Royal Boutique

"Apoyando a mamá"


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Ameria Park

Mi respiración se detuvo por unos segundos al leer el anuncio que estaba pegado a la puerta de vidrio, sé que puedo hacerlo sin duda puedo.

Acerque mi mano para abrir la puerta…

No puedo.

Me alejé corriendo del local que solicitaba una empleada de medio tiempo. Al correr vi a mi hermoso hijo cruzado de brazos mientras me miraba con fastidio. Me espera un regaño por parte de él.

—Lo siento mucho pero no puedo. Tengo miedo. —me justifiqué llegando a su lado. Puse mis manos en mi cabeza para sacar los malos pensamientos que llegaban.

Y si entro al local y ellos se dan cuenta de lo que hice antes… Se darán cuenta de que fui prostituta, acaso me van a juzgar o se van a reír de mí y de Joshua por tener una madre como yo…

Tantos miedos que salen a flote, pero tengo que ser fuerte porque tengo un hermoso niño que me ama sin importarle lo que su madre hizo y hace. Porque si, a pesar de ser un simple niño es muy inteligente y se dio cuenta de lo que hacía aun, recuerdo como ese día me abrazo y me dijo que él me amaría siempre además de que estaba feliz de que yo fuese su madre.

—Ay mamá, ¿dónde vamos a dormir? —dijo tomando un trago de su jugo—. Además, ¿dónde está Lyra?

—Joshua yo tampoco lo sé…—suspire frustrada por toda la situación viendo a nuestro alrededor para ver si había algo que hacer. Mi atención fue captada por un hombre bajando de un lujoso automóvil, venía solo. El foco dentro de mi cabeza se prendió.

El tipo era señor un poco feo, que se agachó en el espejo retrovisor y limpio sus dientes. Asco.

Pero no pude sonreír por la ingeniosa idea que pasaba por mi cabeza. Estaba muy segura de que iba a resultar. Sin esperar más le quite el jugo a mi bebé y solo me tome un poco dejando intencionalmente que me cayera el jugo en la blusa de manga larga que traía.

—¡Qué rayos…! Está todo mojado—chillé tratando de arreglar el asunto viendo como algunos transeúntes veían la situación. La blusa se pegaba a mi cuerpo en las partes en las que había caído en jugo.

—Mamá ten…—dijo Joshua extendiendo unos clínex que había sacado de su suéter mirándome con fastidio.

Maldito hermoso mocoso, no ve que arruinara mi plan.

—¡Rápido! —susurré dándole la espalda al tipo que caminaba hacia nosotros—. Pon eso en tu suéter amor, ahora mami no necesita eso.

Joshua capto lo que dije y guardo inmediatamente los clínex. Buen niño.

Me volví a girar viendo como el feo ese me miraba.

—Amor te dije que tuvieras cuidado, mira está todo mojado…—hice como que trataba de limpiar mi blusa.

—Tome…—un pañuelo apareció en mi campo de visión—. Puede usarlo—el tipo sonrió con amabilidad, creo que tenía un pedazo de comida atorado en uno de sus dientes.

Paso uno, listo.

—¿Disculpa? ¿Por qué me da eso? —di un paso atrás fingiendo desconfianza tomando a mi bebé de la mano.

—Bueno… para que se limpie—contestó mirando mis pechos.

—¡Santo dios! ¿Qué es lo que usted está mirando? ¿Por qué se acercó tanto?—chillé en voz alta causando que algunas personas se detuvieran a observar la situación.

Por un segundo me sentí mal porque el tipo no se veía como una mala persona, pero mi situación tampoco era favorable y tenía a mi hijo.

—¡Oh…discúlpeme no fue mi intención! Solo estaba tratando de…—se acercó por segunda vez y de forma fugaz volvió a mirar mis pechos.

—Lo hizo de nuevo—lo señalé y cubrí mi pecho con los brazos—. Señor, usted estaba mirando mi pecho hace unos segundos… ¿Cómo podría acosar sexualmente a alguien en plena luz del día?

Mi Joshua solo miraba la situación mientras bebía su jugo con mucha calma.

Una que otra persona sacaba disimuladamente su celular para grabar. El señor bufo con molestia y retiro su pañuelo, dio un paso atrás y vi como intentaba alejarse.

No, no aun no se puede ir señor. Corrí y lo tome del brazo y grite.

—¡Ayuda! Este abusador está tratando de escapar…

El señor se deshizo mi brazo con agresividad y temí por que en verdad lucia enojado.

—Mamá…—el llanto de Joshua me tomo por sorpresa, tenía sus manos cubriendo su pequeño rostro. Me acerque a él, lo abrace y fingí llorar y algunas personas miraron mal al señor comenzando a rumorear.

—Solo denos algo de dinero y piérdase señor…—dije entre sollozos.

El señor soltó un bufido sacando su cartera, de ella saco un par de billetes y los extendió.

—Tome, espero que no vuela a toparme con usted señora—escupió con enojo.

—Muchas gracias—tome el dinero y él se alejó lo más rápido que sus piernas le permitieron. Las personas que estaban observando la situación se dispersaron. Di un paso alejándome de mi hijo para contar el dinero.

—Bueno madre, ¿Cuánto conseguimos? —habló mientras secaba las lágrimas que había en su redondo y pachonsito rostro, chillé de alegría por lo menos teníamos algo de dinero para que mi niño comiera.

—¡Lo hiciste bien mi pequeña calabacita!—lo abracé por segunda vez, dándole besos en su cabeza.

 

Dominica Reinginald

Mis tacones hacen eco mientras camino hacia el bar de nuestra casa, le pido al empleado un vaso de whisky seco. Necesito pensar en todo lo que ha pasado desde la dichosa fiesta que le organice al idiota del alcalde, si él no hubiese sido descuidado nada de esto etaria pasando.



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En el texto hay: traiciones y mentiras, traiciones, dinero y poder

Editado: 29.09.2020

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