Ryan.

Capítulo 4.

Marcas.

Lanzo el cuerpo de Max sobre el sofá sin ningún tipo de amabilidad y me alejo hacia mi habitación ignorando la mala mirada de Dante sobre mi nuca, murmuro insultos en nombre del sujeto que yace en mi sala sobre mi sofá, mientras rebusco algo de ropa en mi armario.

Mientras caminábamos hacia mi cabaña el maldito de Max me amenazó con manipular la mente de Dante si yo no aceptaba su pedido para quedarse conmigo, no tuve más opción que aceptar y para mi desgracia ahora mismo me encuentro complaciendo los putos caprichos del viejo, al no ser que quiera que mi amigo sea un juguete para Max. 

—Es lo único que encontré de talla más grande…— me corto en seco al verlo con su sonrisa característica de manipulación en su horrendo rostro. Mi mirada cae directamente en Dante. 

—Tu amigo me dijo que se iría ahora mismo porque tiene cosas que hacer, ¿verdad niño?— dice con su mirada fija en mi rostro y con la sonrisa impecable. 

—Siento tener que dejarte solo con él, entiendo que las cosas no estén muy sanas que digamos entre ustedes pero tengo que cumplir con algunas cosas. Vendré mañana temprano— pasa por mi lado en dirección a la salida, lo escucho cerrar la puerta tras su espalda. En todo momento el contacto visual se mantuvo entre Max y yo.

No pasan dos segundos y ya me encuentro encima de Max con mis manos sobre su cuello, él ni se preocupa en ejercer fuerza para tratar de quitarme, solo me mira con su maldita sonrisa en sus labios, lo miro con enojo.

—Me dijiste que no le harías nada si aceptaba que te quedaras conmigo, me desaparezco por dos minutos y ya hiciste lo que se te dio en la gana— 

—Tranquilo Ryan, no le hice nada a tu amigo—

—No mientas imbécil— ejerzo más fuerza en su cuello. La sonrisa desaparece y solo me mira con burla. 

—Vamos Ryan, solo mírame, sabes bien que no le hice nada porque no hay nada que me delate— lo miro con más detenimiento, pero luce normal, no hay rastro que indique que haya usado sus poderes en él. Aprieto mis labios ante la duda de que lo pueda camuflar, eso lo hace soltar un bufido— Ya sabes que no se puede ocultar, ni siquiera con mi habilidad de crear ilusiones—

Eso es suficiente para que lo suelte con brusquedad, le adviento la ropa a la cara.

—Báñate que hueles horrible, si te caes en la ducha no creas que voy a ayudarte—

Me alejo sin antes ver que pone los ojos en blanco.

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Corto las verduras para la cena con algo más de fuerza que la necesaria, Jayme se mantiene con su rostro serio sentada sobre la mesada a mi costado, mueve sus pies con rapidez mientras aniquila con la mirada a la persona sentada en la pequeña isla detrás mío, nosotros dos estamos igual de tensos dentro de la cocina, mientras que el ojos grises permanece con tranquilidad ignorando nuestras presencias mientras lee el periódico como si nada. El tedioso suspiro de él rompe el incómodo silencio a nuestro alrededor. 

—¿Podrías decirle a tu hermana que deje de aniquilarme con la mirada? No me deja disfrutar mi lectura— lo escucho pasar de página como si nada.

—Agradece que solo te mira, porque si se me ocurre darle el permiso dejaré que haga contigo lo que se le plazca—

Él vuelve a suspirar tediosamente continuando con su lectura. 

—¿No eres la humana que transformaron en guerrera?— 

—Eso no te incumbe— espeta cortante. Miro sobre mi hombro para encontrarlo asintiendo con su vista fija en el papel. 

—¿Infernal o Celestial? Porque por tu carácter diría que eres infernal—

—Y yo diría que eres un grano en el culo que cada vez que revientas vuelve a salir para joderte la vida— eso le suelta una carcajada.

—Me agrada tu hermana Ryan, lástima que la presentas ahora—

—Lástima que te saqué de esa cueva— recrimino, echo las verduras a la olla y me doy vuelta limpiando mis manos con un trapo. Cruzo mis brazos viendo a Max claramente harto de su presencia— ¿Cómo se supone que sigues vivo luego de dos años sin consumir almas, estando encadenado en una cueva y rodeado por un círculo de cenizas de Adelfa?—

Él deja el periódico en la mesa como si por fin le hicieran la pregunta esperada, las hebras castañas oscuras con las puntas teñidas de rubio ceniza rozan su cuello, la barba larga y abundante del mismo color de su cabello decora su mandíbula, cuello y en la zona entre la nariz y el labio superior, los ojos grises brillan con diversión y a su vez reflejan malicia, la sonrisa burlona muy propia de Max siempre decora sus labios.

—Hasta que decides hacer la dichosa pregunta— se burla, Jayme pone los ojos en blanco y yo lo miro con cansancio— Verán, recuerdo muy pocas cosas sobre lo que sucedió ese día, pero lo que se mantiene fijo en mi mente fue despertar y encontrarme encadenado en la cueva rodeado por cenizas de Adelfa, lo siguiente fue una gran sensación de hambre y a su vez de debilidad por la planta, hasta que lo sentí— sus ojos muestran un extraño brillo que nunca había visto— La onda de energía, su onda. Recuerdo haber sentido como si me devolvieran a la vida, mis ojos se volvieron rojos brillante y cuando quise ver ya me había mejorado, ya no necesitaba de las almas— 




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