Ruth ¿quién Eres o Quién Soy?

Capítulo 26

RUTH.

No podía dormir.

Los chicos y yo decidimos que debíamos pasar la noche en el bosque de cristal, ya que era demasiado tarde para llegar al Reino de la luz.

Desde hacía horas, me revolvía bajo mi capa sin lograr que el bosque me acogiera en su paz. El Bosque de Cristal era hermoso, sí… pero no descansaba. Era como si tuviera conciencia, como si supiera que algo estaba a punto de cambiar.

Y esta vez… ni siquiera mi cuerpo, agotado por el entrenamiento con Lynx, logró obligarme al descanso.

Hasta que...

El sueño me venció.

No de forma natural. No por cansancio. Fue como si me arrastraran. Como si una fuerza suave pero implacable me empujara a cerrar los ojos.

Y justo cuando lo hice… lo sentí.

El mundo cambió.

Me incorporé de golpe. Mis ojos se abrieron sin saber qué los había despertado.

Y entonces lo vi.

El cielo estaba roto.

Una grieta roja, gigante, colgaba sobre nosotros como una herida abierta. No era un sueño. No era una visión. Las ramas del bosque crujían. El agua del lago se agitaba.

El equilibrio había sido perforado.

Me puse de pie tan rápido que casi me caigo.

—¡Despierten! —grité, mi voz temblaba más de lo que quería— ¡Levántense ahora!

Tyler fue el primero en reaccionar. Saltó hacia mí, desorientado, pero alerta.

—¿Qué sucede? —dijo, mirándome a los ojos. Entonces sintió la energía. Su expresión cambió al instante— Mey... el aire... esto no es normal.

—No… no lo es —respondí apenas con un hilo de voz.

Andrew despertó de golpe. Y en ese momento él ya tenía una runa encendida entre los dedos.

—¿Ruth? ¿Qué viste?

—No lo vi… lo sentí —dije, señalando al cielo.

Alessandra se incorporó bruscamente y desenvainó su daga.

—¿Qué mierda es eso…?

Y entonces cayó.

Una sombra.

Una figura de oscuridad pura descendió sin aviso, sin explosión, como una lágrima del abismo.

No tenía rostro. No tenía piernas. Era un ente flotante, ondulante, hecho de un humo que parecía tener voluntad propia.

Pero lo supe.

En lo más profundo de mi ser.

Era él.

Aunque jamás lo había visto antes.
Aunque ni siquiera mis visiones se habían atrevido a mostrarlo.

El Primer Rey Demonio.

El que Athena encerró.
El que nació de la nada.
El que solo deseaba destruirlo todo… por puro ego.

Y ahora… estaba parado frente a mí.

O lo que fuera eso.
No era su cuerpo. No era su espíritu completo.
Pero era una parte real de él.

—¿Quién… qué es eso? —preguntó Alessandra, dando un paso adelante, su voz trémula pese a su coraje.

Andrew se quedó quieto. Observando. Analizando.

—No es una invocación. No es una ilusión. Esto está aquí. Físicamente.

—Mey… —Tyler se puso frente a mí como un escudo—. No te acerques. Esto... esto no es como nada que haya sentido antes.

La sombra flotó.

Y luego… me habló.

No con voz.
Con algo más profundo.

Con un eco que se metió en mis venas.

—Al fin... te encuentro.

Mi sangre se congeló.

Y justo cuando creí que no podía respirar…

Él apareció.

Lynx.

Descendió como un rayo.

Su rugido dividió el bosque. Literalmente. Un árbol cercano se quebró. La tierra tembló bajo sus patas.

Con las alas abiertas, su melena resplandeciente de furia, se interpuso entre la sombra y yo.

—¡Atrás! —bramó.

La sombra no reaccionó. Solo… se rió.

No se escuchó. Pero lo sentimos todos.

Una vibración desagradable. Como si se burlara de todos nosotros sin emitir un solo sonido.

Y entonces, sin aviso, se desvaneció.

No escapó. No fue vencido.

Solo se replegó como niebla que promete volver.

Pero dejó atrás una frase.

—Aún no eres nada. Pero pronto… serás mía.

Me tambaleé.

Tyler me sostuvo.

—¡Mey! ¿Estás bien?

—Él… él me conocía —dije, con los labios partidos del susto—. Nunca lo vi antes. Nunca. Pero sabía quién era.

—¿Quién? —preguntó Andrew, con la mandíbula tensa.

Me volví hacia ellos, y sentí mi voz surgir desde las cenizas:

—Era el Primer Rey Demonio.
Bueno una parte de él.

—Imposible —dijo Alessandra—. Está encerrado. La historia lo dice.

—¡No está entero! —grité, el corazón me latía como un tambor— Pero una parte cruzó. Lo sentí. ¡Era él!

Lynx no hablaba.

Solo miraba la grieta aún abierta en el cielo.

—No era él… No por completo —dijo al fin, con una voz pesada como una montaña—. Pero sí era su eco verdadero. Lo suficiente para decirnos que..... El sello se está rompiendo.

—¿Ahora? —Andrew preguntó con urgencia— ¿Tan pronto?

Lynx asintió. Grave.

—No debería haber ocurrido aún. No sin señales previas.
Pero él encontró una grieta.
Y ustedes lo vieron.

Se giró lentamente hacia mí.

—Y tú lo sentiste… porque te estaba buscando a ti.

No dije nada. El miedo me había tapado la garganta.

Tyler me tomó la mano.

—No estás sola. No importa quién venga.

Alessandra bajó la daga, pero sus ojos no dejaban de mirar el cielo.

—Entonces ya empezó… ¿no?

—No —dijo Lynx, con un tono helado—Esto no fue el inicio.....Fue solo el primer golpe en la puerta.

Y así nos quedamos. Bajo una luna que ya no se sentía pura. En un bosque que ya no parecía sagrado.
Mirando una grieta que no quería cerrarse.

Y yo, con una certeza clavada en el alma:

Todo lo que era historia… ahora estaba presente.

El silencio que dejó la sombra no era normal.

No era el tipo de silencio que llega cuando todo ha pasado. Era otro. Más profundo. Más frío. Como si el mundo estuviera conteniendo el aliento, esperando lo que venía después.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.