Royal secrets: una sombra tras la corona

19.

Summer.

Christopher la toma por el cuello en un intento de quitarle la respiración. ¿Qué movimiento la ayudaría a librarse de esta situación?

Le pisa el pie con todas las fuerzas que le quedan y este gruñe, retrocediendo enseguida con una mueca de dolor mientras se frota el pie.

—¡Eso no vale! —se queja—. Si eso te llegara a pasar, no le puedes pisar el maldito pie para salirte. O sea, conmigo sí te funciona, pero dudo que te sirva con alguien más.

Han estado entrenando hace algunas horas. Está exhausta. Si tienen que entrar en la guardia del palacio, necesitan aprender a luchar, o al menos a defenderse.

—No perdía nada intentándolo —Summer se encoge de hombros—. Aparte, no sabía qué movimiento más hacer. Nunca en la vida he peleado de esta manera. Y creo que fue lo más efectivo en este caso.

—No. No lo fue —interrumpe una tercera voz.

Summer voltea enseguida y se encuentra a unos metros de Aiden, el cual está de pie, afirmado en la muralla que forma un pasadizo que conecta el patio trasero con el frente de la casa de Christopher.

»¿Qué se supone que hace él aquí?«

Ahora se lo encuentra hasta en la sopa.

—¿Y tú cómo sabes? —le pregunta ella con desdén.

Aiden se acerca a pasos lentos hasta quedar frente a Summer.

—¿Por qué lo sé? Mmm... ¿quizás porque hice entrenamientos de lucha desde los diez años? —la mira con una sonrisa arrogante—. Y, a lo que dijiste: no. La mejor manera para salir de esa situación era pegarle un codazo en el estómago y voltearte para darle en la entrepierna. O también un cabezazo en la nariz lo hubiera apartado rápido.

Christopher suelta un sonido entre bufido y carcajada.

—Qué bien. En serio, amigo. Me alegro mucho de que sepas darle palizas a cualquiera, pero estamos ocupados, por si no lo habías notado. Te lo diré amablemente, ¿te puedes ir? No necesitamos ayuda. —Christopher le hace una seña para que se vaya.

—Y tú no puedes dejar de prestar atención a la pelea aunque ya tengas ventaja. Lo peor que se puede hacer es subestimar a tu adversario. Así que sí, necesitan ayuda. No sean tercos.

Pone los ojos en blanco. ¿Cómo una persona la puede irritar tanto y, a la vez, hacer que le guste su presencia? Quiere aceptar la ayuda pero, a la vez, rechazarla. No quiere deberle nada a Aiden, y odia que este tipo en serio sepa del tema, porque la verdad sí necesita una ayudita.

Suspira con frustración.

—¿Qué quieres a cambio por ayudarnos? —le dice finalmente.

Christopher le lanza una mirada asesina, obviamente reclamándole por haber aceptado.

—¿Yo? Nada muy difícil, solo que cierta persona acepte ir conmigo a... ¿Qué te parece el bosque? No literalmente. Hablo de ese campo que está cerca de la escuela.

»Este tipo está loco.«

—Trato.

—¡¿Qué?! —exclama Christopher, incrédulo, con la boca abierta—. ¡Ni de joda voy a dejar que este me enseñe! —brama, molesto.

—Bien, mejor. Yo quería hacer el trato con ella, no contigo. Así que gracias, tampoco me agrada mucho la idea de pasar mucho tiempo a tu lado —se defiende Aiden.

—Christopher, no seas así. Puto terco. —Lo regaña ella.

—No es ser terco, es mantener la dignidad —replica su amigo indignado.

—O mantener la estupidez —señala Aiden.

Christopher le dirige una mirada asesina y Aiden se burla junto a Summer.

—Sum, no me puedes hacer esto, por favor. No quiero estar con este idiota, me cae muy mal, por fiis, te lo ruego, te lo imploro —le susurra cerca del oído para que Aiden no lo escuche.

Summer ríe y apunta al suelo.

—A ver, pídelo de rodillas —se burla.

Su amigo se arrodilla y junta las palmas como si estuviera rezando, mirándola con sus ojos azules, tan oscuros como el océano.

—Por favor —ruega.

Ella ríe y Aiden se tapa la boca ahogando su carcajada.

—Okey, okey —se carcajea y le hace una seña para que se levante. Él lo hace y la mira expectante, esperando el rechazo de Aiden.

—¿Y? ¿Rechaza la oferta, no? —la apresura él.

—Dije que quería que rogaras, no que si lo hacías aceptaría.

Christopher la mira con la boca abierta, como si lo hubieran traicionado.

—No me lo puedo creer. ¿Lo eliges a él antes que a mí? Okey, está bien. Los mejores siempre terminan rechazados —dramatiza—. Me voy —se aleja unos pasos y luego mira por encima del hombro—. Repito: me estoy yendo. —Otro paso más.

Summer y Aiden lo miran confundidos, y este suspira.

—No me valoran —cierra los ojos como si fuera a llorar, negando con la cabeza—. No me hablen. No me detuvieron... —sigue dramatizando con una mano en el pecho.

—Christopher, estás para actor de novela dramática —comenta Summer.

Christopher abre los ojos y la boca a la vez, ahora más indignado.

—¿Ahora me estás llamando dramático? —se pasa una mano por las ondas negras que tiene como cabello, sin podérselo creer—. Eres tan mala conmigo... —Y se marcha haciendo mejor espectáculo que un actor de cine.

—Bueno, lo bueno es que se fue —menciona Aiden luego de un rato.

Se escucha el sonido de una ventana abrirse y Summer mira hacia la casa. Ahí está Christopher, observándolos con fingido desprecio desde su balcón, que, desafortunadamente, da vista al patio en el que ella y Aiden están.

—Te escuché.

Summer se tapa el rostro con cansancio.

—Creo que no —contesta ella a lo que dijo antes.

—También escuché eso.



#1711 en Fantasía
#5671 en Novela romántica

En el texto hay: #romance, #obsesion, #secretos

Editado: 20.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.