Ruth ¿quién eres o Quién soy?

Capítulo 17

JASPER

No había pasado ni una hora desde que el ritual terminó, desde que vi a Alessandra-o más bien Alora-resplandecer con un poder que desconocía. Todavía podía ver sus ojos azules, como cristales recién tallados, mientras todos la miraban como si de pronto hubiera regresado la reina perdida del bosque, Ella estaba completamente diferente.

Pero lo que no esperábamos después era que ese mismo bosque se volviera en mi contra.

-Tú no puedes quedarte aquí -la voz de la líder de las hadas fue tajante, casi gélida.

Todos nos giramos hacia ella. Su rostro, hasta hace poco cálido y enigmático, ahora era una máscara de juicio. Sus ojos violetas brillaban con una severidad ancestral.

-¿Qué estás diciendo? -preguntó Ruth, dando un paso al frente.

Pude ver qué ella estaba preocupada.

-La oscuridad no tiene lugar en este santuario, ni en este Reino. No después de lo que ocurrió hace 500 años -respondió, sin siquiera mirarme.

Sentí que mi pecho se encogía.

No sabia de que estaba hablando, ¿Paso algo hace 500 años?

-¿A qué se refiere? -insistí.

-No necesitamos explicar la historia. Basta con saber que tu presencia aquí es un riesgo -dijo. Luego, simplemente, me dio la espalda.

Las palabras del líder de las hadas. Coralia. aún resonaban en mi cabeza, como un eco afilado que no sabía cómo cortar.

Cuando iba a decir algo ella hablo.

-La oscuridad no tiene lugar aquí. Ya causaron suficiente daño hace 500 años. No cometeremos el mismo error otra vez. Te vas. Esta noche- dice sin mirar atrás.

Que carajo.

No hubo juicio. No hubo oportunidad de defenderme. Solo esa mirada dura, el rechazo absoluto grabado en su rostro como si yo ya hubiera cometido un crimen.

Ruth se adelantó de inmediato. Su voz temblaba, no de miedo, sino de indignación.

-¡Esto no es justo! ¡Jasper no ha hecho nada! ¡No puedes expulsarlo solo por lo que representa!

La líder de las hadas, Coralia, ni siquiera la miró.

-No es una decisión personal. Es protección. Este reino ya ha sufrido demasiado por la oscuridad - La líder se giró lentamente- Y No se trata de justicia. Se trata de proteger este reino.

Por un instante, nuestras miradas se encontraron. No vi odio en sus ojos. Solo vi Miedo.

No dije nada más.

No había forma de quedarme después de eso.

-¡Es una persona! -replicó Andrew frustrado por lo que estaba pasando.

Pero era inútil. Coralia ya había tomado una decisión, sus palabras eran duras, pero firmes. no tenia otra opción. tengo que irme.

Simplemente yo... no quería causarle más problemas. No a Ruth. No a los demás. No después de todo lo que habíamos pasado.

-Está bien -dije, rompiendo el silencio. Mi voz fue baja, pero suficiente para que todos me oyeran-. Me iré.

Todos se quedaron en silencio. No hacia falta que dijera nada mas.

Entonces di la vuelta y me dirigí hacia la habitación por mis cosas.

Ya había empacado mis cosas antes de que nadie pudiera notarlo. Lo hice en silencio, como alguien que sabe que se va, pero aun seguía sin entender. No hice nada malo, Yo no hice nada malo. Me repetí. Por otro lado solo me limité a meter lo poco que había traído en la mochila que había pasado por demasiadas cosas conmigo.

El aire en el Reino ya no se sentía igual. Había algo denso, algo helado, como si la misma tierra supiera que yo, ya no era bienvenido.

La escena con Coralia había terminado. al parecer ella no cambió de parecer. Ruth lo intentó, claro que lo hizo. Defendió mi lugar aquí con palabras que me sorprendieron por mas honestas que fueran. Pero no sirvió.

Me detuve justo al borde del sendero, donde el bosque comenzaba a envolver el santuario como un guardián silencioso. Sentía la mirada de todos clavada en mi espalda, pero solo una me importaba.

Me giré un poco.

Y ahí estaba ella.

Ruth.

De pie, con los brazos a los lados, el ceño fruncido... pero los ojos, sus ojos, esos no podían ocultar lo que sentía. No dijo nada. No hizo escándalo. No corrió para detenerme. Solo me miró.

Y en esa mirada...

Reflejaba decepción.

No hacia mí. No exactamente.

Era decepción hacia el mundo.

También reflejaba tristeza. Una tristeza tan real que me dolió más que las palabras de la propia Coralia.

Supongo que de verdad le importo.

O eso quería creer yo.

Me detuve un segundo más. Esperando, tal vez, que dijera algo. Que me pidiera quedarme. Que me dijera que no tenía que irme.

Pero no lo hizo. Y yo no la culpaba.

Simplemente no podía.

Le dediqué una última mirada. No dije adiós. No tenía sentido. El adiós se había dicho con silencios. Con decisiones que otros tomaron por nosotros.

Luego me giré y di un paso hacia el bosque.

Uno más.

Y otro.

Hasta que la luz del reino empezó a desvanecerse a mis espaldas y los árboles me rodearon por completo.

Ya no había vuelta atrás.

Cada paso lejos de ellos se sentía como si me arrancaran algo invisible. Mis botas crujían sobre las hojas del bosque. El sol comenzaba a esconderse, tiñendo el cielo de rojo y naranja, como si incluso la luz me observara marcharme con tristeza.

Ya no miré atrás. No podía.

Solo seguí caminando, internándome en el bosque de Artia con un vacío en el pecho que no sabía cómo llenar.

Una vez estuve lo suficientemente lejos, me detuve junto a un árbol, donde la luna se filtraba entre las copas altas y las raíces gruesas tejían patrones extraños en la tierra. Me senté sobre una roca, dejé mi mochila a un lado y apoyé los codos sobre las rodillas mientras cerraba los ojos y con voz baja susurre:

-Zion

Sabia que, si alguien podía responder mis preguntas, era él.

Por un momento nada paso. Pero luego...

-¿Jasper?

La temperatura pareció bajar, y una brisa extraña barrió las hojas del suelo. Abrí los ojos... y por un momento, me paralicé.



#4072 en Fantasía
#9218 en Novela romántica

En el texto hay: misterio, suspenso, romance

Editado: 20.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.