Royal secrets: una sombra tras la corona

3.

Summer.

Una felicidad le sube de pies a cabeza mientras Christopher entra a la cafetería. Llegó en el momento perfecto. Un segundo más y solo Dios sabe que hubiera pasado con el rostro de Aiden.

Suelta a Aiden enseguida y corre hacia su amigo. Christopher extiende los brazos, listo para recibirla en un abrazo.

—Summer, tanto ti... —es interrumpido por el pie de ella, que se estrella en su tobillo— ¡Auch! ¿En serio esta es tu forma de recibir a tu querido amigo luego de... —mira el reloj que trae en la muñeca— treinta minutos. Exactamente treinta y un minutos y veintiséis segundos?

—¿Dónde se supone que habías ido? Idiota, ¡me abandonaste en medio de la ciudad, en un lugar que no tengo idea de dónde queda! Me perdí por tu culpa, y, de hecho, si no hubiera sido por este cretino, estaría más muerta que tu abuela, joder —espeta Summer, respirando hondo para controlarse.

—¿Gracias? —dice Aiden en el fondo.

—Sum, tranquila, te lo explico... mira, es que yo juré que me estabas siguiendo cuando caminábamos, incluso me puse a hablarte, pero cuando volteé no estabas. Te empecé a buscar en las calles anteriores y no estabas, así que pensé que tú ibas a pensar que yo pensaría que tú ibas a pensar que iría a la cafetería, que pues es el único lugar que conoces, y bueno... aquí estamos. ¿Y quién es ese? —señala a Aiden con desdén.

—Yo soy la razón por la que tu amiguita está viva, así que dirígete a mí con un poco más de respeto, ¿no? ¿O quieres que te...? —Summer va y le tapa la boca, lo que menos quiere es escucharlos pelear.

—Ya, ya, basta. Aiden, este es Christopher, y Christopher, este es Aiden. Ahora ambos se van a callar o yo misma les voy a partir la cara.

Aiden pone los ojos en blanco mientras que Christopher bufa con indignación.

—¿En serio? Si siguen así, los llevo a castrar a los dos —Hace una pausa—. Aunque, refiriéndome a ustedes, dudo que haya algo que castrar...

Christopher siempre ha sido la persona más sarcástica que conoce. Cada vez era un dolor de cabeza tratar con él, y aun así siguen siendo amigos. Y ahora le mandan a uno igualito a Christopher.

»Esto es el infierno«

La tarde se funde en noche entre risas y reproches; horas después Christopher se encuentra sentado en un sofá con el teléfono, mientras que Aiden está limpiando los platos porque, al parecer, Christopher y Aiden no conectaron tan perfectamente como Summer creía y, como es el local de Christopher, él manda y pues mandó a Aiden a limpiar, al menos si se quería quedar.

—Oye, tú, Aiden, prepárame un café. —grita Christopher sin despegar la mirada del celular, y Aiden solo se limita a poner mala cara y negar con la cabeza.

—Yo no voy a hacer nada más, el trato era que yo limpiara y me podía quedar unos días, nunca acordamos que yo haría todo, así que levanta ese trasero y hacete tu jodido café —le responde Aiden, guardando el último plato y secándose las manos en la ropa.

»¿En serio voy a tener que aguantar esto hasta que empiecen las postulaciones para reinar?«

La situación es frustrante: dos cabrones peleándose cada dos segundos desde que se conocieron. Pero si ella quiere recuperar su trono, tendrá que soportar.

Las postulaciones son en una semana.

¡Una semana escuchándolos!

Eso será tortura.

Christopher gruñe y se levanta, va al mostrador y enciende la cafetera.

—¡Esclavo rebelde! —exclama con sorna. Aiden le muestra el dedo del medio con una sonrisa en el rostro, encaminándose a los sillones en los que antes estaba Christopher.

—Oye, Aiden, ¿dónde dejaste la taza de Spider-Man que estaba aquí?

—No lo sé, no la tomé.

—Sí lo hiciste.

—No lo hice.

—Yo te vi.

—Entonces anda al hospital, estás viendo cosas.

—Mentira, tú la tomaste...

A la mierda la tranquilidad.

Solo una semana.

Solo siete días.

Solo ciento sesenta y ocho horas.

Solo diez mil ochenta minutos.

Solo...

—¡Dame mi maldita taza! ¡Summer, dile algo!

Morirá del estrés antes de llegar siquiera a los dos días.

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En caso de que Su Majestad no cuente con un heredero directo, se procederá a convocar un proceso de postulaciones entre los dignatarios del reino. Tras la evaluación de los candidatos y conforme a los méritos y virtudes de cada aspirante, será prerrogativa exclusiva del soberano designar al individuo que habrá de sucederlo en el trono, asegurando así la continuidad y la estabilidad de la corona bajo el juicio sabio y justo del monarca.

Dethric, Rey de los 50 Estados de Estados Unidos



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En el texto hay: #romance, #obsesion, #secretos

Editado: 20.11.2025

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