Rujarquia |#1|

Capítulo 14: Premonición - Parte 1

Después de tantos años, Tsuki durmió cómodamente, abrió los ojos para comprobar que estaba en su casa, y así era. Extrañaba su cama, ver su techo al despertar, sentir el aroma del desayuno que su madre prepara. Se vistió y bajó al comedor, no había visto a Mika desde que llegó, le preguntó a su madre:

— ¿Dónde está Mika?

—Está en su habitación, llegó tarde del trabajo y estaba muy cansada —sonrió ligeramente y le sirvió el desayuno, ella le agradeció—. ¡Ah! Tu padre quiere que lo veas en las ruinas.

— ¿Por qué allí? —Alzó una ceja.

—Creo que tiene algo que contarte —la miró seria.

La pelinegra sólo esperaba que no fuera algún sermón. Antes de salir, Mika le dijo que la esperara para acompañarla.

—Has cambiado mucho —Comentó mientras se dirigían a las ruinas.

—Sigo siendo la misma, aunque no parezca —esbozó una pequeña sonrisa.

—Te extrañé mucho al igual que Khan, él quiere ser cómo tu —Mencionó.

—Te parecerá raro, pero no quiero que él tome este camino —Espetó, le vino a la mente aquella vez en la que fue secuestrada.

—Lo sé, pero tú y papá estarán con él, no creo que vayan a secuestrarlo.

—Espera… ¿Cómo sabes que me…?

—Hogomi me contó, también lo de Alina… —Mencionó triste.

— ¿Qué pasó con su abuelo? —Se suponía que Alina iría a Jiyū con su abuelo para el tratamiento, pero debido a las circunstancias eso jamás pasó.

—Dimitry fue a verlo días después a darle la noticia, me comentó que el señor estaba ansioso por verla y que preguntó por ella hasta que vió la expresión que tenía en su rostro. Alina era la única familia que le quedaba, falleció el año pasado debido a complicaciones en su salud —finalizó. La pelinegra recordó aquella fatídica noche.

—Pude haber hecho algo, Mika —Murmuró, parecía estar por llorar, al contrario, su expresión demostraba seriedad, cansancio y algo de dolor—. Pude haber hecho algo, pero sólo salí corriendo cómo me dijo, podría haberles arrojado una esfera de nieve, pero no, no hice nada —detuvo su andar, ambas lo hicieron.

—No fue culpa tuya —murmuró la albina.

— ¿Quién lo asegura? —Cuestionó—. Acabaría con Genkaku, pero no la traería de vuelta, pude impedirlo y en lugar de eso… sólo salí corriendo.

Mika se acercó y la abrazó.

—No sé qué decirte, sólo puedo alentarte, decir que eso no volverá a suceder, aunque estaría mintiéndote… sucederá de nuevo, podrás impedirlo y otras veces no, es el sufrimiento de un militar, es lo que Papá vive cada año. A pesar de lo que sucedió, te quedaste, terminaste la preparación y sabes muy bien que volverá a suceder… varias veces, lo haces porqué sientes que tienes esperanza en que podrás evitarlo, y así será, porqué ya estás lista, tuviste tu experiencia y ahora sabes que hacer. —Tsuki correspondió su abrazo, extrañaba tener estas conversaciones con ella. A pesar de que Mika tampoco quería que fuera al ejército, ella siempre la escuchaba y le aconsejaba.

El albino esperaba a su hija frente a las ruinas, al verla llegar su mirada se dirigió a su hija mayor, sin decir una palabra ella se retiró, quedando Tsuki con su padre.

— ¿Querías verme?

—Tengo algo que darte —Murmuró, en sus manos tenía una caja azul oscuro, esta tenía decoraciones en dorado, hermoso y elegante. Le entregó y Tsuki iba a abrirlo para ver lo que contenía—. Ahora no —la detuvo—, abre la caja cuando me vaya, perteneció a tu bisabuela, estoy seguro que sabrás como usarlo —Mencionó, ella frunció el ceño ligeramente ante la confusión, ¿Qué había dentro? Se preguntaba.

— ¿Sólo era eso? —Preguntó, esperaba más, quizás un sermón o un consejo.

—Es lo que puedo darte en este momento, mañana volverás a la Academia —dijo y se retiró dejándola con la caja en sus manos.

La antigua casa de Oyuki, ahora yacía en ruinas, después de su muerte, en un ataque de ira, su esposo destruyó la casa y dejó a sus tres hijos en la casa de su tía.
Tsuki abrió la caja, lo que contenía, era el abanico de Oyuki, el mismo que llevó la noche que murió. Estaba afilado, parecía nuevo, su rostro se reflejaba en las cuchillas, la tela era azul obscuro y con las mismas decoraciones que la caja tenía.

No conoció a su bisabuela, pero la admiraba al igual que su abuelo Ezra, para ella era un gran obsequio tener algo que le pertenecía a Oyuki.

Ella tomó uno en su mano, de repente un intenso dolor de cabeza y recuerdos se manifestaron.

Rebecca y Tiago eran los únicos en la estación, ¿Acaso los demás no vendrían? Para matar el aburrimiento, él inició la conversación sobre la cena que tuvo con los padres de Bec. Pasaron unos minutos más y Shigo apareció junto a Tsuki y Kageshi.

— ¡Hey Tiago! ¿Qué tal la cena? —Preguntó Kageshi.

—Genial… o eso creo… —respondió muy inseguro.

—Tranquilo, les caíste bien a mis padres —Dijo Bec, aferrándose a su brazo.

—Eso sí, pero tu padre… me ve como si fuese un obstáculo en su camino.

—Está celoso, me pasa lo mismo con mi padre —Mencionó Tsuki.

— ¿Le presentaste a alguien? —Preguntó Shigo, temiendo por su respuesta.

—No como pareja, sino cómo amigos —Respondió, el otro suspiró aliviado.

—Ahí vienen Miraiki y Kori —Mencionó Kageshi.

Todos se voltearon a verlos. Koru no los acompañó esta vez, en su lugar estaba Liam, el medio hermano mayor de ambos, vestido con el uniforme militar de la Élite.

— ¿Cómo están? —Preguntó amable.

—Nerviosos. —Respondió Tiago, luego Bec, Tsuki y Shigo.

—Asustados.

—Es emocionante y a la vez aterrador.

—Todo lo anterior.

—Es normal sentirse así —Dijo el mayor—. Estoy seguro de que les irá bien, sólo traten de caerle bien al General Gunter.

— ¿Por qué? —Preguntó Tiago.

—Créanme, les conviene —Respondió.

Aranen estaba en uno de los apartados libres, así que se sentaron junto a ella.




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