Ryan.

Capítulo 28.

La verdad.

Ryan.

Aún recuerdo la vez que Cameron y Emmy nos revelaron su embarazo, mi reacción fue sorpresa pura y me sentí muy feliz por ellos, pero jamás se me había cruzado por la mente el día que eso me pasara a mí ya que tampoco pensé si volvería a verla. Pero ahora que están todos aquí y les dimos la noticia de que habrá un nuevo integrante en la familia, una sensación bonita se instaló en mi pecho al recibir las felicitaciones y los abrazos. Y los gemelos... tuve que cargarlos a ambos en mis brazos cuando estallaron en un llanto de felicidad, aunque uno que otro se resistió lo mejor que pudo. Y Max, por un segundo creí que le daría uno de sus ataques de bipolaridad en donde me amenaza con golpearme y luego me felicita, pero no lo hizo, solo se abalanzó a abrazarme con la fuerza suficiente para que me quejase por la falta de aire. Pero el que desató mis lágrimas fue mi papá, cuando se acercó y me envolvió en su cálido abrazo, y acariciando mi espalda habló cerca de mi oído:

—Es hora hijo— comienza— Ya llegó la hora de que la familia que tanto has deseado crezca, ese bebé será el más afortunado de tener a una gran mamá e increíbles hermanos mayores, pero también tendrá a la mejor versión de ti. La cual se ha esmerado en mejorar cada día, y ahora que los tienes a ellos es momento de que tengas esa felicidad que tanto mereces—

Me quedo en silencio procesando sus palabras, provocando que unas pequeñas lágrimas se formen en mis ojos y me aferre a su abrazo con más fuerza, igual a cuando era pequeño. Sorbo por la nariz y sonrío con felicidad.

—Gracias papá— hablo con la voz más fuerte que puedo crear, pero es inútil— Por todo lo que has hecho por mí sin importar nada, sin importar cuantas veces me haya equivocado... siempre has estado presente para salvarme—

Lo escucho lloriquear un poco sobre mi hombro.

—Tenerte en mi vida fue lo mejor que me ha pasado en siglos, y nos los cambiaría por nada— se separa un poco y besa mi cabeza— Te amo pequeño cascarrabias— y sonríe nostálgico ante la mención del apodo que me puso hace años.

Se termina de alejar para ir directo a la castaña y abrazarla con delicadeza, mientras acaricia su mejilla y le habla con una sonrisa en el rostro. Giro la cabeza y abro mis brazos cuando Wishes se acerca para abrazarme, nos quedamos un largo momento abrazados hasta que ella se separa y toma mi rostro entre sus manos. Recuesto mi mejilla con la suavidad de sus manos.

—Valió la pena romper esa promesa— habla bajo.

—Y la rompería mil veces más— confieso. Ella me da una pequeña sonrisa.

—Eres un gran chico Ryan, y estoy orgullosa de ti y... sé que Miguel también lo estaría—

La abrazo por segunda vez con un poco más de fuerza.

—Gracias, por haber cuidado de mí... aunque haya sido un dolor de cabeza— agradezco con sinceridad. Ella emite una risa baja.

—Los chicos y tú fueron los hijos que mi esposo y yo no tuvimos, y no cambiaría esos momentos por nada— y deja un suave beso en mi sien antes de alejarse.

La reunión continúa un poco más hasta que cada uno se va retirando a su tiempo. Suelto un suspiro y caigo en el sofá, miro de reojo a la castaña que recuesta su cabeza en mis piernas y sonrío cuando se acomoda boca arriba, y levanta su blusa para observar su pequeño vientre. Los gemelos no tardan en aparecer y con cuidado se acomodan cerca de su madre, para observar la pancita y con manos temblorosas dejar suaves caricias, al tiempo que grandes sonrisas crecen en sus bellos rostros. El suspiro y el sentón a mi lado me hace girar la cabeza y observar a Max con diversión cuando comienza a dormitar.

—Pareces acosador— murmura con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados.

—Te ves adorable cuando duermes, pero de adorable no tienes nada— agrego. Él entreabre uno de los ojos y me mira con amargura.

—No te creas tan confianzudo conmigo que sigo molesto contigo— suelta y se cruza los brazos. Le entrecierro los ojos con diversión.

—¿Qué hice ahora?—

—Me has hecho dormir en este sofá por meses y sabes bien que los pies se me salen— se queja.

—No es mi culpa que midas dos metros— me excuso.

—Dos metros diez— corrige. Pongo los ojos en blanco.

—Tienes un cuarto de huéspedes en el pasillo— agrego. Él levanta toda la cabeza y me mira fijamente.

—¿Has tenido un cuarto vacío todo este tiempo y recién me lo dices?— habla como si lo hubiera ofendido.

—Los gemelos tienen cuarto propio desde que Jayme se mudó hace un mes con Hannah, viven en el pueblo en una cabañita que compraron— le cuento. Él pone cara de incredulidad, me encojo de hombros— Te lo dije en el momento—

Él sacude la cabeza y se pone de pie, en el proceso escucho su espalda crujir con agresividad, provocando que haga una mueca. Emite un pequeño gruñido cuando se mueve para acomodar la espalda y hace que cruja de nuevo, para luego mirarme con amargura y señalarnos.

—¿Se van a quedar aquí?—

Bajo la cabeza y observo a la castaña dormida abrazada a los gemelos, sonrío un poco y acaricio sus cabezas con delicadeza. Asiento en silencio y Max se despide con la mano para desaparecer por el pasillo. Suelto un suspiro y echo la cabeza hacia atrás para cerrar los ojos, y dejarme guiar por el sueño.




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