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"Cosas inesperadas"


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Lyra Nerfert

Es mi décimo intento y no contesta la llamada.

Estoy sentada en el suelo a lado de la cama donde Ameria y el pequeño Joshua están dormidos, me tuve que quedar aquí por que ambos estaban ansiosos por la situación con mi mamá.

Una vez más con la esperanza colgando de un hilo marqué al número de mi madre, pero…

—Lo sentimos, el número que usted marcó no se encuentra disponible espere al siguiente tono par…—aventé el celular al suelo, mi cabello era jalado con fuerza. Que se suponía que tenía que hacer en una situación como está, con la angustia recorriéndome salí de la habitación en silencio, no sin antes recoger mi celular. Una vez en el patio un cielo estrellado me recibió junto a la luna llena deslumbrando el lugar, cerca de la barda de nuestra casa había un banco sin dudarlo un momento me posé encima de esta para observar las oscuras calles sin una sola alma rondando. Recargue las manos en la barba con el celular en mano solo por si alguien llamaba, mientras trataba de mantener la calma algo en la calle capto mi atención.

Una persona estaba caminando muy despacio por la calle, abrí mis ojos y me agaché lo más rápido que mi cuerpo pudo.

Recordando un momento en la oficina de ese fiscal, justo cuando me retiraba de ahí me detuvo.

—Te llamaré a un taxi así que tómalo—se acercó al teléfono de su escritorio y oprimió un botón, en un segundo alguien le contesto al otro lado de la línea—. Llama a un taxi, que se dirija a la colonia Almas #38.

Porque recordaba eso ahora, acaso ese fiscal tendría algo que ver.

No, solo estoy paranoica. Sí, es solo eso.

Bueno eso solo lo pensé porque de inmediato estaba corriendo dentro de la casa, buscando mis zapatos y bolso poniendo adentro de él todo lo que pudiese necesitar. Revise mi cartera y me asegure que mi identificación estuviera ahí.

La iba a meter nuevo hasta que me detuve y mi corazón se detuvo.

En mi identificación la dirección no es Almas #38, sino Flor Azul #1.

Mamá y yo no hemos cambiado el lugar de residencia desde que nos mudamos, ¿Cómo supo nuestra nueva dirección?

Mi corazón latió demasiado rápido, presiento algo muy malo. Como instinto de supervivencia corrí hacia donde estaban dormidos Ameria y el niño, y los moví bruscamente.

—Ameria, tienen que levantarte rápido—le quite las sabanas que la cubrían y la seguí moviendo poco a poco fue abriendo sus ojos.

—¿Qué es? —se levantó de un golpe sentándose en la cama—. ¿Tú madre llamo?

Me retire y agarre todas nuestras cosas, colocándolas en una bolsa.

—Despierta a Joshua ahora mismo, tenemos que irnos—informé agitada por toda la situación.

Podrían llamarme loca, paranoica, pero sentía que estábamos en peligro. Desde que salimos de la estación de Yerim, incluso cuando fuimos a la fiscalía seguía esa sensación de correr peligro y hasta que no sienta que todos estamos a salvo no me quedaré quieta. No dejaré que por ignorar mis instintos algo malo les pase a ellos dos…Pensando en Ameria y Joshua.

—Lyra, ¿Qué es lo que pasa esta vez? —chilló Ameria quejándose desde su lugar, aun no se ha parado de la cama.

—Deja de quejarte y sal de la cama. ¡Debemos irnos en este instante! —tomé la bolsa y corrí a la sala. En dos minutos ambos estaban vestidos a mi lado, casi dormidos. Bueno, Joshua estaba dormido, aunque estuviera de pie.

Al salir de la casa me detengo para asegurarme que nadie sospechoso estuviera.

—¿¡Mamá a donde vamos!? —chilló Joshua sacándome un susto, pero de inmediato me puse la mano en la boca para silenciarlo, si mis sospechas eran ciertas tenemos que ser silenciosos y cautelosos. No podíamos advertirles que estábamos afuera escapando.

—Joshua, no digas nada y solo corre con nosotras, ¿de acuerdo? —susurró para que él me entienda—. No te separes de tu mamá y de mí en ningún momento, ¿okay?

Él solo asintió, con los ojos abiertos de par en par—. Lyra, ¿las personas que le hicieron daño a tu mamá nos están siguiendo? —pregunta Ameria agachándose a la altura de Joshua.

—¡Oh dios santo! —exclama mientras se persina a ella y gira a su hijo para hacer lo mismo.

Atravesé el bolso en mi cuerpo, con mi mano derecha tomé a Joshua y con la izquierda a Ameria que tenía un ligero temblor en sus manos. Salimos de nuestra casa mirando a ambos lados de la calle verificando que todo estuviera bien, asentí y los jale para empezar a correr hacia la avenida principal donde estoy segura de que habrá mucha gente.

Nuestras agitadas respiraciones se resonaban, mesclados con el sonido de nuestras pisadas. Dudé en voltear atrás por el miedo, pero necesitaba hacerlo y cuando lo hice vi una sombra negra correr hacia nosotros.

Mi mente maquinaba planes para perder de vista a la sombra que venía tras nuestros pasos, decidí que correr hacia los diversos callejones del lugar sería la forma perfecta de perderlo. Corrimos y corrimos sin detenerlos a respirar, la seguridad de las dos personas que estaban conmigo era lo primordial.

Pero a cada paso lo sentía más cerca de nosotros ni importase a cuantos callejones nos adentrábamos, ni cuanto corriéramos. Sentía que pisaban nuestros talones.

Sabía que la adrenalina se liberaba cuando el cuerpo sentía estrés, peligro o excitación y era por la sensación de peligro que la adrenalina corría por nuestros cuerpos permitiéndonos dar más de lo que podíamos en estos momentos.



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En el texto hay: traiciones y mentiras, traiciones, dinero y poder

Editado: 29.09.2020

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