Aiden.
Ya sabe a quién le recuerda Evie.
No estaba muy seguro, pero de igual manera tenía ganas de ir a visitar a alguien.
Estas semanas pensó mucho de qué se trataba ese sentimiento de familiaridad que le provocaba Evie; era tan extraño… como si ya la conociera desde mucho antes, y no soportaba la idea de desconocer a qué venía eso. Pensó y pensó, y llegó a esa persona, a la que conoció un día extraño, en una situación extraña y que, de hecho, le provocó la misma sensación: Summer.
La va a ver a la cafetería de Christopher y toca la puerta.
Dentro se escapan risas y gritos; una voz —esa voz— le atraviesa el pecho como un déjà vu punzante. La ha escuchado antes. No es solo un recuerdo vago, no es únicamente Summer… es algo más reciente. Más cercano. Más suyo. La curiosidad abre un espacio dentro de su cabeza y se asoma por una ventana que está cerrada. De igual manera, alcanza a ver.
Distingue el mesón, que tiene una tarta rosada encima, destruida.
Luego escucha un murmullo cerca de la puerta, corre de nuevo hacia ella y se queda parado esperando que abran. Sale Christopher y le dedica una mirada de disgusto; atrás se ve cómo una chica pelinegra sale corriendo al baño. Una imagen fugaz aparece en su cabeza. Evie.
—¿Esa era…?
—¿Tu novia? —lo interrumpe rápidamente Christopher—. No. Aparte, dudo que tengas novia… pero ya qué, solo estamos Summer y yo.
—Evie. Iba a decir Evie. —Corrige.
—Ajá, no me digas quién es, no me interesa nada que tenga que ver contigo. Ahora pasa, que si te echo de aquí después Summer me saca a la calle.
Bufa y pasa adentro justo en el momento en el que Summer está saliendo del baño, con su cabello anaranjado reluciente.
Summer.
Pero Summer no tiene el cabello negro.
La chica que entró al baño tenía el cabello oscuro…
Sale de sus pensamientos rápidamente antes de que lo noten y saluda con lo mejor que puede de su encantadora sonrisa.
—Holis, ¿me extrañaron?
—No. ¿Ya te vas? —Christopher le dedica una sonrisa que destila puro fastidio.
Aiden se contiene para no decirle los mil insultos que se le vienen a la cabeza. Pero, de igual manera, le dedica una mirada asesina que le deja saber que no le gustó su comentario. O eso espera que capte.
—Sun, tú sí me extrañaste, ¿verdad?
—¿A qué se debe tu visita? —le pregunta secamente ella. La voz, tensa.
—¿Qué? ¿No puedo visitar a alguien solo porque se me da la gana? Yo creí que éramos amigos.
La conversación continúa tranquila —o lo más tranquila que se puede—. Christopher es un fastidioso que no deja de joderlo. Su presencia lo hace sopesar la posibilidad de ir a la cárcel por asesinato…
Pero él no venía aquí para convivir. Venía por respuestas.
No encontró mucho en su búsqueda, pero pronto habrá más que solo especulaciones. Summer despierta exactamente lo mismo en él. No sensaciones parecidas: la misma. Pero no le cuadra. ¿Por qué Summer se haría pasar por otra persona? ¿O por qué Evie se haría pasar por Summer? ¿Está en lo correcto o no? ¿Quién es la verdadera, Evie o Summer? ¿Esto es cosa suya o está enloqueciendo? ¿Por qué…? ¿Quién…? ¿Cuándo…?
Echa la cabeza hacia atrás en el sofá de su casa, acompañado por un gemido de frustración. El silencio de su sala solo hace que las preguntas en su cabeza suenen más fuerte.
Tiene muchas más preguntas que respuestas. Y no puede empezar a hacer teorías con tan poca información.
Siempre se consideró una persona algo curiosa. Pero esto ya no tiene pinta de ser solo curiosidad. Es un sentimiento que lo carcome por dentro, que a cada segundo desea saber más sobre los secretos que se trae esa chica.
Cuando se decidió a investigar un poco se prometió que no haría teorías creyendo en ellas como si de eso dependiese su vida. Pero ya tiene una. Una muy fuerte. Y lo peor: no tiene cómo probarlo.
Summer y Evie se conocen. Se conocen más de lo que parece. Tienen algo que ver. Ya sea directa o indirectamente. Y si tiene que romper unas cuantas reglas para descubrir la verdad, que así sea.
Le faltan piezas al rompecabezas.
Y no piensa esperar a que alguien se las entregue.