llegó porque el sonido del ascensor hizo un eco. No presté atención a eso y seguí mirando a las chicas. Pero noté que la atención de ellas ya no estaba en mí.
Escuché varios suspiros y un jadeo bajo. De repente todo estaba en silencio.
Cuando volteé entendí todo. Tenía que ser un malditamente guapo Alex quien paralizara la habitación completa.
Casi yo también soltaba un suspiro, pero me aguanté.
Volví mi mirada hacia ellas.
Me estaba malditamente cabreando el que no me pusieran atención.