Pelea.
Vicky.
Muevo mis pies con tranquilidad y sonrío al observar el cielo celeste, las risas de los demás niños jugando y divirtiéndose en el patio de la escuela llegan a mis oídos con rapidez, pero el sonido particular de los pasos de mi hermano captan mi total atención, en especial su rápido corazón y la sensación de molestia en mi pecho. Con el ceño fruncido me siento sobre el techo de mi salón y me acerco al borde para buscar a mi hermano con la mirada, lo encuentro caminando con gran enojo por el medio del patio en dirección a un grupo de cinco niños mayores. Abro los ojos cuando lo veo plantarse frente a uno de ellos y señalarlo con un dedo acusador, lo siguiente son palabras con gran molestia:
—¿Quién crees que eres para tratarme así? ¿Crees que por ser uno de los niños más grandes de esta estúpida escuela tienes el derecho de decir esas cosas?— pregunta como si ya estuviera cansado de todo.
Y la verdad es que lo compadezco, ese tonto niño hombre lobo nos ha molestado desde que empezamos y lo único que ha hecho es reírse de nuestra apariencia, o preguntar si por ser gemelos compartimos la ropa o incluso los calzones. Cosas tontas que nos molestan pero nos vemos obligados a ignorar para no golpearlo, lo que menos queremos son problemas pero por la situación que estoy viendo debió haber dicho algo que en verdad haya molestado a Nicky, para que ahora se encuentre a punto de meterle un puñetazo.
El niño mayor suelta una pequeña risa en la cara de mi hermano, con burla le pica la nariz.
—¿Qué pasa? ¿En verdad te afectó que dijera que tu madre es muy linda?— se ríe y choca las manos con uno de sus amigos.
—¡Eso no fue lo que dijiste!— grita mi hermano.
Con rapidez me bajo del techo y me acerco a ellos en silencio, el niño me ve y con una sonrisa traviesa mira a mi hermano y dice algo en voz baja. Mi hermano lo ve y con la mandíbula apretada lanza el puñetazo, con rapidez termino de acortar la distancia y detengo el puñetazo, con una mano lo arrastro lejos de los niños a pesar de que ejerza fuerza para liberarse pero no lo consigue de todas formas. Nos detengo en la entrada de la escuela y lo suelto, él se remueve y refunfuña con enojo para luego mirarme con molestia antes de señalar el lugar que dejamos atrás.
—¿Por qué te metiste Vicky? Pude hacerte daño y encima me hiciste perder el mejor puñetazo que ese tonto se merece—
Aprieta las manos con fuerza, las marcas de sus manos comienzan a brillar pero él no parece darse cuenta, solo camina de un lado a otro mientras insulta en Latín. Pongo los ojos en blanco, mamá se esforzó por enseñaros y es para lo único que mi gemelo tonto lo utiliza. Cruzo los brazos y clavo mis ojos en él, frunzo el ceño cuando las marcas brillan más y lo que parece un destello de blanco brillante aparece sobre sus ojos, pero Nicky no parece darse cuenta de nada, ni siquiera cuando el tronco del árbol que hay detrás de él comienza a desfigurarse y a cambiar de forma como si fuera irreal. Frunzo el ceño ante eso y observo a Nicky por si él llegó a notarlo, pero no lo hace por lo que decido captar su atención.
—¡Nicky!— lo llamo, sus ojos me observan pero el destello blanco desaparece, junto al brillo de sus marcas y el extraño suceso con el árbol, el cual ha vuelto a la normalidad.
—¿Qué?— emite con confusión, mira el árbol y luego a mí con extrañeza.
Parpadeo y suelto aire por la nariz, sacudo la cabeza y me encojo de hombros tratando de ignorar la extraña situación. Mi hermano abre la boca para decir algo pero el sonido del timbre que da como fin del recreo y la de la salida suena, haciendo que señale el camino que da a nuestro salón con la cabeza.
—Vamos, es hora de irnos— digo, pero mi hermano luce un poco molesto por lo del otro niño, por lo que con una sonrisa divertida lo golpeo con delicadeza en el hombro— Recuerda que papá viene a buscarnos— hago énfasis en la palabra que utilizamos hoy para referirnos a Ryan.
Él me enseña una sonrisa divertida y pasa su brazo sobre mis hombros, con tranquilidad nos dirigimos al salón de clases, en donde en total silencio tomamos nuestras mochilas y nos unimos a la fila de compañeros para ir acercándonos al gran portón de la escuela. Nos tomamos de la mano y tras un beso de la maestra sobre nuestras cabezas pasamos por entre los padres, caminamos entre empujones y pedimos disculpas con educación hasta que logramos salir de la gran horda de niños y padres. Sacudimos las cabezas y busco con la mirada al pelinegro, lo encuentro al costado del portón y mirando hacia dentro de la escuela en busca de nosotros, y por su mirada confusa entiendo que no nos encuentra por lo que la confusión cambia a pánico, y se pasa por entre los niños al interior de la escuela. Suelto un suspiro cuando Nicky grita su nombre pero él ya no nos escucha.
—Yo iré— digo y con pereza ingreso a la escuela en busca de Ryan.
Camino por el patio con distracción, la suficiente para chocar con alguien sin darme cuenta. Caigo de culo al piso y sobo mi nariz mientras maldigo en mi mente por ser tan distraída, me pongo de pie y paso las manos para limpiar mi uniforme.
—Lo siento, estaba…— comienzo con mi disculpa, pero me detengo en seco al sentir la sensación de ser observada, levanto la cabeza y me pongo seria al ver al niño que molestaba a mi hermano hace un rato, siendo acompañado por sus amigos los cuales parecen perros guardianes. Acomodo las correas de mi mochila— Ah, eres tú— digo y paso por su lado como si nada.