Rowena

Capitulo 50

Al salir, fingió rumbo a la sala principal; en realidad, volvió a su casa y pasó por la antecámara donde su madre esperaba con la vista fija en una taza de té que enfriaba. La señora que la crió —una mujer de rostro endurecido por las penurias y suavizado por pequeñas caricias— levantó la vista con la naturalidad de quien juzga la honestidad de un gesto.

—¿Cómo fue con el rey? —preguntó, sin levantar la voz.

Rowena sonrió como quien hace un arreglo rápido en una prenda desgastada. Conscientemente, eligió la verdad a medias que su madre podía aceptar: un trozo de realidad sin bordes afilados.

—Hablamos de la seguridad del comercio —mintió con calma—. Nada más allá de políticas y balances.

La madre inhaló y la miró con orgullo templado. Rowena sintió la culpa como una hiel en la garganta. Su mentira fue pequeña, casi una medida protectora, pero en ella se alojó un peso que continuó creciendo cuando su madre le tomó las manos con una fe que Rowena no se atrevía a romper.

Esa noche tuvo que ponerse otra máscara: la de la hija honorable. Se acostó y dejó que el sueño viniese como una tregua corta; la ciudad no le concedía más sosiego.

***

La mañana siguiente, Rowena actuó con su rostro público. Las piezas políticas que estábamos montando exigían eliminación de amenazas: Lady Evelin, con su sonrisa afilada y redes demasiado vastas, era un peligro profesional. Rowena no iba a matarla ni a desafiarla frontalmente; la estrategia fue más elegante: manipular a una dama de compañía, sembrar una anécdota, dejar que la sala hilase su propio desprestigio.

La dama se llamaba Alina, joven de manos cortas y ojos demasiado curiosos para alguien que debía callar. Rowena la buscó en los corredores con la paciencia de quien atrapa la verdad en una jaula.

—¿Has oído la historia de Lady Evelin en el puerto? —preguntó Rowena con voz casual, como quien intercambia puntadas en una labor.

Alina, agradecida por una conversación que la sacaba del silencio del servicio, se inclinó hacia ella.

—No mucho, señora. Solo rumores… que vendría de familias no tan distinguidas.

Rowena le ofreció una sonrisa afable y una confidencia cuidadosamente medida.

—Una conocida mía recuerda verla a menudo con mercaderes de dudosa reputación —dijo—. Quizá no es más que un rumor, pero la cortesía exige que no lo ignoremos. Si te preguntan, solo di que quizá es cierto. Que la verdad, a veces, tiene bordes borrosos.

Alina tragó y prometió repetir aquello entre desafortunadas coincidencias. Rowena supo que la mentira inoculada se propagaría sin que tuviera que llevar la mano manchada. Esa técnica —sembrar, no empujar— la hacía sentir menos culpable, pero no menos responsable. La máscara de la cortesía se le pegó al rostro como un velo húmedo.

***

La táctica no tardó en mover los hilos esperados. En la cena de la corte, murmullos puntuales golpearon la reputación de Evelin. Ella lo notó y devolvió la mirada, fría y precisa, como un bisturí. Los favores que Rowena había logrado no le garantizaban inmunidad frente a la respuesta; las redes tensaban, y su propia posición empezó a vibrar.

Mientras tanto, en los aposentos de servicio, Fyra, la asistente de Rowena y confidente escasa, encontró, entre un paño de planchar y una cesta de ropa, una nota doblada con cuidado. No tenía firma, solo un mensaje escrito con una caligrafía que sabía a amenaza.

"Sabemos lo que hiciste. Sabemos de las cámaras antiguas y los hombres que callaron. Si no colaboras con nosotros, la ciudad sabrá quién pagó su silencio con manos manchadas."

Fyra corrió a buscar a Rowena. Sus dedos temblaban; su piel se había teñido de alarmas que solo a los inocentes suelen sorprenderles, pero no a Rowena, que enseguida limpió la calma en su rostro como quien pule una placa gastada.

—Dame la nota —ordenó Rowena con voz baja.

Fyra se la ofreció y la observó con miedo.

—¿Quién podría…? —balbuceó—. ¿Corvo?

Rowena no lo negó ni lo confirmó. Silas Corvo era un nombre que reciente y discretamente había aparecido entre las sombras: un hombre que cobraba con memoria y que no vacilaba en negociar con cartas que abrían tumbas...



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En el texto hay: mentiras, reina, ambicion

Editado: 20.12.2025

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