Rui (bienaventuranza)

El florecimiento de la misión

―¿Tan terrible es la casa de tu padre? ―cuestionó el pelirrojo al verla callada por tanto tiempo. De hecho, llevaba meses siendo callada, había cosas que se guardaba para sí misma.

Ella le había hablado mucho de su madre, pero nada de su padre, como si no existiera. Al igual que otros kirin, Rui había salido de la Luz, creado único, sin la capacidad de reproducirse, y no entendía cómo era tener padres. Pero sabía que en la Tierra ambos padres debían recibir igualmente loas, porque generarían nuevos individuos, conformando una familia como primer pilar social y biológico, al menos como estándar. Aunque llamaba a otros kirin familia por el solo hecho de ser kirin, sabía que la familia de la Tierra era el primer agente constructor y transformador de un individuo. En pocas palabras, los padres eran parte de Mei Rin.

Ella lo miró como saliendo de una ensoñación eterna, pero rápidamente evadió el contacto visual.
―No es terrible la casa, sino los recuerdos que hay en ella ―al darse cuenta de que había hablado de más, intentó amañar la información―. Me será mucho más difícil continuar con la misión mientras viva en esa casa, papá es mucho más duro que mamá y no lo entenderá. Pero no quiero dejar las cosas a medias, hay personas que están esperando algo de mí, y tampoco quiero cometer algún error que provoque que los seres celestiales te castiguen por abandonar tu misión.

―Ya te he dicho que los seres celestiales no son así ―no obstante, no era idiota para no darse cuenta de que ella le escondía datos―. En este tiempo he aprendido a conocerte y saber cuándo algo te duele. Y no se trata de la misión. Mei Rin, no me gustan las mentiras. Si no solucionas lo que te duele, la convivencia con tu padre será imposible, difícil de llamar familia.

Como siempre, era demasiado directo.

―La convivencia con mi padre siempre fue difícil, incluso cuando todavía estaba casado con mi madre. No sé qué espera de mí, pero nos llevemos mal o bien, tendré que adaptarme si quiero continuar teniendo estudios. Y los necesitaré si quiero que gente de más altas esferas me tomen en serio cuando hable de tu utopía. Este mundo funciona así.

―Otra vez me estás evadiendo y sé que esto va más allá de tu padre y su casa, porque llevas meses estando apagada, desde que comenzó a presionarte.

―¿Cómo pretendes que no esté apagada, si he tenido que enfrentarme a muchos tipos con malas intenciones y hasta extorsiones de gente mafiosa? Me siento como si estuviera huyendo de ellos, hui de las cosas durante muchos años de mi vida y me preocupa tener que seguir haciéndolo, seguir siendo pequeña ante las amenazas que los otros representan ―soltó un largo suspiro―. Las buenas obras que he hecho no hacen más que tocar las superficies de los problemas. No he podido entrar a las casas donde una persona sufre violencia doméstica para protegerle, o hacer una limpia de todos los acosadores sexuales que andan sueltos por ahí, o detener a los que matan inocentes, o a los que compran servicios obscenos….

―Y para ti esa es una guerra personal, ¿verdad?

Ella no se daba cuenta, pero iba poniéndose más pálida que de costumbre y apretaba con fuerza la correa de su equipaje, dejándose en evidencia. Al escuchar sus palabras, tuvo miedo.
―¿Y qué pasa si es una guerra personal? ―usó un tono desafiante.

―Que perderás la visión del todo pos priorizar la parte. El individualismo es parte de la naturaleza de los hombres, pero tienes que aprender a regularlo. Comprendo que te duela, pero llegará un momento en que puedas hacer algo sin forzar las cosas y sin ponerte en excesivo peligro.

―¿Estás diciendo que no quieres que corra peligro, al mismo tiempo que pides que me ponga en el blanco de todas las discusiones políticas importantes? Rui, decídete ¿ahora que me has metido en este lío me vas a sacar? No quiero ser una broma para ti, me he tomado en serio tu misión.

La gente a su alrededor los miraba feo porque era de pésima educación ponerse a discutir en el transporte. Le chistaban, pero ellos no parecían darse cuenta.

―Esto ya no es por mí o por la misión, lo estás volviendo personal. Y de forma irracional.

―¿Y cuál es la forma racional de luchar contra esos flagelos? Dime, tú debes saberlo, algo debieron hacer los que seleccionaste antes de mí… oh, déjame adivinar, acabaron con un tiro en la frente porque se decidieron a luchar en serio, en lugares donde realmente faltaba lucha. En países tercermundistas o aplastados por el fundamentalismo ¿fue así?

―¿Es malo que quiera evitarte eso? Puede que tengas el potencial de viajar a esos lugares y defender tus opiniones, pero yo no quiero verte morir tan joven, por eso no me opuse a que te mudases a un lugar más seguro. Es el egoísmo que aprendí de tu especie. ―ahora él desvió la mirada―. Pero si la casa de tu padre tampoco representa un lugar seguro, no sé dónde buscarte cobijo.

―¿Dices que buscarme cobijo es más importante que la misión?

―Sí… ¡No! ―¿qué estaba diciendo? Su misión era ayudar a la Gran Persona, no inutilizarla.

A ella le pareció tierno de su parte.

―Tú me hablaste de tomar riesgos. El que avanzaba ahora retrocede. Debe ser difícil ocupar tu papel, sólo mirando sin casi intervenir y por eso agradezco tu preocupación. Quiero discutirlo más tarde, o el resto de los pasajeros nos comerán vivos si seguimos hablando.




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