Sabana-
Sonrió al terminar mi maquillaje.
Fue muy difícil completar esa misión, no porque maquillarme sea complicado para mí, sino porque tener una vista perfecta del hermoso espécimen a mis espaldas me distrajo todo el proceso.
Estoy considerando seriamente que lo hizo a propósito.
Esas sonrisas dirigidas a la nada cada vez que mordía mi labio inferior son un claro indicio.
Por poco babeo por él, a quién engaño lo hice, todo el proceso.
—¿Estás lista? —pregunta acomodándose la camisa.
Por. Todos. Los. Cielos.
Entiendo perfectamente a qué se refería cuando dijo que sin importar que use una sudadera que oculte mi figura él aún sentirá atracción por mi.
Siento eso justo ahora.
—Si —respondo un poco alborotada —, solo tengo que guardar esto y estoy lista —camino hacia mi bolso y lo guardo.
Inhaló y exhaló lentamente.
Tranquila, vamos a estar rodeados de niños que aún son muy jóvenes como para saber lo que es deseo sexual causado por la segregación de hormonas ocasionado por la menstruación.
Sería el fin del mundo que conocen para esos pequeños.
—¿Estás bien? —se detiene a mi lado.
Me tenso inconscientemente.
—Si. ¿Por qué no lo estaría? —respondo rígida riendo sin gracia.
—No te creo —dice sin más.
—¿Por qué no me crees? —intento sonar natural.
Aunque es un claro intento fallido.
—Porque te conozco, y por ello puedo deducir que estás nerviosa.
No me jodas.
Confirmado, soy transparente a sus ojos. Y yo considerándome una persona compleja y enigmática cuando soy tan fácil de leer. O al menos le resulta fácil a él.
Y por alguna razón esa idea me encanta.
—No he dejado de pensar lo que casi sucede anoche —me sincero —, y no sé, me encuentro hormonal, mejor dicho, cachonda cada vez que estoy contigo.
Mantengo la mirada fija en sus ojos.
De repente me dedica una sonrisa y sus mejillas se sonrojan.
Mi corazón se conmueve al verlo así.
Me levanto de la cama dirigiéndome hacia él.
—Yo he pensando lo mismo —revuelve su cabello nervioso —. Me alegra que sientas lo mismo.
Rodea sus brazos en mi cintura.
—Y a mí —le sonrió sinceramente.
Escondo mi rostro en su cuello, llenándome de su aroma.
Acomoda su cabeza sobre la mía y cierro los ojos.
Muchas veces me dijeron: "En dónde sea mutuo, ahí es" y cuánta razón tenían.
—¿Están listos para el siguiente juego? —anima Candace desde el escenario.
Los niños gritan en aprobación.
—¡Entonces comencemos! —agita las manos haciendo a los niños aplaudir emocionados —. El juego consiste en atrapar la mayor cantidad de banderas, en este juego también participarán los adultos, cada niño tiene que escoger a uno o dos familiares para que vigilen de su bandera mientras los pequeños van de casería —su voz es calmada y su explicación detallada. Los niños asienten en respuesta —. ¿Preparados? ¿Listos? ¡Ya! Es momento de recoger a sus vigilantes.
Los pequeños salen corriendo en dirección a las mesas, jalan de la mano a sus padres, hermanos y primos mayores para luego llevarlos con Candace quién les entrega una bandera.
Ally llega hasta nosotros con una sonrisa.
—¿Quieren jugar conmigo? —nos mira con una sonrisa emocionada —, ¡Por favor di que sí! —nos mira a cada uno por separado.
Le sonrió divertida por su inocente expresión.
—Vamos, Ben. Será divertido —apoyo a Ally —. ¡Por favor di que sí! —hago un puchero.
La sonrisa de Ben se ensancha rápidamente.
—¿Cómo puedo decirles que no? Ambas tienen unas caritas tan adorables —dice presionando levemente nuestras narices.
—¿Entonces es un sí? —me pregunta Ally llena de esperanza.
—¡Es un sí! —celebro alzando las manos.
—¡Si! —me abraza velozmente.
Le devuelvo el abrazo con una sonrisa.
—Andando, tenemos que pensar en donde escondernos —agarro la mano de Ally y la de Ben mientras caminamos hacia Candace.
Su sonrisa se agranda al vernos caminar juntos hacia ella.
—¡Al fin apareció mi equipo favorito! —murmura besando la mejilla de Ally —, pero no se lo digan a nadie más —coloca su dedo índice sobre sus labios mirándonos a todos.
—Guardaré el secreto —susurra a su madre.
—Así me gusta. Aquí tienen su bandera —nos entrega una color amarillo. Será difícil esconderla de los demás con ese color llamativo —. Ahora vayan allá, les daré las últimas instrucciones —indica y nos alejamos.
Ally se encuentra en medio de nosotros tomando nuestras manos.
Debemos parecer una familia feliz, una pequeña familia de tres.
Quizás algún día podamos serlo, quizás en unos años nos convertiremos en una familia.
Sería maravilloso despertar y encontrar a Ben a mi lado, mirar la habitación y sentirla tan nuestra, escuchar pasos en los pasillos y ver a pequeñas mezclas de nuestros genes acercarse a nosotros.
Sería mucho más que maravilloso.
—Ya que todos están listos, tengo una cosa más que decir —comienza Candace sacadome de mis hermosos pensamientos —, sólo pueden esconder las banderas en los alrededores de la residencia, en el castillo de juegos, el bosque y el parque que se encuentra después de los árboles. La misión de los vigilantes es cuidar las banderas y distraer a los niños, sin embargo, si un pequeño encuentra la bandera tienen que dársela sin poner resistencia. Ahora sí, ¿Están listos? —pregunta animada.
—¡Si! —todos gritamos al unísono.
—Tienen 10 minutos, un minuto por cada equipo, para esconder y conseguir la mayor cantidad de banderas posibles ¡Que comience el juego! —grita.
Se escucha una trompeta en los altavoces. Es nuestra señal, el juego empezó.
¡Estoy muy emocionada!.
Ally nos conduce hacia la arbolada. Nos lleva a un lugar apartado y se detiene abruptamente.