Ruido de Alas

Capítulo 4

Liam, se encontraba en La Cueva, nombre otorgado por Levy y su hermana para un departamento muy moderno y bastante impersonal, no tenía nada de él que lo ligara a ese lugar, solo lo tenía para llevar a sus citas y polvos de una noche, como bien era el caso de la chica con cuerpo de diosa que se encontraba en el sofá con nada más que ropa interior. Él estaba disfrutando su noche, la cual solo empezaba. Se encontraba sirviéndole una copa de vino a Samantha, cuando escuchó su teléfono sonar.

Ella le lanzó una mirada llena de lujuria y deseo cuando lo vio atravesar la sala con solo su bóxer puesto, aun mirándolo se relamió los labios, para luego darle una sonrisa llena de descaro y coquetería, él se estaba encendiendo de nuevo, aunque su mente no estaba al cien por ciento en ese lugar ni con quien se encontraba, nunca lo estaba.

Un frío helado lo recorrió de la cabeza a los pies cuando vio el número de la llamada. Ya había hablado con Ally, sabía que estaban bien y habían aterrizado en San Juan sin ningún problema. El hecho de que Will lo estuviese llamando en plena noche de bodas y a esas horas, no era para decirle que se la estaba pasando de lujo. Inmediatamente contestó y se olvidó por completo de su lívido y su acompañante.

―Will ―respondió con precaución.

Liam… ―Los nervios se tensaron aún más al escuchar la voz del hombre, algo pasaba y algo realmente malo.

―¿Qué pasa? ¿Qué ocurrió?

―Es Allyssa… está siendo trasladada a uno de los hospitales de San Juan en este momento. No está bien en lo absoluto.

―¡Carajo! ¿Qué demonios pasó?

―Es algo con sus niveles de glucemia, creo que para ti eso lo explica todo, ¿o no? ―La pregunta fue hecha con un sarcasmo más que marcado, cosa que le hizo preguntarse, que tanto sabía Will, en estos momentos sobre su hermana.

―Will, no es momento para reclamos. Necesito que me expliques exactamente porqué llegó a ese estado, qué síntomas ha tenido, absolutamente todo.

Su cuñado guardó silencio por un momento, al grado de que Liam pensó que la llamada se había cortado. Luego, escuchó la voz de Will con una seriedad tajante y cortante, relatarle muy a groso modo, por lo que se pudo dar cuenta Liam, de lo que había ocurrido. Anotó absolutamente todo lo que había dicho Will, respecto a la salud de su hermana.

―Will, llamaré en este momento al médico personal de Al, está pendiente de tu teléfono, luego de que hablé con él, te llamaré para decirte a donde deben ingresar a Allyssa. Luego de que ella este fuera de peligro… hablaremos. ―Dicho eso cortó la llamada sin esperar respuesta alguna.

Cuando la salud y bienestar de Al se veían comprometido de alguna forma, Liam, entraba en una tensión y modo, que no había nada en este mundo más importante que su hermana. Así tuviese que llevar al doctor Pancer hasta San Juan, el traería a su hermana sana y salva a casa.

―Buenas noches Dr. Pancer, espero no interrumpirlo―. Luego de un breve saludo, Liam relató al médico el estado de su hermana, las respuestas no fueron muy alentadoras. ―Necesito que viaje conmigo hasta San Juan, no tiene que preocuparse de ningún gasto, se lo aseguro.

―Liam, no seas extremista. Estoy seguro de que allá habrá buenos médicos que puedan tratarla y darle los cuidados que necesita, de ser necesario…

―Y no dudo de los conocimientos, buen trato y atención, de los profesionales médicos de Puerto Rico, pero no son usted. Y usted conoce todo el historial clínico de Allyssa; si es necesario que viaje con su esposa no hay problema alguno.

―Liam…

―Sabía que me entendería Dr. Pancer, muchas gracias. Mi chofer pasará por ustedes en treinta minutos. ¿Dónde cree conveniente que deben internar a Allyssa, mientras llegamos?

Luego de que le dio el nombre de la clínica, cortaron la llamada, antes de comunicarse con Will, avisó a su chofer de que fuera en busca del médico y enseguida tomara rumbo al aeropuerto, se encontraría con el doctor en el lugar.

―Liam, ¿cuándo piensas volver? ―Escuchó la pregunta melosa y casi susurrada de Samantha que, sin brasier, se pegaba a su espalda abrazándolo por la cintura, sus finas manos comenzaron a acariciar el torso de Liam, sintió como los labios de la chica comenzaban a dejar huellas de ellos en su hombro y cuello.

Él sin ni siquiera inmutarse por nada de aquello, se zafó con gentileza de ella.

―Lo siento, no podremos seguir. Debo resolver un asunto de emergencia.

―Entiendo… ―dijo Samantha con un puchero simulando tristeza― Ya nos veremos de nuevo―. Eso último lo dijo con una sonrisa traviesa y sin remilgo le dio un beso apasionado y desbordado de deseo, él le correspondió un poco aturdido por la sorpresa de su arrebato.

Sam, estaba un poco decepcionada por tener que irse, tener una noche con Liam Mc’Namara, era el sueño de toda mujer de Boston, ese hombre de veintisiete años, era uno de los más sexys y atractivos de la ciudad, con ese porte enigmático, serio, tan calmado, que siempre tenía, lo hacía ser más irresistible. Había acertado al pensar que estar una sola noche con él sería arder en el fuego que deseas nunca se extinga. Con ese físico bien cuidado y formado, nada exagerado, tenía un torso y trasero que la harían fantasear por horas, un espécimen hecho para pecar sin remordimientos, su piel trigueña combinaba perfectamente con su cabello y mirada castaña, esa barba bien cuidada, que últimamente llevaba lo hacía aún más tentador. Todo en ese hombre gritaba masculinidad, su deseo por él incrementó al máximo cuando lo había visto en la celebración de la boda, lo que nunca pensó fue que llevara tatuajes en su piel, sin embargo, lo adornaban de una manera endemoniadamente erótica.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 17.11.2020

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