Royal secrets: una sombra tras la corona

2.

Aiden.

—¿Quién era ese? ¿Qué quería? —le pregunta Summer, la chica que conoció hace poco más de media hora y es súper agradable, o al menos eso es lo que cree él.

—Tenía un arma.

—Lo sé. —Piensa un segundo y palidece—. ¿Y si le pasó algo a Christopher? —Voltea la cabeza hacia el lugar de donde vienen, como si estuviera a punto de irse. Aiden la toma de la muñeca y la detiene ahí, con un agarre firme pero lejos de ser doloroso.

Ella le dirige una mirada que podría prender fuego.

Aiden mira sus manos, y la imagen hace que sus mejillas se enrojezcan. La suelta enseguida y mete las manos en los bolsillos. Summer, al parecer, no nota el tono levemente rosa que le tiñe el rostro, porque se queda mirando algo detrás de él. Pero no es como si tuviera la mente en blanco, sino que está observando con atención. Las comisuras de sus labios se elevan en una sonrisa y sus ojos, del color del café intenso, se curvan en una expresión que lo hace querer sonreír.

—¡Gracias! —grita mientras lo rodea con los brazos. Aiden sonríe lo más que puede y asiente. Su aroma es un fresco olor a vainilla, también un olor parecido al de la orilla del mar. Y su calor corporal es el justo para hacerlo querer quedarse así por un buen rato.

»Espera, espera, espera… ¿por qué me está agradeciendo?« Se había perdido tanto en la fragancia de esa chica que ni siquiera se le pasó por la mente ese pequeño detalle.

—¿Por qué me agradeces, Sun? —pregunta sin apartarse. Lamentablemente para él, Summer se aleja y señala una tienda que está a sus espaldas. Aiden voltea y lee el nombre.

»Café de medianoche«

»Nada mal... creo«. Dirige la mirada a un cartel al lado de la puerta:

»¡Bienvenido a Café de medianoche, el mejor lugar para tomarte un café a medianoche!«

Hace una mueca, pero la disimula con una sonrisa que, al parecer, no oculta mucho.

—¿Aquí es donde venías? No parece muy... —lucha buscando una palabra— prometedor.

—Sí, pero Christopher nunca ha sido bueno con las decoraciones y, aunque no lo creas, lo del letrero es sarcasmo. Ven, entremos. —Camina en dirección al pequeño recinto y, en vez de ir a la puerta, va al cartel, toma una puntita que está despegada y de ahí saca una llave.

—¿Lo del cartel era sarcasmo? Yo creí que tu amiguito era estúpido y no sabía ni cómo redactar una simple oración.

—No sé, pero algo me dice que se llevarían estupendo.

El espacio es pequeño, no tanto como para llegar a ser diminuto, pero ni de broma se confundiría con un local grande. Hay cinco mesitas con un par de sillas cada una, unos cuantos sillones desgastados y un mostrador de vidrio que está apagado, al igual que la mayoría de las cosas, como la nevera o la TV.

Se escucha un »clic« y Summer aparece junto a un interruptor. Ahora que puede ver mejor, nota que el lugar es un desastre y, según se muestra, no ha sido limpiado por un buen tiempo.

—Qué acogedor —murmura—. Y... ¿cuándo va a venir tu amigo? Es de mala educación no saludar cuando llegan invitados.

—No tengo ni la más remota idea de dónde está, se me perdió, y ni siquiera sé cómo. Aún no me lo creo, ¡hubiera sabido cuándo se fue! —Ella se frota la cara con cansancio y también como si se hubiera arrepentido de decir eso—. Si no lo encuentro, me mato.

Le dan ganas de abrazarla. Quiere sentirla otra vez. Sentir su aroma y su calor. Es el olor más delicioso y la calidez más familiarmente asombrosa que ha experimentado. Advierte que su corazón se aferra como si ya la conociera. Lo que es ilógico, ya que la conoció hace menos de dos horas. Y sus recuerdos le indican que está equivocado; no la recuerda de ninguna parte, y está seguro de que, si la hubiera visto antes, no la olvidaría. Pero su corazón, su instinto y sus sentidos le transmiten que la conoce, que conoce todo sobre ella, que en algún momento fueron imanes que se unieron... o que se unirán.

Se acerca a ella y rodea sus hombros con los brazos.

Summer inclina la cabeza hacia arriba para mirarlo, ya que es unos centímetros más baja y su cabeza le llega a la nariz.

Se abre la puerta con un chirrido y aparece un chico: el cabello negro despeinado le cae sobre la frente y contrasta con el color azul marino de sus ojos, que están cubiertos por unos lentes de marco grueso. Es delgado y unos escasos centímetros más bajo que Aiden. Se queda mirando a los dos, parpadea y entrecierra los ojos.

—¿Interrumpo algo?

Los dos se voltean instantáneamente hacia el chico y Summer se separa enseguida.

—¿Christopher?



#1711 en Fantasía
#5671 en Novela romántica

En el texto hay: #romance, #obsesion, #secretos

Editado: 20.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.