Royal secrets: la sombra tras la corona

36.

Summer.

—Yo no entiendo por qué tú entrenas y entrenas. Te he visto peleando con Aiden y Christopher muchas veces —analiza Charlotte mientras están sentadas en su habitación comiendo un postre que le llevó su amiga en secreto (no le quería dar a Christopher)—. ¿Qué te traes entre manos, Evie? —cuestiona con los ojos entrecerrados, echándose una cucharada de pastel de chocolate en la boca.

—¿Por qué tengo que ocultar algo para entrenar? Tal vez solo quiero estar en forma —arguye Summer—. O darles una paliza a esos idiotas.

Charlotte la analiza mucho tiempo —o tal vez es a ella a quien le parece una eternidad—, buscando algún indicio de algo. Se aleja y saca otro trocito de torta.

«¿Qué rayos piensa tanto?»

—Mientes. Si quisieras “estar en forma” no comerías veinticuatro siete. —Se encoge de hombros antes de volver a posar sus ojos color avellana hacia ella—. Yaa, dime la verdad. ¿Qué planeas?

Suspira y sopesa los beneficios y desventajas de contarle. Si le dice, es un 99,9 % seguro de que tendrá una nueva aliada, pero ese 0,01 % es en donde su amiga no la apoya y se jode todo.

—Qué insistente eres —asevera Summer antes de decidirse—. Bueno. Se puede decir que estoy entrenando para calificar para guardia real. —Con eso Charlotte se quedará tranquila un tiempo, al menos hasta que empiece a descubrir otra cosa.

—¿Guardia? —ríe—. Así se hace, Evie. Tú, mi ejemplo a seguir, como no pudiste conseguir ser reina, aseguras un puesto que te hará ascender —aplaude—. Muy bien pensado.

—Sí, creo.

—Me apunto.

Casi tiene que agarrarse la mandíbula para que no se le caiga al suelo.

—¿Qué? —cuestiona luego de analizar que no lo dijo bromeando.

—Dije que me apunto. Voy contigo. —Repite.

No. No. NO.

Si Charlotte la acompaña, aparte de que es muy probable que descubra la verdad sobre… todo, tendrá que cuidarla, que no le pase nada mientras ella investiga o lo que sea que haga estando en ese puesto. No puede ir Charlotte.

—Eh… ¿por qué? —intenta persuadir Summer.

—¿Cómo que por qué? ¿No es obvio? No te dejaré sola allá, yo quiero ir contigo. Aparte será divertido, ¿a que sí? —da palmaditas emocionada y se acomoda un mechón de cabello oscuro tras la oreja.

—Pero no creo que te guste entrenar y eso, mucho esfuerzo. ¿En serio lo harías por mí? No lo valgo.

—¿Estás intentando detenerme? No pierdas tu tiempo, Vibby, ya me decidí. Y no voy a dejar a mi mejor amiga sola. De hecho, cuando mueras voy a pedir que me entierren en una tumba a tu lado.

—Charl, piensa en ti, odias esto, odiarías cada segundo como guardia. Yo estaré bien. —Sonríe, intentando sonar convincente.

—No. Nada que digas me hará cambiar de opinión. Punto.

—Charl…

—No. Y si tienes algo que contar, algún motivo o algo, te escucho. —La fulmina con la mirada.

—No hay nada.

—¿Segura…?

La puerta de la habitación se abre con estrépito y Christopher entra como un huracán.

—¡Oye, no me la vas a creer! Al lado se mudaron unos… —se detiene un segundo al mirar a Charlotte y a Summer—. No me puedo creer esto. —Hace una pausa y las apunta con un dedo—. ¡No me dieron postre!

«La salvación». Nunca en la vida se había sentido tan feliz de ver a su amigo.

Charlotte rueda los ojos y se come una última cucharada.

—Perdón, no iba a malgastar una deliciosa tarta en un hambreado como tú. Ah, y ¿ya te puedes ir? Estábamos hablando.

Él hace como que no escuchó nada de lo que ella dijo y pregunta:

—¿De qué hablaban sin mí? —recalca la última parte con una mueca de indignación.

—¿Qué nos querías decir, Chris? —habla Summer antes de que su amiga diga algo.

—¡Ah, verdad! Al lado se mudó una familia que te juro que todos están uff, desde el padre hasta la hija. Ese señor podría ser mi sugar daddy.

Summer y Charlotte lo miran con la boca abierta. Se arrepiente en ese mismo momento por haber preguntado.

—¿Qué…? —Charlotte parpadea lento, asimilando lo que acaba de decir él—. ¿Christopher, qué?

—A ver, a ver, no me juzgues. Oh, también sus hijos están… —se muerde el labio.

—¡Ya cállate, Christopher!

—¿Christopher es gay? —pregunta su amiga.

—No, no, no. Estás bien equivocada. Yo me quedo con lo que la vida me traiga —guiña un ojo—. Yo como de todo.

Ambas se quedan inmóviles, o más bien Charlotte, porque Summer ya lo sabía; con todas las cosas que él dice al día ya era obvio.

—Ah, bueno.

Christopher hace ademán de irse y Summer no sabe qué excusa poner para salir con él; si se queda con Charl, de seguro la sigue interrogando.

—Por cierto, ¿han visto mis audífonos? —consulta este antes de marcharse.

—Los vi en la sala —contesta ella.

—¡Gracias!

Summer se incorpora rápidamente y pasa a su lado.

—Te ayudo a buscarlos, de seguro que no los encuentras. —Pasa a su lado e ignora la mirada de confusión que le dirige él.

—¿Bien? Creo.

Y así es como se ha salvado de las preguntas mortales de su querida amiga Charlotte.



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En el texto hay: #romance, #obsesion, #secretos

Editado: 30.12.2025

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