Rujarquia |#1|

Capitulo 11: Estrategia

Una explosión que venía del interior del edificio les llamó la atención. Kaleb mandó a Trevor para que junten a los soldados y averigüen que sucedía. Phill atendía a Kai, éste gruñía cada vez que colocaba la gasa para limpiar su rostro.

Kaleb se recargó de espaldas en su escritorio y observaba, analizaba cada gesto y cada movimiento que hacía el rubio; en cambio, Tsuki sólo permaneció inmóvil y con la mirada perdida en el suelo.

Esa explosión fue causada a propósito, recuerda que en uno de los entrenamientos Tiago había hablado sobre esta estrategia. La explosión no venía del edificio, al contrario, Tiago es un genio en la fabricación de granadas y bombas; lo que acababa de escuchar era una bomba que fue detonada fuera del edificio bajo tierra, esta bomba es lo suficientemente poderosa cómo para causar un temblor que haga creer a las demás personas que fue detonada en el interior de un edificio.
Si este fuera el caso, la mayoría de los soldados se pondrán a buscar en el edificio la fuente de aquella explosión. El General Bradley es listo, no atacaría de frente a lo loco sin antes hacer una buena estrategia.

Entonces, sólo debía mantener la calma, Kai debe aguantar un poco más sin intentar algo o Kaleb los enviaría devuelta a las jaulas y sería imposible para los Rujarcos encontrarlos. A menos que, tuviesen a un rastreador con ellos.

—Hay que buscar un punto ciego… —dijo Shigo.

—Shigo —Exclamó alguien detrás de ellos.

Ambos se sobresaltaron y al levantar la mirada, era Shiroi.

—Ven conmigo —Dijo inexpresivo y se dió la vuelta dispuesto a irse—. Hay algo que debes hacer…

—Eh, si… —Se levantó y lo siguió.

—Tú también Yue —Dijo el mayor sin mirarlo, el otro asintió y también lo siguió.

Al mirar a su alrededor, los miembros del escuadrón de Shiroi, Koru y la Tte. Trusova también los acompañaban.

 

No fue fácil conseguir trajes de soldados Norcranianos, algunos pertenecían a soldados que habían sido capturados y otros lo obtuvieron al entrar, deshaciéndose de algunos soldados con cautela. Tal y como Bradley lo imaginaba, una entrada de las cloacas no había sido descubierta por los Norcranianos; por lo que tampoco fue sellada, lo que llevó a Shiroi y sus hombres al calabozo.
Shigo se mantuvo cerca de Shiroi y Yue en todo momento, el calabozo es quizás, lo peor que vería en su vida; algunas celdas no estaban vacías y eso era lo peor.

Habían restos de tripas y sangre por todas las celdas, en tres sólo quedaban huesos y la sangre ya estaba seca, el olor era penetrante y nauseabundo. Conforme avanzan, se ponía cada vez más lúgubre, Yue tuvo una arcada al ver un cadáver recientemente descuartizado, los ojos estaban fuera de sus cuencas colgando en los barrotes de la celda, todo lo que formó parte de aquél cuerpo estaba hasta por el techo de la celda.

—Mal-dición —Murmuró sin poder quitarla mirada de la celda.

Shigo lo sujetó con delicadeza del brazo y lo llevó con él.

—Mientras más lo mires, peor será —aconsejó.

No tenían el plano que pertenecía al castillo, pues no sabían que esta es “la guarida” de los Norcranianos. Sólo les quedaba confiar en el olfato de Shigo. El olor putrefacto de los cadáveres lo aturdía, al menos el paseo por el calabozo no duraría mucho, al final del pasillo podía verse una puerta de metal.

La puerta conducía a una escalera, y la escalera a una bodega, se escuchaban algunas voces, así que Shiroi dió la orden de separarse para que no sean descubiertos.

Era solo un grupo de jóvenes reclutas Norcranianos hablando entre ellos sobre los prisioneros de guerra. Shiroi sabía que no sería buena opción meterse con ellos. En ese grupo, dos tenían una apariencia delgada, ojeras, ojos amarillos; una pelinegra y dos pelinegros tenían los ojos rojizos, pero con un rostro angelical y gran altura.
El resto de ellos ya eran jóvenes comunes, o eso creía él. Continuaron avanzando en silencio, Shigo al estar cerca del grupo de jóvenes, se detuvo al oír cómo la chica pelinegra de ojos rojos mencionaba a Tsuki.

—Había una de cabello negro y ojos azules, que pertenece al Clan Kottayama, era muy hermosa y podía sentir el olor de su sangre al igual que ese rubio tan lindo…

—Lastima, Kaleb no nos permite tocar a esos dos —Mencionó el pelinegro a su lado.

—Escuché que los guardias los llevaron a la Torre Alta, en la oficina de Kaleb —Al oírlo, Shigo se apresuró a alcanzar al albino que no se dió cuenta de lo que había frente a él.

Chocó con un par de cajas de madera que estaban apiladas, causando un gran estruendo que llamó la atención de los jóvenes y de los Rujarcos. El albino volteó a mirarlo y abrió los ojos al ver lo que sucedió.

Shigo estaba en el suelo, poco a poco intentó levantarse, al estar completamente erguido notó que fue rodeado por los reclutas Norcranianos.

—Vaya, tenemos a un intruso —Murmuró la pelinegra que estaba detrás de él sosteniéndolo de los hombros, esbozando una sonrisa pícara.

—Creo que podríamos divertirnos un rato —El pelinegro se acercaba sonriendo amenazante.

—Descuida, sólo queremos conocerte mejor —Susurró la pelinegra en su oído y le lamió el cuello.

El castaño se asqueo ante tal acción y fijó su vista en Yue que se acercaba corriendo con la daga de aquel hombre al que se le cayó.
Uno de los reclutas Norcranianos intentó quitarle la daga al acercarse, pero Yue con un movimiento lo arrojó al suelo de espaldas, el resto hizo lo mismo; sin embargo el asiático esquivó a todos tan ágil y preciso.

Shigo reaccionó al verlo de esa forma y agarró a la pelinegra del brazo empujándola hacia el pelinegro que estaba atónito viendo al asiático. Corrió a ayudar cuando el chico lo tomó de su pierna haciendo que caiga al suelo, sacó de su bolsillo una daga; él y Shigo forcejearon por arrebatar la daga al otro hasta que Shiroi vino a socorrer al castaño.
Tuvieron que amarrar a los reclutas y dejarlos en el calabozo. Lastimosamente, uno se les escapó y no se dieron cuenta, pues el pelirrojo se ocultó detrás de una pila de cajas de madera y esperó a que se vayan.




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