S. O. S. Elisa

Cap. 9 Lo que dice el libro

David decidió que era momento de leer el libro que le habían dado, buscó estar solo en su habitación, colgó un anuncio en la puerta que decía: Concentrado.

Su madre sabía que eso significaba no molestar y abrió el libro en la primera página.

En una perfecta letra legible decía.

Diario de Castor Rayle Blake.

Él sabía quién era Castor Rayle Blake, un pirata que asoló estas costas y que se regeneró fundando una comunidad muy recta y ejemplar.

Año 1600.

Llegué al pueblo, no es un buen sitio, parece la cloaca más grande del mundo. Un sitio para buscar peleas y desastres y los encontré y sobreviví, pero mis adversarios no.

Sonaba muy peleonero, rudo y le gustó su estilo directo.

Otro escrito.

Los marineros cuentan historias de que ciertas criaturas con apariencia de mujeres y mitad peces que no los dejan avanzar.

Muchos se hallaban varados esperando una señal que los saquen del Atolladero.

No puedo quedarme en el Atolladero, debo seguir y hacerme al la mar con criaturas o sin ellas.

Otro relato.

Mi buque está podrido, lo dañaron. Sea quien sea el que se metió conmigo, sabrá que no voy a detenerme, mi destino es grande.

Otro decía.

Acabo de ver a la criatura más hermosa de los mares… Su belleza me hechizó y me cautivó. Su largo cabello dorado y sus ojos lograron apresar mi espíritu.

No es humana.

David hizo un respingo y leyó más todavía.

Es una diosa del mar, una criatura mitad pez y mitad mujer. Se llama Valenta.

David miró el libro sorprendido y exclamó.

—¡Qué mierda es esto!

Buscó otros escritos y los leyó.

Consulté con una bruja sobre cómo podía comunicarme con la criatura y tener su protección, ella me dijo el cómo. Piedra de jade labrada mezclada con oro en forma de un hermoso collar como ofrenda de mi favor.

El ritual se lo hace a media noche en luna llena, se deja el presente en las rocas y se dice un conjuro para llamar a la criatura.

“Diosa del mar, concédeme el placer de verte sin morir en el intento”.

Debo dejar el presente y luego esperar la respuesta, algo debe dejar ella que me dé su venía.

David pensó que se tenía que estar loco para poder hacer algo como eso, pero el mundo estaba lleno de locos y leyó el siguiente escrito.

Encontré una estrella de mar roja, cosa rara y la bruja me dijo que ella lo había aceptado y me dijo que buscara un claro de mar y a media noche fuera a encontrarme con la criatura.

Acudí movido por muchas ansiedades y cuando llegué la luna iluminaba el sitio, era tan perfecto y allí apareció ella… Valenta, nunca vi nada más hermoso y extraño, una criatura mitad humana y mitad pez, tan natural y especial.

Le hablaba y ella solo me escuchaba, no pronunció ni un solo sonido, pensé que no me entendía y me sentí frustrado, pero no me rendí y le dije que le daría muchas joyas y perlas, ella negó con la cabeza y se fue.

Tuvo un acercamiento con una sirena, eso era muy impactante, se dio cuenta de que necesitaba saber más del tema.

Buscó escritos posteriores y encontró algo muy interesante.

Decidí comprar las tierras cerca del acantilado, en donde el claro de mar se veía cristalino en luna llena, nadie entendió mi fascinación.

Hice muros grandes y altos para que nadie la viera y la esperé tocando flauta para llamarla y ella apareció.

Le pregunté si aprobaba lo que hice y ella asintió. Estaba complacida, le dije que le daría joyas y que mataría por complacerla y ella asintió.

Para ese momento David sentía que ese tipo se había chiflado con esa cosa y leyó lo que seguía.

Maté a Rowen Isbot por un botín de oro, comencé un periplo de muerte y locura para poder complacer a mi dulce criatura. Solía dejarle collares de oro y ella solo se los llevaba y entonces me aventuré a preguntarle.

—¿Quieres que vaya contigo?

Ella negó con la cabeza y eso me dolió, no lo había conquistado y ella me habló…

Para ese momento sintió una punzada en el pecho de la emoción.

… Su voz era muy cálida, hermosa y dulce como la de un ángel.

—Quiero un hijo.

Nunca imaginé aquello, una bella criatura pidiéndome un hijo y estoy dispuesto a darle cualquier cosa con tal de que sea mía.

Eso sonó muy aterrador, ese sujeto estaba loco, sin duda. Dejó el libro de lado y miró al faro, no entendía lo que deseaban decirle al dejarle el libro, no lo comprendía y comenzaba a sentirse raro con lo que leía.

Castor Blake, el lugar de lo extraño, lo insólito, cuántas veces había dicho esa frase, avistamientos de ovnis, destellos en el mar, sirenas, eventos paranormales. Sin embargo, ahora todo era real, veía a su pueblo ahora con otros ojos.




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