Rumores

Capítulo 2

Benjamín-

—Amigo te daré un consejo. Es patético tener una relación con la zorra del campus —todos ríen —Y te lo digo con toda la mejor intención del mundo.

—Deberías escucharlo —sugiere otro —Sabe de lo que habla porque está cansado de tirarse a Sabana —el mencionado sonríe con suficiencia. Apretó mi puño.

¿Podrían echarme de la universidad si deformo su cara? Puede que sí, pero me sentiré muy bien al hacerlo.

—¡Cuéntale de las veces que se han acostado! —pide alguien a la distancia.

Él mira alrededor cómo si buscará algo, traga saliva forzosamente.

Está mintiendo. Ahora soy yo quien sonríe.

—Me he tirado a esa zorra hasta en este mismo vestidor —toda la sala se llena de silbidos y gritos. No dejo de sonreír.

—¿De verdad piensas que creeré lo que dices? Puedo notar que estás mintiendo —sus ojos desprenden sorpresa. 

—¿Cómo te atreves a decir que estoy mintiendo? ¿Qué vas a saber tú?.

—He recorrido el cuerpo de Sabana incontables veces —miento. Aunque me muero por hacerlo —Así que responde esta pregunta ¿En cuál de sus dos senos tiene un lunar? —me mira sin responder y su mandíbula se tensa.

Sonrió. No tengo moral para decir que miente cuando yo acabo de hacerlo, pero tengo que admitir que soy mucho mejor que él mintiendo.

—Qué patético, engañaste a todos al decirles que estuviste con Sabana ¿Para qué? ¿Pensabas que eso te haría más hombre? Solo te hizo un desgraciado —suelto una risa burlona —Por eso no quiso acostarse contigo, eres tan poco hombre que ni siquiera podrías seguirle el ritmo —el bullicio vuelve aparecer. Todos los presentes exclaman en apoyo a lo que dije.

—¿Y qué vas hacer? ¿Irás a contarles a todos la verdad? Eso no te hace mejor que yo —se acerca.

—¿En algún momento dije que lo haría? De eso se encargarán tus supuestos amigos —los señaló con la cabeza —En cambio para mí es suficiente con ver la humillación en tu mirada, y seguirla viendo cuando todo el campus te señalé. Eso amigo, es mucho mejor.

Salgo del vestidor con mi mochila en el hombro, dejándolo de pie en el mismo lugar con la palabra en la boca.

Camino por los pasillos. No pude golpearlo pero al menos no salió impune, aunque me hubiera encantado estrellar mi puño en su patético rostro.

—Señor Parker ¿Puedo hablar con usted un minuto? —la voz de la profesora Miller me detiene. Asiento.

No me había fijado que pasaba justo por el complejo de ética. Entró detrás de ella, llevándome a lo que supongo que es su oficina.

Me siento en un mueble de su pequeña sala se estar y ella frente a ti.

—¿Puedo ayudarla en algo, profesora?.

—A decir verdad, si. Quisiera saber si su intención al llevar a Sabana a la cafetería hace una semana era inocente —va directo al punto.

—Si, fue inocente. Mi intención es hacer que Sabana tenga una vida universitaria digna de recordar a pesar de que los estudiantes de aquí sean unos idiotas.

Asiente —¿Es un acto de lástima o caridad?.

—Ninguna de las anteriores. Solo es un acto del corazón, profesora. Sé que suena difícil de creer porque han sido los chicos quienes han puesto la imagen de Sabana por los suelos pero yo no soy uno de esos, si no me cree puede preguntarle al imbécil que deje con la palabra en la boca en el vestidor.

—Con todo respeto, ¿Espera que crea que está ayudando a alguien que acaba de conocer?.

—En eso se equivoca también, profesora. Yo conozco a Sabana desde hace años, éramos vecinos de niños.

—Eso sí cambia las cosas, señor Parker. Tengo que admitir que me alegra verla conversar con alguien durante los recesos —sonríe —Espero que su intención sea totalmente buena y le pediré que no la lastime.

—Le aseguro que no quiero lastimarla, y si en algún momento lo hago no habrá sido intencional.

—Con eso me basta. Puede irse a clases —da por terminada la conversación.

Salgo del complejo encontrándome a Sabana a unos metros de la puerta.

—¡Hola! —me saluda con entusiasmo. Sonrió.

—Hola hermosa — le devuelvo el saludo y me abraza. Le respondo el abrazo inmediatamente.

—Lo siento, es que me emocioné cuando te vi —dice separándose.

—No tienes porqué disculparte, te aseguro que puedes abrazarme cuando quieras.

—Lo tomaré en cuenta —sonríe —¿Qué haces aquí?.

—La profesora Miller me pidió que viniera, tenía que hablar algo conmigo.

—¿Sobre el trabajo que entregamos la semana pasada? Te juro que lo revise varias veces y no había ningún error —balbucea.

—Quiera hablarme sobre ti —digo sincero. Me mira sin entender.

—¿Qué te dijo sobre mí?.

—Nada malo, quería saber mis intenciones contigo —comienzo a caminar. Ella me sigue.

—¿Intenciones?.

—Quería saber si era uno de esos idiotas que solo querían acostarse contigo —volteo a mirarla —. Claro que quiero acostarme contigo pero no soy un idiota —se sonroja pero no me aparta la mirada.

—Dime qué no le respondiste eso —susurra. Sonrió divertido.

—Quizás —la desafío.

—Si le respondiste de esa manera tus oportunidades de acostarte conmigo acaban de esfumarse —asegura.

—¿Tenía oportunidades de acostarme contigo? —levanto la ceja.

—Ahora nunca lo sabrás —continúa caminando.

Está mujer no deja de volverme loco.

—¡Está bien! ¡Tu ganas! —levanto las manos en señal de rendición. Voltea a mirarme —Le dije que quería que tuvieras una vida universitaria digna de recordar sin importar toda la mierda por la que has pasado.

Me mira fijamente. Quizás para saber si le estoy mintiendo. 

Me alegra que sea lo suficientemente inteligente para no haberle creído aquel idiota.

Se acerca rápidamente a mí y vuelve abrazarme. Podría acostumbrarme a tenerla entre mis brazos.

—Gracias —susurra.

—¿Por qué me agradeces?.



#25109 en Novela romántica
#15601 en Otros
#2444 en Humor

En el texto hay: secretos, superacin personal, amorjoven

Editado: 28.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.