Royal secrets: la sombra tras la corona

9.

Summer.

Christopher suelta una carcajada poco disimulada.

—¡Cállate! —exige Summer, elevando la voz, pero aún en un murmullo—. Nos descubrirán por tu culpa.

—Ya, ya. Me callo. —Christopher se muerde el labio inferior, conteniendo la risa que amenaza con salir—. Summer, no lo hago a propósito, lo juro. Pero… creo que me dio un ataque de risa. —Se echa a reír lo más bajo que puede y señala una roca del camino—. Es tan gracioso todo. ¡Mira esa roca! —Se carcajea.

Summer pone los ojos en blanco y sigue caminando por los túneles.

La gotera continua que cae a un charco la distrae; los ha acompañado el sonido regular cada dos segundos y ya está harta de todo. Con todo, se refiere a la gotera y al compañero que se trajo a la misión.

Summer, como hija del rey, conoce cada uno de los túneles y pasadizos secretos. Y, afortunadamente, no han cambiado nada en los últimos tres años que ella no estuvo ahí.

Christopher y ella van a buscar unos registros del progreso de los estudiantes en la academia gubernamental. Se supone que ella debe tener el puesto; para eso fue a ese lugar. Debe ver el progreso que lleva y asegurarse de ser la opción más fiable para que le encarguen el reino. Recuperará lo que en algún punto era suyo y de nadie más.

Quiere recuperar su corona, limpiar la podredumbre del reino y sacar a la luz los secretos que la destruyeron.

Son sus objetivos para seguir esta guerra por el trono, porque sabe que eso es lo correcto, o al menos para ella. Porque sabe que se cometió una injusticia y la debe arreglar. Que cada muralla del palacio oculta secretos que ella nunca imaginaría, y tiene que descubrirlos, por el bien de ella y por el bien de toda persona que habite este reino corrompido.

¿Lo irónico? Es que las mismas personas que convirtieron su vida en un infierno hace tres años son las mismas personas que le dijeron la verdad cuando todos mintieron.

Llegan al final del pasadizo de piedra, donde hay una puerta de madera que se ve desgastada. Summer comienza a rebuscar en las piedras de la muralla hasta que llega a una cajita diminuta; le quita el polvo, la abre y saca una llave de ahí. La introduce en el cerrojo y abre la puerta con un chirrido.

—Wow, hace años que no estaba aquí —dice Christopher con la boca abierta al atravesar la puerta y ver las escaleras de piedra en espiral que parecen no tener fin—. ¿No hay ascensor? Qué mal servicio.

Summer ríe por lo bajo y comienza a subir los peldaños, sujetándose de la baranda y llenándose la mano de polvo.

—Mira el lado bueno, nadie ha pisado este lugar en mucho tiempo. Así que es menos probable que alguien llegue y nos vea. —Summer se sacude la mano con la otra.

—¿Es bueno? —pregunta indignado—. ¿Estás bromeando, no? Si nadie ha venido aquí, ¡puede haber ratas!

Lo ignora sin esfuerzo; los años que pasó con él le han enseñado que es mejor no hacerles mucho caso a sus comentarios. Sigue subiendo.

Un poco más arriba, Christopher habla.

—Sum —jadea—, ¿cuánto falta? Me estoy muriendo.

—Christopher, estamos en el piso tres.

—¿Y…?

—¡No te puedes cansar tan rápido! —le espeta Summer.

—No eres quién para opinar sobre mis condiciones físicas, así que dime cuánto falta.

—Dos pisos.

Christopher asiente y siguen subiendo.

—Vas a tener que mejorar tu resistencia, Chris —comenta Summer al llegar arriba y mirar a su amigo, que sube al último peldaño casi muriéndose.

—Pero si estoy en forma —defiende él.

—El físico no tiene que ver con la resistencia —explica ella, poniendo los ojos en blanco.

Se quedan frente a otra puerta que igual está cerrada con llave, como la anterior. Summer la abre con la misma llave y se ve una estantería con libros.

Ella aparta un lomo y observa por el hueco.

—Al parecer mi habitación está intacta. Qué extraño —murmura.

—Vaya, tu padre está más loco aún por dejar la habitación de una traidora tal y como estaba. Si yo hubiera sido él, la quemaría. Aunque eso lo haría sin la necesidad de que fueras traidora —se burla él—. Eres realmente insoportable.

La mención de su padre la hace tensar los músculos y tiene que suspirar para librarse de la sensación que le provoca recordar a sus familiares.

—Ayúdame a mover el mueble.

Christopher y ella corren el mueble lo justo para dejar un espacio para que ellos puedan pasar. Summer se asoma para ver mejor.
—No hay nadie, vamos.

Salen de ahí y se adentran en la habitación. Se queda mirando todo. La nostalgia es fuerte; muchos momentos que pasó allí, y todo se perdió en unas cuantas horas. ¿Cómo algo puede resultar tan inestable?

Contiene las lágrimas que amenazan con asomarse y, en lugar de dejarlas salir, se pierde en los objetos: una mesa con papelitos, una cajita de madera, una estantería con libros horribles que le hacían leer en la escuela y cuentos… Los cuentos que su madre le recitaba antes de dormir. Todo está igual. Pero ya nada lo es.

Abre la puerta unos centímetros y con un ojo ve los pasillos del palacio: alfombras rojas y suaves, y candelabros gigantes colgando del techo. Es un contraste perfecto, la elegancia de las decoraciones con la antigüedad de la construcción de piedra.

Se va de la habitación con Christopher pisándole los talones. Se mueven a hurtadillas por las esquinas, siempre precavidos de que no los noten. La oficina de su padre, que está a unas dos habitaciones más adelante, la tienta; con solo correr unos metros llegaría. Pero es arriesgado, los podrían ver.

Un poco antes de llegar, se escucha un ruido acercarse. Las rueditas se mueven más veloces que la velocidad a la que caminan ellos. Debe ser un criado. Summer toma a Christopher de la manga de su sudadera; este se sobresalta, pero no se resiste cuando ella lo mete al cuarto más cercano.

—¿Qué…? —Summer se apresura a taparle la boca y este la mira, confundido. Se lleva un dedo a los labios en señal para que guarde silencio y él asiente.



#2277 en Fantasía
#6318 en Novela romántica

En el texto hay: #romance, #obsesion, #secretos

Editado: 30.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.