Royal secrets: la sombra tras la corona

28.

Summer.

Es víspera de Navidad. El ambiente es dulce y cálido.

Christopher se encuentra en su habitación, de seguro componiendo una canción nueva o jugando en el móvil. Y le indigna tanto que su amigo no le tome importancia a esta fecha que ella adora.

Se levanta del sofá y corre al cuarto de Chris. Da uno, dos, tres golpecitos y espera una respuesta de su amigo.

—¡Pasa! —grita su amigo desde dentro.

Abre la puerta y lo primero que ve es a Christopher con una libreta delgada entre las manos y un bolígrafo en la mano, del cual muerde uno de los extremos. La falta de luz en ese cuarto la enloquece. ¿Acaso es ilegal abrir las cortinas?

—¿Qué pasa? —pregunta él sin mirarla, solo concentrado en lo que sea que haga en las páginas.

—Chris —le habla, como si fuera una advertencia. No le está prestando ni un mínimo de atención, aunque él diga que sí.

Se cruza de brazos y se apoya en el umbral de la puerta. Christopher gruñe y se pasa una mano por el cabello, desordenándolo, o peinándolo, si tomamos en cuenta lo que él quería. Clava sus ojos celestes en ella, con una expresión aburrida.

—Habla —pone los ojos en blanco.

Resopla ante la actitud habitual de su mejor amigo. Ni ella sabe cómo es que lo sigue soportando. Se encamina hacia la gran ventana que se encuentra en la pared con la intención de dejar entrar un poco de luz a la cueva en la que está metido Christopher.

—¿Qué haces…? —indaga este, mirándola con curiosidad.

Llega a la cortina y las abre con un sonido que le hace retumbar los oídos.

—¡Ah! —se queja él, tapándose la cara con una mano—. ¿Por qué haces eso?

—Chris, pareces un maldito adolescente que se la pasa encerrado. Por favor, madura.

Él se levanta despacio, casi de una manera cómica, y camina con calma hacia ella, que sigue parada a un lado de la fuente de luz. Christopher toma las cortinas y las vuelve a cerrar con el mismo sonido molesto.

—¿No sabes que los bombones se derriten con el sol? ¿Me quieres matar, Sum? —bromea, volviendo a tirarse a la cama y a abrir la libreta donde la dejó—. Por cierto, ¿qué rima con destrucción? No sé qué letra poner para la nueva canción.

—Christopher, tenemos que encontrar una solución a tu forma de vida de vampiro…

—¡Eso! —exclama él de la nada.

—¿El qué?

—Destrucción; solución —explica mientras anota algo en la hoja, luego la alza en el aire, contemplándola emocionado—. ¡Rima! Te amo, Summer, no sé qué haría sin ti.

—Ya. Y si tanto me quieres, levanta ese trasero y ayúdame a decorar el árbol de Navidad.

Christopher la mira con una ceja arqueada.

—Ya no te amo —murmura, agarrándose el pecho con dramatismo. Summer lo observa con una mirada que denota lo exasperada que puede llegar a ponerla su amigo. Él advierte la mirada y suspira, dejando la libreta a un lado—. Bien —acepta de mala gana—. ¿Qué quiere que haga la señora casada con cinco hijos, Summer de las Mercedes?

—Ayúdame a decorar la casa.

Van hacia la sala y Summer le pone en las manos una gran caja llena de esferas de colores, la caja que encontró en el piso de arriba, a un lado de su cuarto. No tiene idea de por qué su amigo guarda ahí todo lo que pertenecía a sus padres, o recuerdos de hace años. Está todo olvidado, polvoriento. Pero no preguntará, porque el lugar donde Christopher dejó esos recuerdos no ha sido pisado en mucho tiempo.

Y sospecha que, al estar esas cosas ahí, en el segundo piso, junto a su cuarto, es una de las grandes razones por las que él nunca pisa esa habitación.

—¿Qué es…? —no alcanza a terminar de hablar cuando abre la caja, dejando ver las esferas transparentes a la vista. Se queda serio. Por primera vez.

No debió traerlas… sabía que le podría afectar, que se podría enojar o poner mal. Y para que Christopher borre la sonrisa debe ser algo que aún no supera.

—Lo sien…

—No —Christopher interrumpe su disculpa, esbozando una sonrisa que parece ensayada, pero no le llega a los ojos—. Estoy bien —toma una de las esferas, y en eso puede notar cómo la mano le ha empezado a temblar. Christopher sigue su mirada y aprieta la mano en acto reflejo, deteniendo el temblor.

—Chris… perdón, si no quieres no lo tienes que hacer…

—Estoy. Bien —repite, ahora con voz más firme, pero lo dice como si se estuviera convenciendo a sí mismo—. Suspira y le sale tembloroso—. Maldita sea, estoy bien, Summer —sonríe, con un poco más de alivio, pero no el suficiente—. En serio. No tienes que preocuparte —su mano sigue tambaleándose mientras cuelga la esfera en una rama del árbol al azar—. ¿Ves? No hay de qué preocuparse. Ahora vamos a decorar la puñetera casa.

Y, cuando le contesta, es solo porque sabe que lo peor que puede hacer cuando Christopher está mal es forzarlo a hablar.

—Okey, vamos a decorar.

♛♕

La tarde transcurre lenta y desesperante. Las cosas de hace unas horas dejaron el ambiente denso, y ni los intentos afanosos de Christopher por destruir eso fueron suficientes. La casa está decorada, se ve hermoso todo así, tan vivo. Y, aun así, se siente apagado.

Es cuando se da cuenta de algo. Christopher es un ancla para ella; si él está mal, ella no se puede sentir bien. Su amigo, el cual nunca pensó que sería tan importante en su vida, ahora es una de las personas que más valora. Y se siente horrible. Porque fue idea de ella intentar hacerlo interactuar con un dolor que sabe que está ocultando.

—Ya. ¿Qué tal? —consulta Chris, con una media sonrisa, mostrando el árbol que, con esfuerzo, terminó de decorar—. Menos mal que no tenemos gatos… imagínate a una de esas bestias destruyendo mi precioso árbol —le causa tanta repulsión ver a su amigo con una sonrisa que es obvio no siente.

—Gracias —se limita a decir—. Por ayudarme a decorar —aclara.

—No fue nada. Cuando me necesites me llamas —dedica una última sonrisa y se va a su habitación, cerrando la puerta con una suavidad sorprendente.



#2277 en Fantasía
#6318 en Novela romántica

En el texto hay: #romance, #obsesion, #secretos

Editado: 30.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.