Cap. 14 Entre leyendas y la realidad

Ana revisaba su cuenta, se le estaba acabando el dinero y tenía que hacer algo para mantenerse.

Odiaba depender de su padre u ocupar los recursos de sus estudios, pero ya no se veía como una abogada.

Veía hacia al mar y solo quería investigar o vivir una gran aventura como El marinero verde o Urashima. Aunque sabía que era caer en otra dimensión.

Recordaba que su hermana y ella leían Las aventuras de Urashima y solían soñar que un genio del mar se presentaba y las llevaba al palacio del Dragón.

Árboles con hojas de esmeralda y frutos de rubí, montando caballitos de mar o nadando con sirenas.

Regresó y volvió a insistir en buscar a su hermana por la radio y la llamó.

—Tierra llamando a Elisa, ¿Elisa? Elisa, no voy a rendirme, sé que tú no lo harías.

Cerró comunicación y suspiró. Trévor llegó en esos momentos con comida china.

—Traje comida.

—Sí, porque ya no puedo comprar la mía.

—¿Te quedaste sin fondos?

—Sí, no quiero tocar el fondo de mis estudios.

—¿Serás abogada?

—No —rotunda.

—La verdad no te veo como una abogada.

—Tal vez, no sé qué será de mí, pero deseo seguir investigando.

—Creo que estás loca, esto no tiene fin ni sentido.

—Para ti —lo señaló—, ¿vas a ser toda tu vida salvavidas?

—Por el momento sí.

—¿Acaso no tienes familia?

Se alzó de hombros y le respondió.

—Soy la oveja negra de la familia.

Le servía una porción de comida.

—Me gusta lo que hago, pero sé que no durará para siempre.

—Somos dos ovejas negras.

—¿Quieres que te consiga trabajo?

—¿Puedes?

—Sí, conozco gente que necesita meseras o vendedoras.

Ana hizo una mueca, odia el contacto humano de por sí y le comentó.

—Bien, sea lo que sea, no puedo refutar, necesito dinero.

Él asintió solemne y ella comentó.

—Le quitaron el sitio a David.

—Ese chico está alborotando un avispero enorme.

Ana lo miró y le dijo.

—¿Te parece tonto lo que hace?

—No es eso, es decir, ¿qué mierda nos importa lo que haya hecho el fundador del pueblo?

—La mayoría de los pueblos son fundados con sangre y pactos, luego inventan una historia de heroísmo, eso es horrendo.

—El tipo era un pirata, desde allí parte todo lo malo. Dicen que ocultó tesoros en ciertos lugares de este pueblo y que nadie los ha hallado.

Ana enroscaba los fideos en su tenedor.

—¿Cómo sabes eso?

—Escucho a la gente hablar, contar, a los pescadores les encanta narrar historias sobre los piratas.

—Algunos dicen que los espíritus de los piratas se les presentan en mar abierto. Otros alardean con haber encontrado una moneda del tesoro de Blake.

—¿Y no les crees?

—La verdad es que es parte del folklore de cada pueblo.

De repente recordó algo, era como parte de una conversación y le preguntó.

—¿Has escuchado de sirenas viviendo entre los hombres?

El chico cortó un camarón y le comentó.

—Siempre, pero es imposible.

—¿Por qué?

—Si acepto eso, aceptaría que Santa Claus es real, el conejo de Pascua también y que Godzila es el que desaparece los barcos.

La comida estaba buena y le comentó.

—Lo que le pasó a Elisa es una muestra de que todo es posible.

—Podría ser una terrible situación, mucha gente desaparece en el mar, algunos se ahogan, otros… Se hunden.

—Se los llevan a otro mundo.

—Se ahogan.

—Soy una mujer de pruebas. Estuve ahondando en los triángulos, hay más de uno y el de las Islas Canarias es perturbador.

“Ahondo en cada uno para comprender cómo funcionan, es abrumador que la gente se pierda y nunca aparezca. Tal se diría que es común.

—No es común, es parte de las circunstancias. Un marinero me dijo que el mar es un ente vivo, caprichoso y cruel. Como una mujer puede amarte y darte bendiciones o ser como una bruja capaz de destruir tu vida para siempre.

—Corrientes submarinas capaces de llevarte lejos, algas gigantes que te abrazan como serpientes, ovnis, piratas, monstruos marinos.

—Ese es el mar, un todo de locura.

—Te olvidas de las teorías locas de bases submarinas de ovnis y hasta del gobierno.

—Son solo rumores, es loco y raro que alguien pueda construir en el mar.