Capítulo 8.
Nuevo hogar.
No soy capaz de preguntarle. Ni siquiera me lo permite, solo se digna a sacudir la cabeza y tras alejar ese miedo su rostro torna un aire de determinación, como un soldado dispuesto a luchar sin dar marcha atrás. Sus manos se cierran con fuerza y sale de la cabaña, nosotros no nos quedamos atrás y la seguimos.
Ella se acerca al perro de ocho metros que mira la entrada de la barrera con enojo, los gemelos están sobre él y Hannah está con ellos, cargando su ballesta y un par de espadas que no pienso preguntar de dónde ha sacado. Will está frente a ellos y carga unas escopetas junto a las municiones que tiene alrededor del cuerpo. Y Midnight yace sobre el hombro de Deimon, tienen las alas extendidas y carga una mirada depredadora.
Su dueña se gira hacia nosotros, nos mira con enojo pero opta por no discutir. En especial cuando los pasos pesados y un par de gruñidos se escuchan del otro lado de la barrera, sonidos que se aproximan con gran velocidad y determinación.
Nos miramos con Max y ambos tragamos. La hemos cagado y en grande al guiar a lo que sea que los está cazando hacia aquí, ahora es momento de aferrarnos a las consecuencias de nuestra imprudencia.
Ella vuelve a girarse hacia la barrera y sin perder ni un solo segundo se transforma, Midnight vuela hacia su costado y con la misma rapidez su cuerpo crece y es consumido por llamas de fuego. Mi mirada cae en Max, él observa la situación y truena el cuello.
—Hora de la acción—
Avanza hacia donde está su hija, con cada paso que daba se transformaba a su verdadera naturaleza, se detiene al lado de la castaña y cierra los puños con fuerza. Por último ella me mira, saca dos cuchillos y me los extiende, estos siendo más grandes y parecen espadas en comparación a los que saca estando en su tamaño adecuado.
Suelto aire por la nariz y me posiciono al lado de ellos. Ella observa a los tres que van a escapar y tras un asentimiento de cabeza, huyen tras nosotros con rapidez. Deimon los observa alejarse y cuando parecen estar lejos, ella deshace la barrera con un movimiento de su mano. Revelando a unos metros, un pequeño grupo de nubes oscuras iguales a las de hoy en la mañana.
Excepto que estas a medida que avanzan adoptan formas de monstruos iguales al de hoy, solo que más horribles, más terroríficos y más fuertes a mi parecer. Ella emite un gruñido y sin esperar nada da el primer golpe, seguido de Max, de Midnight y de Will.
Por último, avanzo yo y con agilidad golpeo a los monstruos, les hago cortes con los cuchillos y les rompo cada extremidad que puedo, sin ningún tipo de escrúpulos. Me teletransporto sobre algunos y me muevo con rapidez a su alrededor, destruyo a cada uno que se digna a acercarse y por cierto momento comienzo a disfrutarlo.
Comienzo a desquitar mi ira y cada emoción que he retenido, libero aquello que me he obligado a ocultar desde hace cinco años, aquello que si bien me ha mantenido con vida, es capaz de condenarme. Y con cada golpe, puñalada, corte y destrucción comienzo a recordar esa noche. Esa puta noche que he odiado toda mi vida.
En especial los rostros de los que se dignaron a crear al monstruo que he querido ocultar, uno que me recuerda que soy igual de mierda que ellos. Que soy igual de dañino y que cada cosa que toco lo estropeo, lo jodo y lo hago mierda, justo como lo que soy. Justo como Ryan Davis.
Suelto un grito de furia y me lanzo sobre uno de los monstruos, ambos rodamos en el suelo pero en un movimiento rápido quedo sobre él, y con furia y gran fuerza entierro el cuchillo en su cuerpo una y otra, y otra, y otra vez. No me detengo a pesar de escucharlo gritar y retorcerse de dolor, e incluso cuando deja de moverse. Eso solo incrementa mi ira y hace que lo haga con más violencia.
Pero soy detenido y jalado hacia atrás, me giro para encarar a la persona y quedo estático al verla hincada frente a mí. Aún sigue transformada y sus ojos negros y verdes brillantes me miran con confusión por mi comportamiento. Sus manos están sobre mis hombros y bajan hacia mis manos temblorosas por la descarga de adrenalina, me quita los cuchillos.
Sus ojos me observan con detenimiento, y es ahí, cuando noto que ya no hay más monstruos, que la nube oscura ha desaparecido y que lo único que queda es el cuerpo inerte del monstruo, uno que comienza a desvanecerse. Parpadeo y me obligo a respirar con más tranquilidad.
—¿Mejor?— su voz me tranquiliza más de lo que esperaba. Asiento con lentitud— Bien— se aleja y emprende camino hacia donde los otros tres desaparecieron. Su cuerpo se encoge a medida que avanza.
Max no tarda en aparecer en su tamaño habitual, se acerca arreglándose el pelo. Sus ojos grises me observan con diversión.
—Interesante forma de desquitarte. Me trae viejos recuerdos— suelta una risa y palmea mi hombro con diversión. Avanza tras su hija con tranquilidad.
Me quedo en silencio observando el lugar en donde estaba apuñalando al monstruo, la imagen se reproduce en mi cabeza y hace que se me revuelva el estómago. No había tenido un ataque de ira desde aquella guerra, en la que asesiné monstruo por monstruo con gran enojo luego de enterarme que Brianna había matado a Deimon. Cada vez que pienso en eso me entran unas terribles ganas de vomitar, es horrible recordar que en mi interior existe un ser con demasiada violencia.