Ander Norelis
Han pasado horas desde que salimos de las bodegas del señor Blair, ya es de noche, pero el trabajo tiene que seguir sin importar la hora y es algo que no solo yo hago porque Emily y Nirvana también están trabajando cada una en su oficina.
No recuerdo tener un día libre pasando el rato como debería hacerlo una persona normal y no es que no me den días libres porque lo hacen, pero simplemente decido concentrar toda mi energía en lo que se pueda ayudar y si Emily no descansa del trabajo yo no me quedaré atrás. Aunque no niego que hay ocasiones en que deseo que todo esto finalice y ambos vivamos en paz y felices.
No recuerdo tener familia o amigos aparte de ella, incluso cuando estaba en secundaria entendí que los niños de mi salón no habían pasado por lo que yo.
Y como sentí que nunca me aceptarían decidí no entablar ningún otro lazo más que con la mujer que esta a unos pasos de mi oficina. Ella es más de lo que cientos de amistades valdrían, ella es mucho para que el término familia le aplicase o llenara por completo, y no me cabe duda de que ella siente lo mismo hacia mí porque solo nos tenemos a nosotros para cuidarnos y protegernos.
Daría la vida por ella si lo necesitase. Haría lo que me pidiese solo para poder ayudarla a librarse del grande odio que carga desde hace años, conozco su historia y apoyo cada decisión que ella tome. No tengo recuerdos de peleas entre nosotros, o que no opinemos lo mismo.
Ella podría verse como una persona inexpresiva, pero es solo porque dentro de ella sigue siendo una niña la cual fue dañada en cantidades y aunque nunca la he escuchado decir la palabra "te quiero" no me cabe duda de que ella lo hace.
Tengo la mesa de cristal de mi escritorio repleta de hojas esparcidas sin orden, la computadora se encuentra en la esquina para brindar un poco de espacio extra. Tomo una de las hojas esparcidas y le doy un vistazo para ver si es una de las que me llevaré con Emily, en ella están algunas de las localizaciones que Félix Lisboa el traficante de droga. En otra están las llamadas que ha hecho desde tres semanas atrás. Hay un mapa marcado con posibles hospitales o clínicas médicas particulares en las cuales podría trabajar como cirujano, no dejaré escapar cualquier detalle.
Sujete las hojas que iba a necesitar junto con el marcador, la laptop y la Tablet además de las carpetas con la información del tipo. Todo eso lo iba a ocupar, pero realmente no podía cargar con todo esto con tan solo dos manos.
Dios... me darías otra mano. No literal, necesito otra mano extra.
Hago una mueca cuando veo que si doy más de cinco pasos mis manos no podrán con el peso de las cosas que cargo, porque ahora en la esquina de la oficina veo los planos de los hospitales principales en caso de ocuparlos porque las clínicas son de un piso y no es necesario tanto plan.
Veo a por la ventana si por casualidad hay alguna persona que me pueda ayudar, pero la mayoría del personal trabaja en la parte de abajo del edificio, en la boutique así que están desiertos los pasillos. Haciendo malabares acomodé la laptop y con mucho cuidado puse las carpetas negras y encima de estas puse las hojas.
Con pasos cuidadosos me acerque hasta donde yacían los planos, mire al techo rezando para que nada se me cayera, con el brazo izquierdo sostuve la laptop con las demás cosas y la derecha la estire para tomar los seis planos enrollados que había puesto en la silla que nunca ocupo y los coloque debajo de mi brazo sosteniéndolos con fuerza.
Emily una vez me dijo que debía decorar el interior de la oficina y yo solo puse una silla junto con una planta. Bueno la planta se secó, pero la silla no, pero me tuve que forzar a comprar una planta de plástico.
Volví a suplicar que nada se me cayera en el transcurso a la oficina de Emily.
Camine con cuidado por el pasillo hasta que llegue a la puerta que gracias a dios estaba abierta, y debo admitir que me gusta mucho la oficina de Emily además de ser la que más espacio tiene ella si sabe como decorar el lugar.
Mientras caminaba llegue finalmente a la mesa de centro del lugar, poniendo a prueba mi agilidad me iba arrodillando con cuidado para colocar las cosas sin que se me cayesen y regasen por el suelo. Escuche una melodiosa carcajada y no me hizo falta voltear para ver de quien se trataba, Emily estaba recargada en su escritorio con sus brazos cruzados mientras bebía lo que parecía ser café.
Odio cuando la veo tomar café en las noches porque eso me indica que no piensa descansar o siquiera comer.
Aun así, la admire por segundos que me parecieron una vida completa cuando se reía solía cerrar sus ojos dándole un toque aun inocente e infantil además de unos hermosos y pequeños hoyuelos hicieron aparición en ambas mejillas. Ella suele sonreír todos los días, pero nunca lo hace por gusto si no por obligación así que me tomo el tiempo de apreciar cuando lo hace de corazón.
—Si necesitabas ayuda con eso pudiste pedírmela, ¿lo sabes? —se carcajeó una vez más y mis oídos quisieron escuchar eso toda la vida.
—¿Me habrías ayudado?
—Por supuesto que no, aquí soy tu jefa.
Arrugo su nariz con burla, mientras caminaba hasta los muebles debajo de las grandes lámparas que caían del techo. Tomo asiento en el individual y tomó otro sorbo de café dejando de lado la broma su cara se tornó inexpresiva.
Con su mano me hizo la seña para que empezara a hablar sobre lo que había investigados durante estas horas desde que nos dieron el nombre del traficante que se robó el video del alcalde.