Royal secrets: una sombra tras la corona

24.

Summer.

—¿Dónde vamos? —pregunta por milésima vez Summer.

Aiden solo se limita a poner sus manos en los bolsillos y a seguir caminando con ella a un lado.

—Dime dónde vamos —reclama tomándole el brazo y moviéndolo para molestarlo—, porfis. Quiero saber.

—A un árbol. —Informa como si fuera lo más natural del mundo.

—¿Qué? ¿Cómo que a un árbol? Estás bromeando, ya dime dónde es.

Él ni se inmuta. Sonríe con burla, seguramente ella es la que le hace gracia.

—No bromeo.

Summer lo mira con una ceja arqueada.

»¿Ahora qué mosco lo picó? ¿Un árbol?, ¿en serio?«

La hora transcurre rápido, pero sus pies le dicen que han pasado mínimo dos horas caminando. Conversan cualquier tema que se dé, ya que uno solo aburriría a cualquiera.

—Llegamos. —Anuncia diplomáticamente Aiden al llegar a un tronco grueso y lleno de musgo.

—¿Y esto qué? —pregunta, pero al mirar arriba nota que hay una construcción de madera un poco más arriba. Se ve algo antigua y la verdad duda de que eso sea… seguro.

—Tranquila. Solo observa y después pregunta.

Él toma una piedra al azar y la lanza hacia arriba. Son necesarios cuatro intentos para que la piedra choque con algún mecanismo invisible desde donde ella está parada. Y entonces una escalera de madera se despliega y cae justo frente a ellos. Un escalón se desprende de su lugar con un golpe amortiguado por las hojas del piso.

—Las damas primero. —Comenta Aiden con una sonrisa que ella no sabe identificar si es burlona, comprensiva o apenada.

—De seguro quieres que me mate yo primero, ¿verdad? —Bromea ella antes de poner su pie en el primer tablón y mirar hacia arriba.

—Claro que no, ¿acaso no lo podemos dejar simplemente en que soy un caballero? —Continúa él—. Aparte vamos, no exageres, solo es un escalón.

—Sí, un escalón. ¿Y luego? ¿La casa completa con nosotros encima? —Refunfuña mientras comienza a escalar con cuidado de tantear su próximo movimiento antes de ejecutarlo, de todas las maneras que existen de morir, la caída no es una de sus favoritas.

—No exageres, la casa no se caerá.

—¿Quién me lo asegura? ¿Tú? Por favor —ironiza. Después de subir unos cinco metros, llega a la plataforma. Afirma su mano en una madera sobresalida y se impulsa con ella, pero antes de darse cuenta, el pedazo se desprende y la deja colgando de una mano.

—¡Evie, ¿estás bien?! —Aiden escala lo más rápido que sus piernas le permiten y queda justo un peldaño por debajo de ella. Sujetándola de la cadera con una mano, y con la otra agarrándose para no quedar en un ataúd.

La fría brisa de la tarde le azota el rostro y le alborota el cabello, dejándola lejos de una buena visión. Mira hacia abajo y se le forma un nudo que le aprieta el estómago, pero el contacto de su mano la desconcentra, y lo agradece, en serio. Es mejor concentrarse en eso que en caer, pero odia que él sea quien le robe la atención. Se obliga a dirigir la vista al frente y respirar tranquila, se acomoda un mechón con la mano ahora libre y acto seguido, se sujeta otra vez de la escalera.

—Sí, un pequeño inconveniente. Solo promete que si me muero me harás un buen funeral.

—Bien, no te moriste. No sería lindo arrastrarte hasta la ciudad. —Sonríe demasiado cómodo, su mano todavía firme en su cadera.

Ahora que no está a punto de morir puede notar más su contacto, su suave mano, a la vez callosa pero delicada. Sosteniéndola. Sus mejillas se tiñen de un para nada suave color carmesí. Toma la mano de Aiden con una de las suyas y la aparta bruscamente.

La sonrisa de él se ensancha.

Summer sube casi corriendo lo que queda de escalera, no quiere seguir tan cerca de él, porque es posible que su escasa dignidad se vaya por la borda.

Una vez ambos dentro de la cabañita medio derruida, Summer se encarga de inspeccionar todo.

—¿Tú construiste eso? —Inquiere.

Aiden se queda parado a mitad de la construcción, cruzado de brazos mientras su mirada la perfora.

—Gracias por creerme tan capaz de algo así. Pero lamento decepcionarte, yo solo la encontré.
Toca todo, cada objeto de ahí. Una lámpara de aceite, dos banquitos de madera y muchos, muchos libros.

—¿Estos son tuyos? —pregunta curiosa, levantando uno y observándolo, rozando el lomo y la funda de cuero.

—No he tenido mucho tiempo para ver lo que hay —informa, acercándose y quedando a un lado de ella—. Cuando encontré esto andaba apurado, fue hace unos años. Quería ver si seguía aquí.

Summer abre la primera página y la lee. Solo hay una palabra, escrita con una letra infantil.

»Aiden«

—¿Seguro? —pregunta, arqueando una ceja. Alza el libro para que él lea.

Aiden lo mira. Y se le borra la expresión.

Toma la libreta rápidamente y comienza a hojearla. Sus ojos se mueven frenéticamente a través de los renglones, las letras.

Y de pronto, se detiene.

Una página.

Una frase.

Algo.

Su mirada queda fija. Perdida. Como si lo hubiera golpeado un recuerdo que no existe… o que no recuerda que existe. Después levanta los ojos hacia ella. La observa demasiado tiempo. Como si necesitara confirmar algo en su cara que tampoco entiende.

Sin decir palabra, guarda el cuaderno en el bolsillo interior de su chaqueta. Casi pegado al pecho.

—¿Qué pasa? —pregunta Summer, sintiendo el ambiente ponerse raro en un microsegundo.

—Nada. —responde él, demasiado rápido, sin mirarla.

Sin decir más, él toma cada uno de los libros y libretas de allí y las echa en un bolso que encontró en el suelo de la cabaña.

—¿Qué decía? —Se atreve a preguntar—, ¿es tuyo?

—¿Nos vamos? —evade él.

—¿Eso es un ?

Se queda en silencio, solo mirando para cualquier lado que no sean sus ojos. Luego asiente.

—Pero no recuerdo haberlo escrito.



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En el texto hay: #romance, #obsesion, #secretos

Editado: 25.11.2025

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