Summer.
Esa reacción no la esperaba.
—Charlotte. No me llamo Evie, nunca lo he hecho. Y no soy quien crees —admite al ver que su amiga piensa que la está jodiendo.
Esto tiene pinta de que se va a ir al carajo. No le va a creer. Y va a pensar que era una broma. Y se va a ir. O, en el peor de los casos, sí le cree y después se va a divulgar esa información. Hay tantas probabilidades, y la mayoría terminan con ella en la cárcel.
Charlotte parece estar a punto de reír otra vez, pero inesperadamente se contiene e intenta poner una expresión más seria.
—Explícate.
Y aquí va, explicando por segunda vez en la semana todo el caos de su vida. Toma aire, luego lo bota. Traga saliva y se tranquiliza.
—Yo… me llamo Summer. Y soy hija del rey.
Charlotte se queda inerte, mirándola fijo. Se escucha una exclamación fuera de la habitación, pero Summer ignora lo que sea que fue eso.
—¿Summer? —repite su amiga. Abre mucho sus ojos avellana, como si hubiera recordado algo—. No me jodas. ¿Eres la hija que traicionó al reino? ¿La que salió en noticias hace años? ¿A la que buscaron durante meses? ¿La que intentó asesinar a Erick, el hermano del rey? —pregunta incrédula.
—Eh… sí.
—No mames. Estás de joda.
—Ojalá —ironiza.
—¿Pero cómo…? No te creo.
Suspira.
—Sabía que podías no creerme nada. Y no sé cómo hacer que lo hagas.
—¿Me estás diciendo que eres hija del rey? ¿O sea que eres literalmente una princesa fugitiva asesina?
—En conclusión, no. Porque no lo hice, lo intenté.
—Bueno, y… ¿qué quieres que haga? Por favor no me metas en cualquier mierda. Estoy bien con mi vida pacífica.
Se acaba de descartar, o eso parece. No la ayudará, pero tampoco la delatará. Es un avance, ¿no?
—No te meteré en nada, solo quería que supieras la verdad antes de mañana.
La curiosidad se muestra claramente en sus ojos. Luego… traición. Aceptación.
—Entonces… eres hija del rey —repite, analizándolo bien—. Quiere decir que todo lo que pasó antes, nuestra amistad y todo ese lío, ¿era mentira? ¿Buscabas una vida de respaldo por si te descubrían? —pregunta, con la voz débil, como si temiera la respuesta.
—No. Te considero mi amiga, por eso te estoy contando, incluso esperaba que te unieras en esto, pero no quiero pedirte mucho. Y sé que es difícil que llegue como si nada a decirte que soy otra persona. Así que solo te pido que confíes. Yo estoy confiando en ti al decirte esto; ahora tú confía en mí y créeme lo que digo.
Diciendo eso, cae en cuenta de que todo se trata de algo.
Confianza.
Esto. Lo que pasó con Aiden. Lo que oculta el reino. Lo que ocurre ahora. Confianza. Sin confianza todo se destruye. Las personas. Los reinos. Todo está construido en los débiles cimientos de la confianza, la cual se puede romper con un solo secreto.
Pasan unos minutos.
Silencio.
Charlotte mira la pared fijamente, sin decir palabra. Mataría por saber qué piensa en estos momentos, saber cada hilo que está conectando en su mente. Poder anticipar lo que le dirá o lo que decidirá.
—Me mentiste —procesa, en voz baja.
—Perdón.
Su amiga suspira, pasándose una mano por el cabello en un gesto de cansancio.
—Ev… Summer —se corrige—. No te mentiré, estoy confundida, me siento en parte traicionada e incluso diría que tengo miedo. No sé si creerte o no. Necesito pruebas, lo que sea, y lo haré. Pero ahora mismo no sé qué pensar.
—Te entiendo. Si yo estuviera en tu lugar estaría igual. La única prueba que se me ocurre para darte es Christopher; él estuvo desde que era pequeña y estuvo conmigo durante todo ese tiempo en que pasó todo ese problema. Si quieres, pregúntale lo que sea —sugiere.
—Okey, busquemos a Christopher para entrevistarlo —intenta bromear Charlotte, aunque le falta mucho a su tono para llegar a ser animado.
Se levantan y caminan a la puerta. Se escuchan pasos fuera de la habitación, mezclados con murmullos, que se alejan a toda prisa. Hasta que se oye un golpe seco y un grito, acompañado de un insulto. Summer abre la puerta y ve a Christopher tirado a los pies de la escalera, frotándose la pierna. Y a Aiden parado a su lado, con una mueca; al verla salir, sonríe con inocencia.
Christopher, tirado en el suelo, levanta un dedo.
—Puedo explicarlo.
—Adelante —permite Summer, cruzando los brazos sobre su estómago.
—La gravedad me odia… ¿Saben qué es la gravedad, verdad? —añade rápidamente, como si se le hubiera ocurrido a último segundo para salvarse—. La gravedad es la movida esa que te pega al suelo. Es la fuerza invisible que hace que…
—Sí sé qué es la gravedad, Christopher.
—Les estaba espiando la conversación —lo acusa Aiden.
Christopher pone cara de indignación y se levanta del suelo, cojeando ligeramente, pero lo ignora. Se acomoda el cabello, que está más desordenado que si se hubiera metido en un huracán, y se pone los lentes que se cayeron al piso, los cuales tienen una gran grieta en el lente derecho.
—Las estábamos escuchando. Aiden igual estaba conmigo —reafirma él, luego hace una mueca y se mira la pierna—. Puta madre, creo que me disloqué el hueso.
—Chris, te caíste del segundo peldaño —Aiden pone los ojos en blanco.
—Y encima lo minimizas, ¡eso podría ser mortal! —se queja él.
—Déjense de joder. Vamos a ir todos ahora mismo a la sala a conversar —ordena, caminando junto a Charlotte.
—Seas Evie o Summer, te compadezco, yo no soportaría ni una hora con esos dos —le dice, dándole palmaditas en el hombro. Eso la tranquiliza. Que Charlotte le hable sobre una situación es mucho mejor a que la culpe de traidora.
Toman asiento en los sillones. Christopher en el suelo junto a Aiden y Charlotte en el sofá junto a Summer.
—Chris, Charlotte necesita pruebas para creer que…
—Sí, escuchamos —interrumpe él—. Es mi momento de brillar. Entrevísteme, chicas.