Royal secrets: la sombra tras la corona

Extra.

Christopher.

Cierra la puerta con seguro.

Necesita recuperarse.

Se deja caer al suelo, con la espalda pegada a la puerta que acaba de cerrar.

Su respiración es agitada.

Su mente no le permite pensar con claridad.

Todo es una visión desenfocada, borrosa. El aire no le llega a los pulmones a pesar de que lucha desesperadamente para lograr respirar. Se siente ahogado y no sabe si es por el agua que acaba de ingerir o por el peso de lo que carga.

Ya no soporta esto. Cada recuerdo que creía superado, cada fragmento desparramado de él en el suelo, cada pensamiento que lo atormenta. Es demasiado.

No es solo una cosa. Es todo. Todo está mal, y ni siquiera sabe a qué se refiere con esa palabra. Su vida es una miseria: vivir en la misma casa, con los mismos recuerdos que le joden la mente. Su identidad, ya no sabe qué es real y qué no. No tiene idea de quién es el verdadero Christopher o cuál es una máscara. Sus amistades, las está perdiendo por no saber cómo ser sincero, cómo mostrar lo que siente.

Por primera vez en un largo tiempo, se permite derramar las lágrimas que le atacan los ojos.

Ya no quiere ser fuerte. Quiere dejarse caer en el suelo y llorar hasta dormirse. No quiere soportar solo. Pero tampoco quiere ser débil.

Porque no sabe cómo ser fuerte sin morirse por dentro, o cómo sentir sin parecer débil.

Quiere volver a hacer chistes que no sean para ocultar la destrucción de su alma. Necesita que el sarcasmo que utilice sea para divertir y no para esconder. No quiere seguir usando una máscara de su propia personalidad.

Se pasa las manos por el cabello, casi tirándoselo. El dolor físico es la única ancla a la realidad que ha tenido. Tapa su boca para ahogar los sollozos que se ha permitido.

Abre sus ojos, obligando a su mente a aceptar su miserable realidad.

Capta la guitarra tirada en una esquina de la habitación. La idea de arrastrarse por el piso hasta llegar al objeto lo tienta, porque puede que ni siquiera tenga fuerzas para levantarse.

Pero tiene que seguir siendo fuerte.

Por Summer. Por esa persona que es la única que le queda. La chica que lo obliga a vivir.

Se levanta del suelo y va hacia la guitarra a paso lento, casi tortuoso.
Comienza a tocar.

Lo que al comienzo es una melodía tranquila se vuelve un enredo, un caos. Toca con tanto fervor, tanta necesidad de aferrarse a algo, que casi no nota cuando sus dedos empiezan a sangrar por la fuerza que ejerce al hacer contacto con las cuerdas.

Pero no para. No importa si sus manos sangran o duelen. Está sobreviviendo a él mismo, y algo tan superficial como el dolor no es más que un zumbido frente a la inmensidad de la agonía de los fragmentos que le quedan.

Se detiene un segundo.

Las risas de la sala se filtran por las paredes del cuarto. Sonríe. Christopher esboza una sonrisa de alivio al escuchar a sus amigos.

Quisiera poder estar ahí, compartiendo con ellos. Desea disfrutar como cualquiera. Desea más que nada poder olvidar todo y solo ser él por unas cuantas horas, sin fingir.

Y su mente es quien se lo impide.

Se levanta.

Va al baño y se lava las manos hasta que no hay rastro de sangre en ellas. Se mira al espejo unos segundos, viendo el fracaso que trae tatuado en su cuerpo. Tira agua en su cara para despejarse y borrar el rastro de lágrimas que hay en sus mejillas.

Camina hacia la puerta y afirma la mano en el pomo de la puerta.

Su mente ya lo torturó mucho hoy. Y ya fue suficiente con los días pasados donde casi no se podía ni levantar. Ahora Summer está aquí, en su casa. No está solo, aunque su mente le haga creer que sí.

El duelo ya pasó. No volverá a caer.

No hará caer a los demás.



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En el texto hay: #romance, #obsesion, #secretos

Editado: 30.12.2025

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