Royal secrets: la sombra tras la corona

14.

Summer.

Las palabras se repiten en su cabeza, como seguramente igual le está pasando a Aiden.
Efectos secundarios.

El chico que tiene al lado resultó herido por una de esas cosas. ¿Le pasará algo a él? ¿El chico que la salvó tendrá que pagar el precio con su vida? No lo permitirá. Pero tampoco es que pueda hacer algo para evitar esto.

Cuando recién ha comenzado a conocer a Aiden, sucede esto. Cuando recién comenzaba a disfrutar su compañía. Cuando, por un momento, lo empezó a considerar un amigo.

El peso de la realidad la hace encogerse. Deja de masticar la comida que tiene en la boca. Ya no soporta esto.

Se levanta del sofá, dejando atrás la mirada curiosa de Aiden, que la sigue mientras ella va al baño. Vomita los únicos bocados que comió de lo que le hizo ese chico, que ahora puede ser una amenaza.

Una amenaza.

Eso es lo que siempre ha sido.

Fue una amenaza cuando recién lo encontró en el callejón. La podía reconocer y entregar. Fue una amenaza cuando él se obsesionó con descubrirla. Y, hasta ahora, sigue siendo una amenaza. En cada segundo que pasa, él es un atentado contra toda su integridad. Antes mental, ahora de manera física. Todo en él huele a peligro.

El sonido de golpecitos en la puerta la hace salir de sus pensamientos, volviendo a la realidad. Está inclinada sobre el retrete, jadeando después de vomitar todo lo que ingirió.

—Vi… ¿estás bien? —pregunta Aiden tras la puerta, sin llegar a entrar.

Puede que él se convierta en quién sabe qué cosa, ¿y le pregunta a ella si está bien?

—Sí —responde, seca. Se deja caer al suelo y apoya la espalda en la puerta del baño.

Suspira, cansada. De todo. De que esto tenga que ser así. Quizá en otra vida sí pudo conocer a Aiden en otras circunstancias. Tal vez pudo disfrutar de que este chico le hablara de sus libros, o que él le hiciera el desayuno. Ojalá nunca lo hubiera involucrado en esto.

Por ella fue que él ahora corre riesgo de convertirse en eso. Si ella no ocultara cosas… él no se hubiera interesado en ella. Y no la hubiera salvado.

—Evie… —murmura Aiden detrás de la puerta. Sigue ahí—. ¿Te puedo pedir algo? —Lo dice casi como una súplica.

El tono la hace apoyar la cabeza en la madera de la puerta. Es tan frustrante empezar a conocer a alguien y que… suceda esto.

—Sí —contesta.

Se hace un largo silencio, hasta que Aiden habla.

—No quiero que me tengas miedo.

Sus palabras hacen que el aire salga de sus pulmones.

No es justo.

Nada lo es.

Aiden no tiene la culpa de lo que pasó. Ella lo está juzgando por algo que aún no existe. Y, aun así, el miedo está ahí. No le puede hacer esto.

—No tengo miedo de ti —replica, más que nada para tranquilizarlo.

—Lo tienes. —El suspiro tembloroso detrás de la puerta la hace sobresaltarse—. ¿Sabes? Me parece muy… irónico que, antes de esto, no me temías, y eso que hasta yo lo hacía, lo sigo haciendo. Antes, cuando sí dependía de mí… cuando yo elegí seguirte, ser un riesgo para lo que sea que ocultas.

La mención de eso la hace tensarse. Pero lo sigue escuchando en silencio.

—Y ahora, cuando no depende de mí… me tienes miedo.

No se da cuenta de que terminó de hablar hasta que solo quedan sus respiraciones en el aire, llenando el espacio que los separa.

—Ni siquiera sabemos si de verdad me convertiré en eso —añade él, y la esperanza se le trasluce en la voz.

Se levanta del suelo y se mira al espejo un segundo. Eso es el golpe de realidad que necesitaba. El cabello negro es un caos. No. Ella es el caos. Casi ríe, si no fuera por la situación en la que están. Suspira una última vez y abre la puerta que la separa de Aiden



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En el texto hay: #romance, #obsesion, #secretos

Editado: 30.12.2025

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