15.

Aiden.

La sorpresa en su rostro es imposible de esconder.
Evie sale del baño, con el cabello revuelto y la piel pálida. Y con su camiseta.

El corazón le da un vuelco involuntariamente y culpa a las emociones fuertes que está sintiendo ahora. No de esas emociones románticas. Más bien de las que destrozan. Es fácil culpar lo que odias por todo. Y, en este caso, las culpará de cómo reacciona su estúpido corazón ante ella.

—Esperemos que no me arranques la cara si te llegas a convertir —intenta bromear ella, aunque tiene la voz tensa.

—Créeme, no es una de las primeras cosas que quisiera hacer —replica, irguiéndose al notar que su mano sigue apoyada en la puerta.

Evie suelta una risa desprovista de humor y se aclara la garganta, apoyando su espalda en la pared.

—Eh… bueno. Supongo que habrá que esperar a ver si pasa algo —dice Vi.

Una sonrisa se le dibuja en el rostro. No lo va a dejar.

—Gracias —responde, porque no sabe qué decir ante esta muestra de apoyo por parte de ella. La chica que vivió esto junto a él.

Evie parece recordar algo y abre mucho los ojos.

—Christopher —menciona sin más.

Ella toma su teléfono y marca un número que él no alcanza a ver. Luego aparece la voz conocida del chico en la línea.

—Chris, ¿estás bien? —se apresura a preguntar Evie.

—Sí —responde seco este—. ¿Estás con Aiden? —consulta él—. Tenemos que hablar. Ahora.

El tono humorístico de siempre es reemplazado por uno que Aiden nunca le había escuchado a Christopher.

Evie le echa una mirada un segundo y responde.

—Sí, está Aiden —informa ella.

Antes de que Christopher pueda responder, ella tapa el micrófono y se dirige a él.

—¿Puedes…?

Capta en seguida y asiente.

—Sí. Me voy —ríe, rascándose la nuca.

Sale de la habitación donde estaban y se va a la sala. Suspira sin razón aparente aparte del rasguño y se tira al sofá con un libro en mano.

Es hora de darle un poco de privacidad a Evie, aunque sea un segundo.