Rowena

Capítulo 23

—Ten cuidado con los favores —añadió Lysa—. Traen deudas y nombres. Alguien que te ofrezca la corona también puede pedir la máscara.

Esa palabra, máscara, volvió a resonar en Rowena con un peso diferente. No era solo un objeto ritual; era el papel que uno toma para ser creíble frente a los que aman y frente a los que mandan.

Mientras el sol del mediodía tamborileaba contra los vitrales, Isidro se inclinó otra vez, con la discreción de cuantos manejan secretos. Su voz fue apenas una brisa:

—Vendrá un emisario del chambelán esta tarde. Si aceptas, cuéntame todo lo que sabes y yo lo diré. Debes saber que, si el rey te mira, no mirará dos veces.

Rowena guardó la palabra de Isidro como quien aprende un hechizo. No había certeza de promesa, pero la puerta se hubiera abierto ya. A su alrededor, la corte seguía su danza: alianzas que se tejían en forma de sonrisas, rivalidades que se curtían en susurros. Ella, que hasta hace poco solo conocía la verdad sencilla de una oración, empezaba a imaginarse la otra verdad: la de las máscaras que se ajustan para entrar en salas donde la misericordia se mide en gestos.

En el pasillo de salida, Lady Evelin la alcanzó. No había hostilidad abierta, sino un cumplimiento educado.

—Rowena —dijo—. Nos veremos en la ceremonia mayor. Espero que tengas con qué sorprender.

Rowena sonrió, pero no reveló si aceptaría la sorpresa. El gesto de la corte era una oferta envuelta en papel fino. El verdadero riesgo no era recitar una oración sin temblar; era saber cuál máscara ponerse cuando se acercara el rey.

Al despedirse, Isidro volvió a inclinar la cabeza y repitió, como quien coloca una semilla en tierra fértil:

—Si te necesitan, vendrán por ti.

La tarde se dobló sobre el templo y el rumor de la ciudad se coló por las rendijas. Rowena recogió su hábito, notó cómo la luz acariciaba su rostro y supo que, de ahora en adelante, cada palabra sería una decisión. La oferta de estar junto al rey era un gancho reluciente al que pocas veces se osa resistir. Sería parte de la ceremonia mayor. Sería, en la práctica, parte de la corte. Y en la corte, las máscaras no solo se usan; se leen.

Cerró los ojos un segundo para memorizar la sensación de su propia respiración. Lysa miró a la galería donde las sombras y las sedas discutían su propia lengua.

—Recuerda —dijo Lysa—. Las máscaras protegen, pero nunca confundan protección con identidad. Guarda la tuya con cuidado.

Rowena sintió cómo la promesa y la amenaza se pegaban a la piel como la cera a los dedos. Afuera, la ciudad seguía girando; adentro, dentro del templo, todas las bocas se estaban preparando para otro tipo de oración. Aquella en la que el rey escucharía no sólo plegarias, sino nombres. Las máscaras estaban a punto de convertirse en moneda...



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En el texto hay: mentiras, reina, ambicion

Editado: 08.11.2025

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