Ryan.

Capítulo 31.

Grietas.

Ryan.

Afilo los cuchillos con tranquilidad y concentración, mientras que cada tanto levanto la cabeza para observar si los gemelos regresaron, pero tras confirmar que no lo hacen sigo con mi labor. Uno que poco a poco dejo de hacer y me quedo viendo un punto fijo, con el ceño fruncido y mi total atención en los sonidos que me rodean, los cuales no puedo percibir más que el del viento y algunos animales cerca.

Se están tardando demasiado.

Me pongo de pie y giro en mi lugar, para encontrar a la castaña que observa su alrededor con la misma expresión de confusión, ella dirige sus ojos hacia mí y levanta un poco el mentón. Doy un pequeño asentimiento de cabeza y ambos comenzamos a caminar en dirección al pueblo, pero tras dar un par de pasos nos detenemos de golpe al percibir el mismo y extraño sonido en el aire. Levanto la cabeza y arrugo las cejas al escuchar como una especie de aleteo, pero no veo nada que me indique si son los gemelos o algún animal, hasta que de un chasquido veo como algo se revela sobre mi cabeza. Abro los ojos y retrocedo un par de pasos para que aterrice en el suelo, revelando a un par de gemelos tensos y asustados.

—¿Qué sucede?— pregunto al acercarme a ellos y ver como se aferran a nosotros con desesperación.

—Están aquí—

Miro sobre mi hombro y frunzo el ceño ante las palabras del castaño, el cual avanza por nuestro costado y se pone frente a nosotros con las manos en puños. Abro la boca para preguntar pero soy callado por el aullido grueso proveniente del pueblo, al tiempo que un temblor se instala en la tierra bajo nuestros pies y los disparos resuenan con agresividad. Max se gira hacia nosotros y señala a la lejanía.

—Vuelen hacia el volcán y ocultense ahí— dicta mirando a la castaña. Esta asiente y se agacha a la altura de los gemelos.

—No deben de preocuparse amores, tendrán a Bruce y los Calvarias protegiendolos de…—

—Se refiere a los tres— la corto con seriedad. Ella se calla y se pone de pie para mirarme con confusión, la señalo— No participarás en esta pelea—

Ella arruga las cejas y señala tras mi espalda.

—Hay criaturas sobrenaturales necesitando ayuda, ¿y tú planeas mandarme lejos? Necesitan de mí— habla, pero al ver que no me rehúso se acerca más— Tu pelea es mí pelea y no lo discutiré—

Y trata de pasar por mi lado, pero la freno tomándola por la muñeca y encarándola con seriedad.

—¡Estás embarazada maldición y tengo dos hijos que debo proteger!— levanto la voz con molestia por su terquedad. Pero tras ver sus labios entreabiertos y los rostros sumidos en miedo de los gemelos, decido tomar aire y bajar un poco el volumen de mi voz— Son lo más importante que tengo ahora y no me perdonaría si algo les pasara a ustedes, así que por favor hazme caso por una sola vez y váyanse. Estaré más tranquilo si sé que están lejos de toda esta mierda—

Siento como cada vez mis palabras pierden la fuerza que necesito transmitir, pero la mínima idea de perderlos por mi culpa y mi nula capacidad de poder protegerlos como se debe me carcome. No… no podría vivir con ese peso. Y sí mantenerlos alejados a la fuerza es lo que debo hacer para evitar que estén a salvo entonces lo haré, y no dudaría ni un solo segundo. De la misma forma que no dudé en arriesgar mi vida por obtener el suero que Tara les quitó a mis amigos, de la misma forma que no dudaré en destruir a cada uno de los que han dañado a lo único que amo. La suavidad de sus manos envuelve mi mandíbula en el momento que levanta mi cabeza, la cual no tenía idea de que estaba gacha por tanto pensamiento cruzado en pocos minutos; mis ojos caen en los de ella y siento que vuelvo a respirar después de tanto tiempo. Sus labios se humedecen un poco y toma un poco de aire para sonreír con tristeza.

—Amor mío…— comienza y sus ojos escanean los míos con lentitud, y su sonrisa crece un poco como si hubiese encontrado lo que tanto ha anhelado ver. Sus manos acarician mi rostro con una suavidad tortuosa y me mira con determinación, en una clara expresión de: escúchame bien y no te preocupes, para darle paso a sus firmes palabras:— No necesito que me protejas, no quiero que me salves, no te quiero como mi héroe— acuna mi mejilla y apoya su frente sobre la mía con ternura. En voz baja susurra:— Solo te quiero a mi lado, apoyándome y luchando a mi par. Solo… seamos esos dos inestables que supieron encontrar la estabilidad en el otro—

Suelto un pequeño bufido por esas palabras que alguna vez dije, y que fueron tan reales que escucharla decirlas hace que mi corazón lata desbocado, pero soy consciente de la situación en la que estamos metidos y no me atreveré a arriesgar algo como su participación. Una mano sobre mi hombro me hace mirar por el rabillo del ojo, para encontrarme con la expresión seria de Max y el corto asentimiento de cabeza en mi dirección. Observo sus ojos por corto tiempo y suelto un suspiro antes de separarme de ella, quien observa mis movimientos con confusión e intercambia una mirada con el rostro de su padre, y tras entrecerrar los ojos en un intento de comprender lo que ocultamos, da un paso hacia nosotros. Activando con rapidez la barrera que su padre ha creado de un solo pensar alrededor de la casa y ellos tres, haciendo que ella termine de acortar la distancia para comenzar a golpear la barrera con fuerza, mientras niega y lágrimas caen por sus ojos. Trago grueso y apoyo una mano en la barrera.




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