Ryan.

Capítulo 16.

Algo más.

Ryan.

Me teletransporto con tranquilidad por la cocina mientras me apresuro a preparar el desayuno para los gemelos y así llevarlos a la escuela. Muevo la cabeza al tararear el verso de la canción que pasan por la radio, la cual desconozco pero el ritmo y el verso son pegajosos; doy vuelta en mi lugar dispuesto a teletransportarme en dirección a la repisa para tomar las tazas pero no lo hago, solo observo la repisa y la mesada que se encuentra debajo, el recuerdo del resbalón de Nicky vuelve a mi mente junto a ese extraño suceso con mis poderes y la confesión de Deimon sobre la mutación de mis células o algo así. Aprieto un poco los labios y suelto aire con lentitud, relajo mis hombros y observo las tazas con determinación, aprieto una de mis manos y la otra la dejo abierta, la cerrada empieza a ser rodeada por mi características luz azul que parece al teletransportarme, aprieto los labios y me esfuerzo un poco más con los ojos fijos en las tazas, dos de ellas comienzan a temblar un poco y un pequeño destello de mi luz las rodea pero todavía no se teletransportan. Aprieto más fuerte mi mano cerrada y la luz se vuelve un poco más intensa pero todavía no sucede lo que quiero.

—¿Qué haces?—

La voz dulce me desconcentra, la luz desaparece y las tazas dejan de temblar, suelto un suspiro y bajo la cabeza para observar a Vicky quien me observa con curiosidad. Va vestida con un pantalón de pijama y una remera de tirantes, luciendo las marcas que han cubierto hasta sus hombros y empiezan a avanzar a su cuello. Intercambio mi mirada entre ella y las tazas, aprieto los labios y niego con la cabeza.

—Nada importante—

Ella ladea la cabeza y hojea la repisa con las tazas antes de volver a mirarme.

—¿Intentabas hacer el mismo truco que hiciste cuando Nicky se resbaló?—

Asiento un poco.

—Algo así, pero es imposible—

La pequeña suelta un bufido.

—Nada lo es Ryan, solo necesitas concentrarte como mamá me enseñó— se acerca a mí y me obliga a arrodillarme a su lado, señala las tazas con una mano— Imagina que lo haces, visualiza que la taza se teletransporta a tu mano y cuando lo tengas hazlo realidad. Así logré que mis marcas brillen como las de mamá—

—Es diferente Vicky, lo de ustedes ya es natural y casi no necesitan controlarlo, a diferencia de mí, yo necesité práctica para conseguir teletransportarme y no quedar atrapado en la nada— explico, su ceño se frunce un poco— Son saltos espaciales lo que hago, por eso puedo aparecer y desaparecer en cualquier lado que me plazca—

Ella asiente como si lo comprendiera, me incorporo y nos dirijo a la mesa en donde su hermano ya se encuentra devorando el desayuno como si su vida dependiera de ello. Con miradas de burla hacia Nicky nos sentamos y desayunamos con tranquilidad, al terminar ellos me ayudan a recoger todo y a limpiarlo, para luego desaparecer por el pasillo hacia la habitación para ponerse el uniforme de la escuela, Vicky es la primera en salir con el pantalón verde oscuro, camisa blanca y un saco de la misma tonalidad del pantalón, zapatos negros y el cabello echo un lío. Con tranquilidad desenredo su cabello y se lo dejo suelto tras la espalda, el cual cae como cascada, tomo una vincha roja con flores amarillas y se lo coloco sobre la cabeza con delicadeza, llevando los mechones de cabello salvaje hacia atrás y resaltando sus angelicales facciones.

Su hermano sale de la habitación cargando con las mochilas de cada uno, la camisa mal abotonada, los cordones desatados y el cabello también echo un lío, deja ambas mochilas sobre el sofá y con una gran sonrisa lo veo dirigirse a la cocina para devorar algo. Lo detengo por el cuello del saco y arrastro de vuelta a la sala para arreglar su uniforme, sus ojos me miran con molestia cuando comienzo a arreglar el desastre que siempre le hace al uniforme, finalizo acomodando un poco los mechones rebeldes de su cabello, pero estos vuelven a su estado salvaje por lo que opto por dejarlo como está. Él rueda los ojos cuando me ve rendirme y por su mirada sé que está deseando comer algo.

—Tienen el almuerzo en sus mochilas— digo cuando me planto en la puerta a esperarlos.

Los ojos de Nicky se iluminan y con gran rapidez revuelve la mochila, saca el taper con comida y todo rastro de ilusión desaparece de su mirada al ver su contenido.

—¿Vegetales? ¿Quién le puso los vegetales?—

—La persona que les preparó los almuerzos—

—Saben que odio los vegetales— se queja.

—Son saludables Nicky, tienes que comerlos— digo. Su boca hace un puchero, pero al ver que no cedo guarda la comida en la mochila con molestia.

—Te voy a delatar con mi mamá como el ser más cruel que existe— amenaza y sale tras su hermana que nos espera afuera.

—Mira como tiemblo— suelto, haciendo que se moleste más pero solo me hace reír. Es como ver a un Chihuahua con la percepción de la realidad algo alterada.

Caminamos hacia la escuela acompañados de los perros y Midnight, Nicky se sube sobre los árboles y camina y salta sobre las ramas con habilidad, mientras que Vicky camina tomada de mi mano y me conversa sobre lo que han hecho en la escuela la última semana, al igual que algunos chismes sobre sus compañeros y los padres de los mismos, eso son los que más atención presto. Continuamos y saludamos a las criaturas que ahora viven en el pueblo junto a la manada de lobos, nos detenemos frente a unos pequeños muros hechos con troncos y un portón de madera que le da paso a la cabaña gigante, con grandes ventanales y un patio inmenso en donde los estudiantes corren, juegan, conversan o solo existen entre la multitud. Ingreso con los gemelos y los guardaespaldas de cuatro patas o alas, avanzamos por el patio y nos detenemos frente a una puerta de madera blanca y el número cuatro tallado sobre el mismo, junto a la letra A. La puerta se abre y un hombre calvo, lentes de pasta redondos, obeso y un bigote negro con canas nos mira de arriba a abajo con desdén.




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