Ryan.

Capítulo 22.

Antes de ti.

Max.

No recordaba lo que era sentir incomodidad durante los momentos de silencio, ya que suelto evitarlos con comentarios absurdos pero esta vez me obligo en guardarlos, mientras le hago señas al perro gigante para que ingrese al agua del río, para que se vaya a nuestro mundo junto a Abigail, la pelirroja y la hermana de Ryan, a las cuales carga en su lomo. Giro la cabeza para observar a mi hija en su verdadera naturaleza ingresando al agua con el pelinegro en sus brazos, el cual yace inconsciente y en completo agotamiento por haber utilizado sus poderes de esa forma tan bestial, a la vez que Joe se mete junto a nosotros y observa el rostro de su hijo antes de trazar un caricia en sus mejillas con la punta de sus dedos. Gesto que recuerdo haberlo hecho más de una vez cuando ambos trabajaban para mí, y de cierta forma envidié por no poder hacerlo con ella.

—Sus ojos…— comienza Joe en un pequeño murmuro— Fueron consumidos por el color negro—

—Menos sus iris, esos desprendieron un azul brillante— concluye ella.

Observo el rostro del desmayado en total silencio, al igual que la caricia que ella deja desde su cabello hasta descansar la mano sobre su mejilla. Aprieta los labios un poco al verlo, y la verdad es que no necesito leer su mente para saber que tal revelación le ha afectado, al igual que a mí. Nunca imaginé que Ryan ocultaba tal pasado, en el que sus mismos padres se dignaron en quitarle la vida a su propia hija frente a sus ojos, al igual que toda su niñez se basó en que él no fue nada más que un experimento al cual crearon con la intención de destruirnos. Pensar eso me hace sentir mal por las diversas veces en la que lo traté con total desdén, al igual que aquel día que le arruiné la vida al contratarlo y hacer que matara a personas por dinero, sabiendo que Joe me lo prohibió más de una vez pero jamás lo escuché. En especial cuando me dijo que Ryan se estaba mejorando emocionalmente por algo que vivió en su niñez, pero mi lado egoísta lo ignoró y utilizó esa inestabilidad a su antojo.

Utilizaste a un niño dañado para tus trabajos sucios, eres igual de monstruo que sus padres y podría decirse que peor por todo el daño que has hecho durante tu larga existencia.

Cállate, ya no soy ese monstruo, yo cambié.

Los monstruos como tú jamás cambian.

Eso es mentira.

Miéntete todo lo que quieras, ambos sabemos que en el interior sigues siendo el mismo y repugnante monstruo de siempre.

¡NO, NO, NO!

Parpadeo cuando siento una mano tocando mi hombro, miro a un costado con los ojos abiertos y el corazón latiendo con rapidez, Joe me observa con las cejas arrugadas y con la mano aún sobre mi hombro. Aprieto las manos bajo el agua y bajo la mirada con rapidez.

—Los veo del otro lado— murmuro.

Me sumerjo antes de darles tiempo de preguntar algo al respecto, nado hasta el fondo y salgo con más rapidez de la necesaria. Sin mirar atrás saco mis alas y me alejo lo más que puedo del lugar, necesito alejarme de ellos por un rato.

╭──╯ . . . . .🌕. . . . . ╰──╮

—¿Por qué el silencio?—

Giro la cabeza y suspiro al ver a Bruce, regreso la vista hacia las imágenes que el humo del interior del volcán recrean con los recuerdos de Camille y míos, en donde muestran lo justo y necesario para confirmar que éramos el uno para el otro, en donde no se mostraba tanto esa apariencia monstruosa. Por el rabillo del ojo veo a Bruce acercarse y sentarse a mi lado, siendo sus ojos rojos los que se fijan en mi perfil a la espera de que hable.

—¿Qué es lo que lo atormenta mi señor?—

La voz dulce y suave que emite Bruce al hablar me trae viejos recuerdos, en donde él siempre se encontró a mi lado las veces en las que mi padre no lo hizo, y eso fue suficiente para que lo sacara del Infierno y lo trajera conmigo, en donde le permití crear su propio mundo en libertad. Tomo aire y abrazo mis rodillas con fuerza antes de hablar.

—¿Crees…— suelto aire con pesadez, odio tener que hablar de mis problemas pero sé que tanto Bruce como Joe son las personas exactas para pueda expresarme— ¿Crees que soy un monstruo?— y giro la cabeza para verlo a esos ojos que no me intimidan, sino que me hacen estar en casa.

Él me observa en silencio por unos segundos que se me hacen eternos, hasta que decide ladear la cabeza y mirarme como si la pregunta no tuviera sentido alguno, al menos para él.

—¿A qué se debe ese pensamiento?—

—Solo sé sincero, por favor…— ruego con voz suave. Él aleja la mirada y toma aire para luego entrelazar los dedos huesudos.

—Eres una víctima más de los desprecios y malos tratos de la vida eterna, lamentablemente usted nació en una familia en la que no le importó, porque a la vista está: su madre le abandonó porque no soportó estar con el Rey y jamás se preocupó por su bienestar, y su padre…— suspira con tristeza— Ya no tengo palabras para describir a ese Demonio despreciable, más que trató y trató de volverlo a su semejanza pero jamás lo logró, al igual que el gran odio que le tomó por nacer con increíbles dotes y unas asombrosas marcas que algún día se volverían su legado, e irrompible conexión— sus ojos rojos descienden a mis manos y las observa por unos segundos, hasta que lo veo asentir en silencio— Admito que no existe justificación para lo que cometió en el pasado, y dudo que alguna vez exista una que haga que todo se olvide y los demás le tomen cariño, pero conozco algo que hará que usted se permita aceptar y liberar de lo que lo atormenta—




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.