Las Reglas están hechas para romperse ¿no?.
Después de todo ¿qué es esta vida sin un poco de rebeldía?
Intentaba consolarme a mi misma sentada en el barandal del mirador que se encontraba junto al instituto.
Las lágrimas caían silenciosamente por mis mejillas mientras veía algunas nubes acariciar las montañas a lo lejos.
-¿Entonces esto es todo?- Chloe estaba recostada al barandal a mi lado, también llorando.
Chloe White, 17 años hace siete meses, cabello negro y largo, tez muy blanca, ojos grises, mirada profunda, 1.65 de altura, delgada. Mi novia durante el último año y medio. La única persona de la que me he enamorado.
Ahora mismo. Mi Ex.
-Supongo que es lo mejor para ambas pequeña- bajé mi mirada a sus ojos cristalizados -No es lo que quiero pero es lo correcto-
Helena Regan,17 años a tres meses de cumplir los 18, pelirroja, pelo largo, ojos verdes, mirada suave, tez blanca y pecosa. 1.68 de altura. Ni muy delgada ni muy gruesa. Esta soy yo, rompiendo mi propio corazón por el bien mayor.
Me bajé del barandal y abracé a Chloe por los hombros, abrazo al cual correspondió rodeando mi cintura con sus brazos.
-L-Lo siento Lena, n-no quise que esto terminara así- Chloe hablaba entre sollozos y yo intentaba ahogar los míos.
Hacía unos meses el padre de Chloe había abandonado a su familia y ella había perdido el control en más de un sentido.
Sé que nada de lo que hizo lo hizo al propio, pero todo se volvió muy tóxico de repente y ella necesitaba tiempo para sanarse, al igual que yo.
-Tal vez es lo mejor, después de todo, por algo pasan las cosas- Limpie mis lágrimas y dejé salir una pequeña sonrisa.
Chloe se separó de mi y me vio directamente a los ojos, como queriendo recordar la mirada que le estaba dando.
-Quiero que seas feliz. Y prefiero tenerte como amiga a no tenerte en ningún sentido- le dije limpiando sus lágrimas con mis pulgares. -Y para eso tenemos que perdernos la una a la otra- sentencié con la voz quebrada.
Ambas llorábamos en silencio, viendo a la otra, buscando consuelo en la otra. Pero había demasiadas cosas por decir y ninguna de las dos se atrevía a decirlo.
La besé, una última vez, cerré mis ojos deseando que solo fuera una pesadilla, pero era real, era tan real que el dolor se sentía como fuego quemando mi alma.
Me separé de ella y lentamente caminé hacia atrás. Teníamos las manos entrelazadas y poco a poco nos íbamos soltando mientras nos alejabamos la una de la otra. En silencio. Cuando llegó el momento solté su mano, dejando caer la mía sin ánimos. Nos dimos la espalda y caminamos cada una por su lado..
[...]
-Wow, lamento no estar para ti ahora mismo Regan, de verdad- Bianca intentaba reconfortarme a través de la pantalla de mi portátil.
Bianca Coleman, 17 años hace 6 meses, cabello castaño y corto, ojos azul grisáceo, mirada fría,tez blanca, 1.76 de altura, de una contextura similar a la mía. Fría y aparenta no tener corazón, pero en el fondo es más dulce que la miel. Mi mejor amiga de toda la vida. Su padre trabaja para el gobierno y cada año deben irse durante un periodo de tiempo de la ciudad. Este año fueron tres meses...
-Dime que vienes pronto Coleman, necesito a mi mejor amiga ahora mismo- le dije fingiendo pucheros, aunque en parte era muy cierto.
Bianca rió por lo bajo y negó con la cabeza.
-Pareces una niña Lena, llego a la ciudad en una semana. Y te llevo chocolate, es tu favorito- levantó una bolsa repleta de mis chocolates favoritos.
Ella realmente sabía como subirme el ánimo. Después de todo somos amigas desde los seis años, y desde eso hemos sido inseparables.
-¿Sabes que te amo cierto?- le dije haciendo cara de ternura.
-Ugh, amor, que asco- me dijo en broma antes de reír a carcajadas.
-¡Eso dolió Coleman!, ya en serio, gracias, eres la mejor- le dije recuperando mi compostura pero sin dejar de sonreír.
-Lo mejor para la mejor, sabes que te quiero enana, ahora debes ir al instituto, ¡corre!- me dijo mirando el reloj de su computador.
Tenía razón, me tenia que ir pronto. Vivía relativamente cerca del instituto así que prefería caminar. Eso eran 10 minutos para llegar.
-¡Claro! Se me olvidaba el instituto. Gracias B, nos vemos- le tiré dos besos a mi mejor amiga y recogí mi mochila donde habían un par de carpetas y donde debía ir mi portátil.
-¡Alto! ¡No olvides las cinco reglas!- Me gritó mientras cerraba el portátil a lo que respondí con un "OK" rápido antes de cerrar y guardar el portátil en mi mochila.
Me puse los auriculares y los conecté a mi celular, puse mi "playlist" favorita y salí de mi apartamento.
Vivo sola ya que mis padres viajan constantemente y no pueden tener una casa fija. Algunos días mi hermana mayor me visita pero ahora mismo está bastante ocupada.
Caminaba tranquila cuando sentí vibrar mi celular en mi bolsillo. Tenía un par de mensajes sin leer pero el más reciente me sacó una sonrisa.
"Los cuatro fantásticos"