Royal secrets: la sombra tras la corona

13.

Aiden.

La luz de la mañana entra por las ventanas, iluminando cada rincón de la habitación en la que están. Aiden se despierta por un rayo de sol que le cae sobre los ojos. Abre los párpados lentamente para acostumbrarse a la claridad. Cuando se adapta por completo, lo primero que ve es el rostro de Evie… muy cerca.
Siente su respiración calmada a unos centímetros de distancia.

Admira su rostro unos segundos: su tez clara, cubierta por algunos lunares sobre sus facciones, su cabello negro y corto…

Pasa su mano a la almohada y le acaricia el cabello suavemente. Toma un mechón oscuro en su mano y lo contempla. Nota que la raíz del cabello empieza a adquirir un tono anaranjado y se difumina en el color azabache de las puntas. Si no estuviera tan cerca, no lo notaría. Y ahí es cuando cae en cuenta de lo que hace.

Se aparta enseguida, tomando distancia.

«¿Qué me pasa?»

Se levanta de la cama con cuidado de no despertarla, sintiendo cómo su piel se estira y le recuerda el rasguño que tiene en el costado. Pone una mano en la herida, toma aire y se incorpora. Va con cierta dificultad al baño y se quita la camisa para ver en qué estado quedó.

La sangre ya no brota por el tajo, sino que se ha formado una costra que cubre donde antes salía el líquido rojo. A pesar de que la herida está mejorando, duele. No va a arriesgarse a hacer algo que afecte a la curación de… lo que sea eso.

Toma una toalla y la humedece. Se frota el cuerpo con la tela, con cuidado de no tocar el sector dañado. Hace lo que puede para asearse sin tocar el tajo.

Al salir, ve que Evie está despertando; sonríe al verla toda despeinada y evitando la luz del sol.

—Despertaste —se acerca a la cama y se sienta con cuidado en la orilla, deja de secarse el cabello por un rato para tomar una almohada, lanzándosela a ella—. Vamos, levántate. —El movimiento rápido le hace sentir una punzada de dolor; hace una mueca, pero se vuelve a concentrar en ella enseguida.

Evie gruñe y se cubre con las mantas.

—Qué sueño —se queja.

—Tienes que bañarte, sucia, ayer ninguno se bañó. —Analiza eso y se apresura a corregir—. Eso sonó raro, quiero decir que ayer corrimos por toda la ciudad. —La sacude para que se levante.

Evie se incorpora y pone los ojos en blanco.

—Ugh, ya, ya, me levanto.

Aiden asiente y va a su armario. Rebusca entre la ropa y saca una camiseta ancha y simple; se la tira. Esta cae en su cabeza y la toma de mala gana.

—¿Y esto qué?

—Póntela cuando te termines de bañar, ¿o piensas usar la misma ropa de ayer? Lo que sí, tendrás que ponerte tus pantalones, porque no creo tener unos que te queden.

Evie le muestra el pulgar en acto de afirmación y se mete al baño. Aiden se va a la cocina y, con esfuerzo, prepara algo para comer.

Luego de unos minutos, va a sentarse al sofá y enciende el televisor. Ahora mismo deberían estar en clase, pero el accidente de ayer y la hora a la que despertó hoy decidieron otra cosa.

Evie aparece por la puerta, luciendo su camiseta y los pantalones que ha llevado desde el día anterior. Aiden le sonríe y le indica que se siente junto a él.

—¿Cómo está tu herida? —se deja caer a su lado y señala su costado—. ¿Puedo ver?

La sonrisa de Aiden se transforma en una con picardía.

—¿Por qué tanto apuro? —sigue con su tono burlón—. Te recomiendo no volverte adicta a la vista; sé que es difícil porque tengo el mejor físico que verás, pero contrólate, hermosa. —Menciona la última palabra lentamente, saboreando cada letra y, a la vez, mofándose de ella.

—Oh, tranquilo, ya tengo dominado el instinto de lanzarme a tus brazos —le sigue el juego—. Pero deberías preocuparte por ti, no creo que ese ego sea sano.

—Mi ego está en perfecto estado, que sepas.

—Ah, ya. Solo haz caso y levántate la jodida camisa, no sería divertido si te mueres por una infección.

Aiden pone los ojos en blanco y una sonrisita lo delata; esa chica lo divierte tanto.

Se levanta la tela y deja al descubierto su costado. Evie toca la herida con las yemas de sus dedos, delicada, sin hacerle doler, pero aun así siente cómo su cuerpo se tensa bajo su tacto. Tiene ganas de apartarse, de correr lo más lejos posible de ella y de lo que provoca. Pero también quiere quedarse, sentir más de eso que no sabe qué es; tampoco desea descubrirlo.

—Está mejor —dice ella al retirarse. Aiden siente un vacío donde antes estaba su mano y no entiende por qué le dan ganas de detenerla, de rogarle que siga ahí. Con él. Sintiendo su contacto.

«Necesito ir al manicomio».

Deja salir una risita corta, algo nerviosa. Se baja la camisa y toma el control del televisor.

—Veamos qué fue eso que vimos anoche. —Cambia el tema, intentando olvidar todo lo que pensó y lo que se obligó a no pensar—. Por cierto, tu desayuno está en la mesa, no sabía cuánto te demorarías, si no te lo hubiera traído acá.

—Ah, gracias… —dice Evie, corriendo a buscar su comida donde él le indicó.

Aiden enciende el televisor y busca un canal que lo ayude a informarse sobre lo que ocurrió la noche anterior.

No mucho después encuentra uno; no fue difícil, todos los canales noticieros están reportando cosas sobre el nuevo avistamiento de la criatura.

«Último minuto: se ha emitido una alerta tras los alarmantes informes de una serie de agresiones perpetradas por una entidad biológica de naturaleza desconocida, cuyas características no guardan precedente en los registros taxonómicos actuales. Hasta este momento, el balance de las autoridades cifra en veintisiete las personas heridas de diversa gravedad, mientras que, lamentablemente, se confirma el fallecimiento de cinco individuos. Los equipos de emergencia permanecen en máxima alerta ante lo que expertos califican como un fenómeno sin parangón en la historia reciente».

Evie ya llegó a sentarse con él, en silencio. Aiden no dice nada, pero su mirada se queda clavada en la pantalla.



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En el texto hay: #romance, #obsesion, #secretos

Editado: 30.12.2025

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