Rumores

Capítulo 24 (Parte 1)

Benjamín-

—Sabana, por última vez, ¿Estás segura de que es por aquí? —repite Ian mirando el retrovisor. 

Aiden y Clove están sentados en el asiento trasero con algunos bolsos, mientras que Sabana y Megan se encuentran en unos asientos en el maletero con el resto del equipaje. 

Traer la camioneta de Ian fue la mejor idea. 

—Si, Google Maps indica que es por aquí —voltea los ojos. 

—¿Por qué hemos cruzado por la misma esquina tres veces? —sostiene el volante con fuerza. 

—¿Quieres que maneje? —me ofrezco. 

—Hoy te toca ser copiloto, no te preocupes —dice un poco más relajado. 

Observó a Sabana por el retrovisor, no podría lucir más apenada. 

—Amor, pasame el teléfono, dejame ver —me doy la vuelta. 

Me lo da sin titubeo. 

Tiene razón, la flecha indica esta calle. Vuelvo a colocar la dirección, busca unos segundos e indica algo importante "No hay conexión".

Reviso la conexión y esta vinculada a mi teléfono. 

Suelto una carcajada. Mis acompañantes me miran extrañados, pero no puedo decir nada, me divierte el hecho de que mi renta se acabó en este preciso momento. 

—Corazón, mi renta se acabó por eso no te carga el resto de la ruta —la miro con una sonrisa. 

Me observa unos segundos y suelta una carcajada sonora haciendo que vuelva a reír. 

Poco a poco nuestros acompañantes se contagian y terminamos riendo sin saber a dónde deberíamos ir. 

Ian se estaciona limpiandose los ojos de las lágrimas.

Unos minutos después estamos cansados de reír. 

Veo por el retrovisor, Clove sigue sonriendo recostada del hombro de Aiden, por primera vez desde que la conozco veo el parecido que tiene con Sabana, tienen la misma forma de sonreír. Aunque la sonrisa de Sabana es mucho más hermosa. 

Nuestras miradas se encuentran y me dedica una de esas sonrisas que sé que son sólo para mí. 

—Benjamín, puedes conectarte a mi teléfono para ver la ruta —ofrece Clove extendiendome su teléfono. 

—Gracias —le sonrió sin mostrar los dientes. 

Ingresó el nombre del lugar y aparece la ruta rápidamente. 

—Dobla a la izquierda, dos calles después gira a la derecha y ahí está el puerto —le entregó el teléfono a Clove —. Gracias. 

—Estábamos tan cerca y yo dando vueltas como un imbécil —voltea los ojos. 

—A veces eres un imbécil sin necesidad de dar vueltas —digo sarcásticamente. 

Megan ríe con fuerza. 

—¡Pensamos lo mismo!.

Volteo a ver a Ian con una sonrisa y este me dedica una mirada de odio. 

—Callense, ya llegamos. 

Se detiene en una casilla de Seguridad. 

—Buenos días, ¿En qué puedo ayudarlos?. 

—Buenos días —contesto —. Vamos al puerto 56.

Ojea una lista y asiente para si mismo. 

—¿Tienen la autorización del dueño? —asiento entregándole la tarjeta que Charles me encomendó, junto a los papeles del yate, antes de salir. 

Contiene la información completa del yate y del dueño. 

—Necesito un minuto para confirmar con el Sr. Charles. ¿Puede decirme su nombre?. 

—Benjamín Parker.

—Ya vuelvo. 

—Bien.

Desaparece dentro de la capilla.

—¿Esa tarjeta para que sirve? —pregunta Sabana mirando a Aiden. 

—Es similar a una tarjeta de membresía en un club, certifica que eres miembro del lugar —explica Aiden. 

Sabana asiente repetidas veces desviando la vista a la ventana. 

—Todo está en orden —el Guardia me entrega la tarjeta —, pueden dejar el auto en el estacionamiento. 

—Planeamos navegar varios días, ¿No hay problema en dejar el auto aquí?. 

—No, no hay ningún problema. Pueden dejarlo el tiempo que quieran. 

—Muchas gracias, que tenga un buen día. 

—Igualmente —se despide abriendo la entrada.

Nos adentramos en el estacionamiento, el océano justo frente a nosotros, el sonido de las olas es relajante y embriagador. 

Ian se detiene bajo un árbol y apaga el motor. 

Bajo del auto y voy directo a la puerta trasera. Clove salió del auto al mismo tiempo que yo, y me quedo de pie unos segundos mirando el mar. 

—Es hermoso, muy hermoso —unos brazos rodean mi cuello y el aroma de su perfume hace el lugar aún más encantador.

—Si, tienes razón —la miro de reojo, esta sonriendo.

—Es imposible dejar de mirarlo —su sonrisa se ensancha. 

—Si, entiendo ese sentimiento —digo sin dejar de mirarla. 

Sus ojos cafés destellan brillo. Se gira rápidamente y contengo la respiración. 

Mi mente viaja al momento en la que la conocí; me acababa de mudar e iba hacia mi nueva escuela en bicicleta, perdí el control de camino allí por culpa de un gatito que salió de entre los arbustos y caí al suelo. Y fue la primera vez que sentí que todo en mi vida estaba saliendo mal, estaba tan inmerso en mis sentimientos que no me percate que alguien se acercaba a mi hasta que la tuve en frente. El sol iluminaba su rostro como ahora, e igual que en ese momento, deje de respirar. 

Me enamoré de ella sin saber siquiera que significaba la palabra "gustar".

—¿Recuerdas el día en que nos conocimos?. 

Agarro sus piernas para cargarla en mi espalda, cierro la puerta del auto y camino hacia el yate. 

—Por supuesto, ¿Cómo olvidar al lindo niño que se cayó frente a mi casa?. 

Sonrió apenado. 

—Te pusiste nervioso cuando empecé hablarte. 

—¿Cómo no hacerlo? Yo era tímido y tu hablabas más que un radio prestado. 

—Hablaba por los dos, no eras muy simpático, pero me encantaba la forma en que te sonrojabas cuando me acercaba a ti. Deberías hacerlo más seguido. 

—Ahora eres tú la que se sonroja cuando me acerco —muerde su labio inferior volteando levemente el rostro en dirección contraria a mí. 

Es tan tierna. 

—No olvidaré el gesto que hiciste cuando nos vimos en la escuela, lo inteligente que eras, lo dulce que solías ser conmigo, como a pesar de no hablar mucho eras la mejor compañia, lo mucho que dolió cuando te mudaste cuatro años después. Nunca me olvide de ti, a veces me ponía a pensar en como habrían sido las cosas si no te hubieras ido. 



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En el texto hay: secretos, superacin personal, amorjoven

Editado: 28.04.2024

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