Benjamín-
—¿Qué harán al salir de la universidad? —pregunta Ian con verdadero entusiasmo.
Sabana y yo volteamos a mirarnos al mismo tiempo.
—No tenemos ningún plan, ¿Por qué?.
—Quería invitarlos a ir al cine con nosotros —señala a Megan y luego a él —Nos llamó la atención una película que se acaba de estrenar y pensé que podríamos hacer algo así como una cita doble.
—¿Cita doble? Eso es una...
—¡Estupenda idea! —me interrumpe Sabana —¡Cuenten con nosotros! ¿Cierto, Ben? —pregunta sonriéndome.
—Por supuesto —respondo con la misma sonrisa.
Adoro verla emocionada.
—Entonces nos vemos en la puerta principal cuando termine la jornada. Espero encontrarlos ahí, o haré un recorrido por todos las aulas buscándolos —amenaza Ian.
—Te aviso que perderás tu tiempo, porque no estaremos en ningún salón. La profesora June nos dio el día libre porque tenía otros asuntos que atender —explicó —Aunque me hubiera encantado verte mientras nos buscabas desesperadamente —Ian me enseña su dedo medio haciendo reír a las espectadoras —Pero por respeto a Megan decidí avisarte.
—Eso es muy considerado de tu parte, Ben —Megan me sonríe —A la próxima que quieras gastarle una broma a Ian nos ponemos de acuerdo, estoy segura que podríamos planear algo sensacional.
—Prometo avisarte cuando tenga algo en mente.
—Eso espero —me sonríe.
—Genial, mi novia y mi mejor amigo unidos en mi contra. Me encanta —nos dedica una sonrisa fingida.
—Tu querías que me llevará bien con Benjamín, cielo. Ahora que encontramos algo en común nada podrá destruir esta amistad —Megan estira la mano hacia mí y la tomo.
—Pues ya que estás aliado con mi novia, seré aliado de la tuya —reprocha Ian mirando a Sabana —. En el momento que este idiota te haga algo, me lo haces saber y lo pateare tan fuerte que las bolas le quedarán de corbata —lo miro serio mientras ríen.
—Te agradezco el gesto pero si eso llega a suceder, estaré feliz de ser yo quien lo haga —responde Sabana.
—¿En serio? Ni siquiera la mujer que quiero puede respetarme —simuló estar ofendido. Sabana me besa mientras sonríe.
Podría acostumbrarme a esto.
—Ustedes son tan lindos ¿Verdad Ian? —pregunta Megan.
—Si, son adorables. Su amor es empalagoso —responde sarcástico. Reímos.
La campana suena dando aviso que la próxima clase comenzó.
—Bueno chicos, nos vemos en la salida —recuerda Ian.
—Lo sé amigo, lo sé.
Megan e Ian salen de la cafetería tomados de las manos.
Ustedes también son adorables, me digo mientras los veo salir.
—¿Qué haremos mientras esperamos? —pregunta Sabana mirándome.
Me acerco a ella rápidamente.
—Tengo muchas cosas en mente —susurro en su oído haciéndola temblar. Un sonrojo se expande por sus mejillas. Me fascina hacerle bromas.
—Ben, yo... Osea, quiero decir... —tartamudea. Sonrió aún cerca de su oído.
Su perfume está comenzando a volverme loco.
—¿Qué quieres decir?.
—Es que... No quiero decir que no esté en contra de esa idea, solo que no me parece que este sea un buen lugar.
—¿Por qué no? La cafetería está totalmente sola, nadie sabrá lo que estamos haciendo —beso su cuello. Tiembla ligeramente.
Tengo que detenerme. Si no lo hago podría hacerla mía aquí mismo, sobre la mesa.
—Solo que... No quiero que nuestra primera vez sea aquí —me alejo de ella.
Tiene los ojos cerrados y los labios entre abiertos. Le doy un beso casto y me levanto de mi lugar.
Sabana me mira sin entender que está pasando.
—Vamos, necesito que me ayudes hacer unas labores en el invernadero —estiró la mano.
Ella la toma dudosa y salimos del comedor.
El camino al invernadero es silencio, Sabana no volteo a mirarme en ningún momento. ¿Se habrá molestado por lo de hace rato?.
—¿Te encuentras bien? —pregunto abriendo la puerta.
—Si, solo estaba pensando en algo.
—¿Puedo saber en qué?.
Me mira dudosa. —En lo de hace rato.
—¿Qué pensabas sobre eso?.
—Pensé que lo decías en serio, y una parte de mi estaba nerviosa porque no podría controlarme si intentas provocarme —murmura sonrojada.
Maldición, tengo que mantenerme firme. No creo que sea la expresión adecuada para este momento.
—Sabana, no puedes decirle a un chico algo así. Y menos a uno que está tratando de controlarse para no arrancarte la camisa.
Cierro la puerta dándole la espalda.
—¿Por qué no podrías hacerlo? —me quedo estático —Digo, podrías hacerlo si quisieras.
Cierro los puños. No pienses en Sabana desnuda, en cómo se vería en ropa interior, en cómo se debe de sentir su piel bajo mis dedos, en cómo escucharán sus gemidos mientras dice mi nombre.
¡Demonios!.
—Sabana, yo... ¡Ay por todos los cielos! —me doy la vuelta. Quedó inmóvil, con la mirada fija en el torso de Sabana, específicamente en sus magníficos pechos que hacen que quiera quitarle el brasier —Sonará extraño pero ¿Qué estás haciendo?.
—Dijiste que querías arrancarme la camisa, es una de mis preferidas así que preferí quitarmela yo misma. ¿Te molesta? —finge inocencia mientras pasa una mano por sus pechos.
—No para nada —respondo sin quitar la mirada de ahí —Sabana yo, no sabes cuántas ganas tengo justo en este instante de besarte, terminar de desnudarte y cogerte. Pero no creo que este sea el momento indicado.
Cualquier hombre en mi situación habría aprovechado de este momento, una parte de mi está gritando que soy un completo imbécil por desperdiciar está oportunidad. Pero otra parte de mi, dice que estoy haciendo lo correcto. Qué puede que esté perdiendo una oportunidad pero estoy ganando muchas más.
Estoy seguro que si tengo sexo con ella en este momento, no seré mejor que esos pervertidos que solo la quieren para una noche. Yo la quiero para toda mi vida, y cuando ese momento llegue, no saldremos de la habitación.