Un bosque con una naturaleza común. Árboles y plantas verdes con vida, un cielo azul claro despejado, sin ninguna nube presente, clima perfecto para un día de exploración. flores y frutos pequeños en el suelo y... aullidos de lobos. De un día alegre que empieza a ser una pesadilla....
Pisadas.
Gruñidos.
Gritos.
—¡Maldita sea! ¡Corre!...
Los pasos son rápidos, llenos de miedo y desesperación creciente conforme avanzamos. Lobos...lobos negros de tamaño grande detrás de nosotras, sus ojos muestran hambre, muestran odio y dominio mientras los gritos se mezclan con jadeos y sollozos de miedo.
—¡Corro lo más rápido que puedo!— aquellas palabras escapan con sollozos desesperados. Casi dando a entender un rotundo "No podré...no lo lograre".
—¡Si puedes Ana! ¡Corre!
—¡Están justo atrás mío Diana!— Sus gritos desaparecen ante el sonido de un jadeo de horror — DIANA!!!.
Al mirar hacia atrás, miro la manada de aquellos lobos...encima de Ana, miro con ojos completamente horrorizados ante la vista, mi corazón late con fuerza, mis huesos tiemblan como gelatina mientras retrocedo y miro a mi alrededor para encontrar un forma de alejarlos de ella.
Pero es tarde.
Su cuerpo está debajo de la manada. Siendo totalmente destruido por los hocicos grandes de aquellas bestias. La sangre fresca color rojizo oscuro empapa el pasto verde del bosque. Los gritos y jadeos de Ana desaparecieron completamente ante mis oídos y solo se escuchan los gruñidos de aquellos animales hambrientos.
Sangre...
Uno de ellos, voltea a mi dirección, con un intestino en su hocico ensangrentado que parece ser el hígado de Ana. Mis ojos caen horrorizados a aquel lobo negro, miro sus ojos.
Muevete.
Corre...
¡¿Que esperas?!
Quiero correr y algo en mi cuerpo no lo permite.
Podría ser por el shock de lo que acabo de ver, o podría ser por saber que si corro, sería algo en vano, mi velocidad no se compara con la de un lobo.
Retrocedo poco a poco con pasos casi no notorios. Mis náuseas aparecen ante el olor de órganos y la sangre fresca que empieza a llenar el área de el bosque. — No vomites...no lo hagas Diana— susurro a mi misma mientras sigo retrocediendo, hasta que mis lágrimas aparecen, no solo por la muerte horrorosa de Ana, si no por miedo de la incapacidad de hacer algo.
Al darme por muerta escucho no uno, tres disparos, impactadas en el lomo de aquel lobo que me miraba con hambre, la manada corre ante el susto del impacto hacia aquel lobo que llora mientras se desangra en el pasto.
¿Que?...
Mi mirada busca con rapidez hacia donde escuche el ruido del disparo, retrocedo unos pasos con miedo y a la vez con alivio. — ¡¿quien está ahí?!— mi mirada se posa en un árbol alto y grande de la montaña, enfoco mi vista hacia aquel árbol y lo veo, veo una figura humana, un hombre, un hombre alto que parece casi de un metro ochenta saliendo detrás de el árbol.
Se acerca con paso firme.
Pasos que me dan escalofríos, su caminada muestra dominio mientras me mira fijamente. Su vestimenta es algo raro como para estar en este bosque...es...¿elegante?.
Camisa azul cielo sin una arruga en el, encima lleva puesto un saco color negro como la noche con un bordado en la parte de el hombro derecho que parece ser un lobo, un bordado bien echo, al parecer a detalle.
Su piel es de un tono pálido, casi imitando el color de la nieve de invierno, sus ojos...no son ojos normales, a menos nunca he visto unos así. Son ojos color rojo carmín, un rojo oscuro que parece de un vino tinto.
—¿Q-quien es usted?...—mi voz tiembla ligeramente al verlo a unos metros de mi. No obtuve respuesta alguna de aquel hombre elegante. —¿Señor?—
La respuesta sigue sin estar presente. Solamente miro que aquel hombre camina hacia aquel lobo que acaba de asesinar.
El hombre toma al lobo de el cuello y lo levanta a la altura de su cara, aquel hombre muestra una expresión neutra, enfocando su vista directamente a los ojos de el lobo fallecido. Un susurro se logra escuchar de sus labios.—¿Que les he dicho sobre molestar a los humanos pequeño?— Tira con fuerza al lobo contra el pasto lleno de sangre y lo mira fijamente mientras niega ligeramente con la cabeza y otro susurro se logra presenciar. —Saben que solo se comen los humanos muertos por naturaleza, no por nosotros...—
Mi mirada se horroriza al poder percatar su susurro. Mis labios, mis brazos y piernas, todo en mi cuerpo empieza a temblar y retrocedo con rotundo miedo. Mis pasos se escuchan muy levemente y escucho una voz ronca—¿A dónde vas?...— me paralizó por completo su tono y palabras, me detengo con miedo y lo miro.
—Quedate, no te haré nada.
—¿Quien es usted?
—Me llamo Khaos —dice mientras se acerca al cuerpo abierto y expuesto de órganos de mi mejor amiga. —¿Tu cómo te llamas, niña?
Mi garganta se cierra y apenas puedo pasar mi saliva ante el miedo que estoy sintiendo. Al abrir mis labios para hablar, tiemblan y soy interrumpida por el.
—Diana...tardas mucho en contestar, pequeña. —agarra el corazón salido de Ana con una mano y lo levanta, mirándolo a la luz del sol, sangre escurriendo por su mano, Pero no llega al punto de manchar su ropa. Mi corazón late con fuerza, ¿Cómo supo mi nombre? Aún no se lo decía...
—C-como supo que...
—Escuche a esta chica gritarte "Diana"...supongo que ese es tu nombre, ¿no es así?, ¿Diana?
—Si...—susurro con mi miedo aún presente mientras miro con náuseas el corazón de mi mejor amiga en su mano.—Usted...¿porque le susurró eso a ese lobo?— mis manos tiemblan al preguntar. Inmediatamente arrepintiendome por haberlo echo.
—¿Susurro?— Se acerca hacia mi con paso firme mientras sostiene aun el corazón de mi amiga— yo no susurré nada.— una sonrisa de lado, casi no notoria se forma en sus labios — lo que escuchaste, fue simplemente el ruido del aire, niña
Retrocedo lentamente, el corazón de Ana se empieza a secar en su mano y lo miro a los ojos, esos ojos misteriosamente rojos color vino y solo escucho— Mierda, mi cena se seca —
Fue ahí cuando mi corazón se detuvo de golpe, mi garganta se cerró por completo, mi cuerpo quedó paralizado completamente. Y casi en un parpadear de ojos. Justo enfrente mio, ese hombre se lleva el corazón de Ana a su boca, dando una gran mordida con fuerza que salpica sangre en mi cara, mi cara horrorizada con una expresión de trauma.
Mis ojos se vuelven llorosos y retrocedo, cayendo al suelo completamente ante mis piernas débiles por su temblor.—¡¿q-que rayos hace?!— El hombre deja de masticar y con una sonrisa amplia se inclina hacia mi, apoyando una rodilla en el pasto mientras me mira. Sus dientes tienen la sangre acumulada de mi amiga que escurre por la comisura de su labio.
#88 en Paranormal
#760 en Fantasía
miedo dolor amor verdadero, sangreamor, oscuridad romance secretos
Editado: 12.06.2025