Una semana después de la batalla.
Dante.
Muerdo mis uñas y camino de un lado a otro con nerviosismo, han pasado varias semanas desde mi última conversación con ella pero estando aquí siento que han sido varios años. Paso las manos por mi cabello y suelto un suspiro con fuerza, al tiempo que mi ceño se frunce ante el pequeño temblor y una luz a la distancia que llama mi atención.
Ladeo la cabeza y entre cierro los ojos al ver una figura arrodilla en el suelo, mientras abraza su cuerpo de una manera que parece que busca calidez ante algo. Con un poco de lentitud me acerco hacia la figura, y me detengo a unos pocos centímetros en donde consigo agacharme y, con una mano levanto su mentón para ver el color verde esmeralda reflejando un intenso dolor. Aprieto los labios y rompo la distancia para envolverla en mis brazos.
—Lo perdí...— susurra con la voz rota— Perdí lo único que me quedaba, y fue a manos de quien más lo lastimó. Perdí... a la única persona que fue capaz de demostrarme que ambas partes de mí son igual de buenas... perdí al primer hombre que se dignó a amarme más que a sí mismo— habla entre sollozos contra mi hombro— Perdí a mi papá—
Sus brazos se aferran a mi cuerpo con más fuerza, provocando que la sostenga con la misma firmeza que ella lo hizo antes. No sé lo que debe estar sintiendo, ya que nunca experimenté la pérdida de mis padres adoptivos, pero puedo asegurar que sería lo peor que podría suceder. Y en ella... solo puedo admirar la fortaleza que posee para superar todo lo que le ha sucedido: una madre arrebatada siendo apenas una niña, su segunda madre años después, un hermano que la odia por ser diferente, el gran secreto que todos le guardamos y que le había dado la razón suficiente para odiarnos; la ausencia de su mejor guerrero, la última despedida de mis hermanos, la pérdida de su mentor, la mía... y ahora la de su padre. La persona que con tan poco tiempo le demostró lo que sería capaz de hacer con tal de proteger a su niña. Todos y cada uno de esos sucesos capaces de provocar que su peor versión decida tomar el control, pero sin embargo, ha decidido ser fuerte y no dejarse caer. Ha decidido no condenar a todo el mundo, sabiendo que la capacidad y la habilidad la tiene en su interior.
—Lo lamento tanto Dei Dei, no merecías perderlo de esa forma— susurro contra su cabeza, mientras acaricio su espalda con una mano.
—¿Sabes cuál fue su respuesta cuando le pedí que no me dejara?— habla al alejarse un poco y permitirme verle la cara húmeda, y los ojos rojos de tanto llanto. Niego con la cabeza— Dijo nunca, y desde entonces he esperado alguna señal que demuestre que sigue aquí, que su esencia todavía se encuentra pero... no hay nada... Y temo que tanta espera genere que poco a poco comience a olvidarlo, y no quiero hacerlo, no quiero que se vaya— sus ojos se desvían un poco y el dolor se instala en su expresión, como si el recuerdo de algo se cruzara por su mente— Su olor desapareció de la casa, el sofá perdió toda forma de su cuerpo cuando se recostaba, su calidez al abrazarme y el amor que me envolvía cuando me miraba se fue, y... el sonido de su voz pareciera que nunca existió, y que solo fue un vago reflejo de algún recuerdo que mi mente se esfuerza en permanecer. Y es algo que me duele más al imaginarlo estando en todas partes—
Aprieto los labios y llevo un mechón de cabello tras su oreja.
—¿Has hablado de esto con Ryan?— pregunto.
—No lo suficiente. Somos todos los que estamos en esta situación pero, soy consciente que personas como él o Joe eran los más cercanos a papá, incluso más de lo que pude tener en este tiempo. Por lo que sé que ellos tienen sus cosas internamente— confiesa. Asiento y beso su sien con suavidad.
—Aún así, deberías hablarlo con ellos, después de todo son los únicos más cercanos que te quedan de Max, por lo que te ayudarían a permanecer esa esencia de él que se encuentra en tu interior—
Ella sorbe por la nariz y asiente con la cabeza, con una mano limpia sus ojos y una sonrisa triste se forma en sus labios.
—Prometo hacerlo— susurra en respuesta. Comparto la sonrisa y acaricio su espalda con delicadeza, ella toma una gran respiración y pasa los dedos debajo de los ojos en un intento de arreglar su estado, y aguantando un poco la respiración termina de aclarar su garganta. Para soltar ese aire con fuerza— Entonces, ¿ya lo has decidido?— pregunta para desviar el tema. Algo que le concedo al notar la mirada de súplica.
Asiento con la cabeza.
—¿Segura de tener la fuerza para hacerlo?—
—Recibiré un poco de ayuda— y señala hacia arriba, formo una o con la boca y asiento con lentitud. Sigo sin entender cómo es posible pero me fascina a la vez. Ella toma mi mano— Tienes 24 horas, no puedo darte más tiempo u ocasionaría algún problema con el Consejo Real, y la verdad es que no quiero tener alguna relación con esos en estos momentos— y hace una mueca de desagrado, la cual comparto. Ese grupo es de lo peor— Aprovecha ese tiempo para lo que quieras hacer, y una vez finalicen iré a buscarte. ¿Lo comprendes?—
Asiento con rapidez, acepto cualquier término con tal de poder hacer esto. Ella suspira y se separa para poder acomodarse frente a mí, dobla las piernas como indio y extiende ambas manos hacia mí. Imito su postura y apoyo el dorso de mis manos sobre sus palmas con nervios, ella observa mis ojos y sonríe un poco de forma conciliadora, haciendo que asienta y suelte un gran suspiro que me obliga a cerrar los ojos y relajarme con gran totalidad. El calor de sus manos me envuelve en segundos, y junto a ello una sensación de frescura, como si una brisa cálida pero capaz de erizar la piel estuviera a mi alrededor.