Epílogo

Charlotte.

Dos días antes.

Debería sentirse bien.
Después de años planeando su venganza, de cómo iba a apagar la luz de los ojos del hombre que apagó los de su padre, tendría que sentirse feliz.

Vio la sangre caer. Derramarse por el suelo que tantas veces pisó el rey. Pero ni siquiera tuvo fuerzas para sonreír de satisfacción.

Se tira en su cama con un suspiro, ahogando las lágrimas que caen lento por sus mejillas.

La culpa la arrolla, la envuelve. Una pregunta se repite en su cabeza.

«¿Y ahora qué?»

Lo único que la mantenía anclada a la realidad era esperar el momento de la justicia. La venganza. Y ahora que lo ha hecho… no sabe qué sigue. Sus planes llegaban hasta ahí; a veces hasta consideraba que ni siquiera llegaría a pisar el palacio. Pero lo ha hecho. Aunque para eso tuvo que sacrificar la lealtad a su amistad.

Desearía volver a estar con Evie…, Summer. Y no soporta extrañarla, porque ese sentimiento siempre llega acompañado de una culpa que no está segura de si seguirá soportando.

¿Entregar a Summer era la mejor opción?

No.

«Pero lo logró», se justifica.

No arruinó el plan de Summer. Lo modificó. El no entregar a Aiden valió de algo. Al final, ambas pudieron lograr lo que querían, aunque no fuera juntas.

Se mira las manos, ya relativamente limpias. Pero la sangre seca bajo las uñas delata lo que hizo hace unas horas y el peso que se trajo con eso.

Tiene que irse, lo tiene claro. La empezarán a buscar en cuanto descubran que ella fue la asesina. Pero… hay algo que aún la ancla a este lugar. Y odia tener esas cadenas.

Summer.

No sabe si ella la perdonará algún día, y le gustaría que, si no llega a hacerlo, al menos sepa el porqué de lo que hizo.

Necesita verla, aunque sea lo último que haga.

Lo último, porque lo más probable es que la quieran matar por la traición. Y se lo merece. Que la maten, pero que sea sabiendo la verdad de fondo.

Pero primero tiene asuntos que atender.