Parte 2:
La fiesta esperada
El día de la fiesta llego, Luis se vistió para la ocasión ya que la invitación decía “Neón” el Uber llego a los 15 minutos, bajando rápidamente las escaleras y subir al auto.
Se realizaba en una hacienda en las afueras de la ciudad, con caballerizas bien cuidadas, cancha de tenis, y un patio central amplio.
El jardín era una explosión de flores de diversos colores vibrantes distribuidas estratégicamente sobre un pasto verde recién cortado.
Saludo al festejado que se hallaba en la entrada, dándole un fuerte abrazo y una botella de vino de regalo y Daniel el festejado le comento que se sintiera en casa y le señalo donde estaba la barra y pidiera lo que quisiera de tomar.
Fue hacia la barra y solicitó una cerveza, habia gente bailando en la sala y observando el ventanal abierto que daba acceso a la alberca misma que dominaba todo como joya azul; dividida de un lado, chapoteadero y del otro, la sección profunda—dos metros diez de agua cristalina coronada por un trampolín que promete adrenalina; flotaban unicornios inflables y pelotas gigantes color verde neón.
Al salir se dio cuenta que tenía balcones delantero y trasero enmarcaban las vistas, ofreciendo escape en cualquier dirección.
Los invitados se congregaban alrededor de la alberca y el balcón en conversaciones relajadas, disfrutando, riendo y bailando al son de la música electrónica.
Daniel el festejado, había invitado a un grupo selecto de personas, 30 invitados oficiales, pero estos a su vez trajeron a otros, por lo tanto, pura gente desconocida, tanto para él cumpleañero como para Luis, gente guapa eso sí y de buen cuerpo, haciendo gala a colores vivos brillosos que con la luz negra daba un aspecto genial al ambiente.
Mirando el reloj vio que eran las 12:30 a.m, empezaba a sentir sueño por lo que Luis estaba a punto de despedirse del anfitrión cuando lo vio; había algo en la forma que el desconocido sostenía su copa de color rojo; estaba de pie en el balcón, su silueta recortada contra el cielo nocturno, y Luis sintió que algo en su pecho se apretaba. No solo era guapo, tenía una presencia que imponía.
Había hombres guapos en la fiesta—el primo del anfitrión, el entrenador del gimnasio que alguien había traído.
Pero este... era diferente.
Tal vez era la forma en que no sonreía, incluso cuando alguien le hablaba. O cómo sus ojos parecían estar viendo algo más allá de la fiesta, más allá de la noche misma.
Luis se dio cuenta de que llevaba varios segundos mirándolo cuando el desconocido giró la cabeza. Sus ojos se encontraron.
Luis se puso nervioso y volteo rápido.
Sus ojos… negros, intensos, profundos. Como si leyera la mente, de cabello negro y largo, recogido en una cola ondulada, digno de un comercial de shampoo.
Medía 1.86 metros. Su ropa dejaba entrever que es de complexión atlética, sin ser delgado ni excesivamente musculoso. Se le veía el cuerpo trabajado, como de gimnasio; brazos musculosos, ya que el traje le quedaba como ajustado al cuerpo.
Por alguna razón decidió quedarse un rato más.
Luis se fue a sentar a una banca cerca del jardín, preguntándose si debía pedir un Uber.
—¿Pensando en escapar? La voz lo hizo dar un respingo.
Cuando levantó la vista, el desconocido estaba ahí, todavía impecable a pesar de las horas transcurridas.
—Yo... no, solo... tomando aire.
—Es una buena fiesta para escapar.
El hombre se sentó a su lado sin pedir permiso, manteniendo una distancia respetuosa pero consciente.
— Me llamo Leirbag Andrei por cierto ¿El tuyo?
—Luis Herrera respondo sin vacilar.
— ¿Como vez la fiesta? -Leirbag.
Luis aun estaba asombrado que semejante belleza se acercara a hacerle platica.
— Amena y entretenida – Luis responde
Al ver pasar a unos chicos corriendo por unas cervezas.
Una sonrisa ilumino su rostro que mostraba una hilera de dientes blancos; a lo que comentó -El clima esta fresco verdad; de voz gruesa, entonada y envolvente que te atrapaba aunque no quisieras.
Después de intercambiar y realizar chistes de los desfiguros de los invitados de la fiesta.
— ¿De dónde eres? - Luis
— Soy de un poblado de Rumania - Leirbag
— ¿Qué te trae por estas tierras? -Luis
— Siento curiosidad y me fascina el universo de los mayas, su ciencia, creencias; se me hace enigmático, místico y quiero aprender un poco más de él. - responde serio Leirbag.
— Cierto México tiene mucho de eso magia, misterio y cultura. -Afirma Luis, con una sonrisa.
Nos quedamos en un momento en silencio mirando el cielo negro y estrellado.
Silencio no incómodo, mas Luis sentía la necesidad de llenarlo con algo. Desde la casa llegaba música—algo de reggaetón que hacía vibrar las ventanas.
—No es exactamente mi tipo de música —comentó Luis, buscando algo que decir.
Leirbag sonrió levemente. —¿Y cuál es tu tipo de música?
Luis se encogió de hombros. —Depende del día. A veces rock alternativo, ya sabes, Foo Fighters, Arctic Monkeys. Otras veces algo más indie... The National, Bon Iver. ¿Tú?
Leirbag miró hacia el cielo antes de responder. —Tiendo hacia lo clásico. Chopin, principalmente. Sus nocturnos tienen una... melancolía que me resulta familiar.
Luis parpadeó. No esperaba esa respuesta. —¿Chopin? Wow. Eso es... bastante específico.
—¿Lo conoces?
—Sé quién es. Mi mamá solía poner música clásica los domingos cuando limpiaba la casa. Nunca presté mucha atención. —Luis sonrió con algo de vergüenza—. Soy más de Spotify y playlists.
—No hay nada malo en eso. —Leirbag lo observó con curiosidad—. ¿Qué escuchas cuando estás triste?
La pregunta tomó a Luis por sorpresa. Era extrañamente íntima para alguien que acababa de conocer.
—Bon Iver, definitivamente. Su álbum "For Emma, Forever Ago". Es como... no sé, es triste pero te hace sentir acompañado en la tristeza. —Hizo una pausa—. ¿Eso tiene sentido?