Tu tristeza acompaña aquel cuerpo flacucho lleno de hambre y vacío, negándose a alimentarse de alegrías, felicidades y emociones.
Tu tristeza acompaña aquel cuerpo flacucho esquelético propio de incertidumbres y desconciertos. Negado a recibir cariño y amor de otros.
Tu tristeza acompaña aquel cuerpo flacucho, esquelético, sin piel, sin color, con sabor a sangre fresca, olor putrefacto.
Tu tristeza acompaña aquel cuerpo flacucho, esquelético, vestigios, mitades, pedazos.
Tu tristeza acompaña aquel cuerpo flacucho esquelético, resígnate, ya no estás aquí.