Ryan.

Capítulo 24.

Te amo.

Ryan.

Suelto un suspiro y me tumbo sobre la comodidad de mi cama, estiro los brazos y me quedo observando el techo con fijeza. Una parte de mí sigue sin poder creer que he sido un experimento todo este tiempo, un objeto creado con el objetivo de ayudar a exterminar a las criaturas sobrenaturales; pero por otro lado eso le da una explicación a lo que fue mi infancia hasta el momento en donde logré huir, esa revelación le da sentido a todas esas horas de entrenamiento como si fuera un soldado más de mis creadores, y al igual, que después de ser adoptado por mi papá Joe, de alguna manera que no lograba comprender sentía la necesidad de seguir órdenes y quizás eso fue lo que me llevó a trabajar con Max. Todo ese potencial e ira acumulada por haber presenciado la muerte de mi hermana, todo el daño que recibí de pequeño y el miedo que experimenté por mis nuevas habilidades fueron las encargadas de que Max me haya encontrado un uso. Y soy consciente de que pude negarme muchas veces, y que incluso pude haber respetado la orden de papá cuando me prohibió meterme en ese mundo, incluso cuando se vio obligado a dejarme en un campamento en un mundo paralelo habitado por criaturas sobrenaturales. Sé que tuve opciones, pero nunca las quise tomar, decidí ignorarlas porque la única forma de hacerme sentir menos inútil y quizás preparado para cuando mis creadores decidieran buscarme de nuevo era esa, una que me llevó a perder a tres personas que amo por dos años. Pero cuando las pude recuperar creí que todo estaría bien, pero me equivoqué a lo grande, ya que perdí a mi mejor amigo en un intento de protegerme; mi hermana fue secuestrada y retenida por quienes juré prepararme para enfrentarlos en un futuro lejano; mis hijos fueron raptados por monstruos infernales liderados por un monarca sanguinario que hizo un trato con mi creadora; y la misma contrató e hizo lo que no pudo conmigo con otro que se dignó en raptar a mi esposa y suegro, para luego dispararle a mi esposa frente a él.

Pongo ambas manos en mi rostro y suelto quejas bajas, no puedo creer todo lo que ha pasado en pocos meses.

—Muy bien, está decidido—

Giro la cabeza con confusión tras escuchar esas palabras con gran decisión, la dueña de las palabras camina por la habitación y revuelve el armario para sacar prendas de ropa, algunos calzados y luego dirigirse al baño, en donde saca nuestros objetos personales y regresa a la habitación para comenzar a meter todo dentro de una mochila que no sé de dónde acaba de sacar. La miro con más confusión que antes cuando me chasquea los dedos en la cara.

—¿Qué esperas? Ándale que estamos listos— me apresura.

—¿Estamos? ¿Quiénes?— cuestiono sin entender de lo que habla.

—Nosotros— responden al unísono.

Muevo la cabeza a un costado para ver a los gemelos con una mochila cada uno, les frunzo el ceño a los tres demostrando que no comprendo de lo que hablan, la mujer de ojos verdes es la primera en acercarse.

—Decidimos que iremos a acampar un tanto alejados de aquí, en los seis meses que llevamos viviendo contigo no hemos tenido oportunidad de salir y hacer algo juntos— me explica.

Le levanto las cejas.

—¿Y tu lógica es irnos ahora que estamos metidos en un problema grande que implica un reino, cazadores y monstruos que nos cazan, y que lo más probable es que termine en otra guerra como la de hace dos años?— cuestiono con cierto tono de burla pero con un poco de seriedad.

La cual aumenta cuando la veo sonreír divertida por la forma en la que hice sonar el asunto en el que estamos metidos. Cruzo los brazos y niego con la cabeza, no pienso salir sabiendo que estamos metidos en algo serio y que lo más probable es que arriesguemos a nuestra familia.

Familia... Nunca creí que terminaría refiriéndome a ellos como mi familia.

Ella al ver que me rehúso a su plan se acerca y se hinca frente a mí.

—Estos días después de lo que Wishes nos contó has estado ido y preocupado, lo bastante para perder el sueño en las noches— habla con tono preocupado y carente de la diversión que reflejaba hace unos segundos. Le frunzo el ceño.

—¿Cómo sabes que no he dormido?—

Me mira obvia.

—Duermo contigo cada noche, es obvio que me voy a dar cuenta cuando estás y cuando no a mi lado— me recuerda.

Asiento como tonto ante ese detalle, me había olvidado que ha estado conmigo en la habitación desde que Dante falleció, algo que se volverá en un mes de su partida dentro de tres días. Su mano cae sobre mi rodilla.

—El punto es, que quiero que te distraigas un poco y que no te preocupes por al menos dos días—

—No puedo evitar preocuparme por su seguridad— confieso en voz baja. Ella me sonríe con ternura.

—Y eso lo entiendo porque lo hago cada día, pero nos vendrá bien dos día alejados de todo, tanto para ti como a los gemelos— ladea un poco la cabeza al ver que no estoy tan convencido— Crearé una barrera que proteja todo el pueblo para que estés más tranquilo, incluso haré otra para nosotros en todo momento— dice, sabiendo que me convencerá si sé que todos van a estar bien en nuestra ausencia.

Algo que consigue cuando me ve suspirar rendido. Ella sonríe un poco y besa mi frente antes de ponerse de pie y salir de la habitación junto a los gemelos que hacen señas de victoria. Niego con una pequeña sonrisa divertida por sus reacciones, pero lo cierto es que necesito estar un poco alejado de todo y tratar de relajarme, así que espero que estos dos días me sirvan para despejar un poco mi mente de todo. Me pongo de pie y salgo de la habitación sin antes tomar una campera, y tras despedirnos por unos minutos de los demás decidimos irnos en dirección al acantilado. Nos detenemos ahí y observamos a la castaña liberar una onda de energía de su pecho, la cual crece y envuelve todo el lugar que es compuesto por el pueblo que inauguró Wishes hace tan solo seis meses; cuando la castaña termina se gira hacia nosotros y sonríe para comenzar a transformarse, ella me extiende una mano y en cuestión de segundos rodea mi torso para empezar a aletear sus alas. Nicky no tarda en sacar sus nuevas alas y cargar sobre su espalda a su hermana, y tras estar listos emprendemos vuelo. Sin poder evitarlo miro nuestro hogar por última vez antes de perderlo de vista por la distancia.




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