Jack revisaba su yate, hacía mucho tiempo que no hacía nada con él, pensó en venderlo, donarlo y luego sentía esa poderosa conexión con sus amigos y su perro y se detenía.
—¿Y si volvemos?
Era una pregunta que se hacía todos los días: volver, ir y pelear, ir y vengarse.
—Si volvemos tal vez no tenga tanta suerte.
Miraba al cielo y a las estrellas que estaban en él.
—Volver sería un suicidio, todavía escucho sus voces…
Estaba marcado, eso lo supo cuando regresó, las había escuchado y sabía lo que allí se ocultaba, pero no dijo nada a nadie, ni a Ana y a Trebol.
—Nunca seré un blanco, tengo que ser más fuerte que ellas.
No se había hecho a la mar por temor a caer en sus garras.
—Malditas cosas, si vuelvo les daré pelea.
Regresó a su casa y comenzó a transmitir.
—Hoy me confieso… Las escuché, a las sirenas y estoy marcado —dijo por la radio—, y tengo miedo.
Puso música suave y se quedó viendo la foto de sus amigos.
—Esto no pudo suceder, nunca lo preví.
“¿Y si vienes con nosotros?”, escuchó la voz Julia, “estaríamos siempre juntos y nunca nos separaríamos”.
—¡Sal de mi cabeza!
Se cogía la cabeza con desesperación.
—Nunca iré con ustedes.
“Siempre hicimos todo juntos, Jack”, decía Steve, “Es hora de continuar”.
—¡No seré bocado de sirena!
“Ya lo eres”, dijo Julia, “Braco te extraña mucho, todos te extrañamos”.
Volvió a hablar.
—Ellos me hablan, pero no son ellos, son las voces de ellas disfrazadas de mis amigos, son peligrosas. No se dejen engañar, los muertos del mar no volverán.
Ponía más música y tarareaba una canción y volvía a decir.
—¿Y si vuelvo? Podría vengarme de ellas.
Tal vez ponerles una bomba y matar a unas cuantas, sonrió, sería épico. Debía de pensar bien en la estrategia.
—Marinero, marinerito del mar inmenso, en tu barquito indefenso sorteas el mar y a los monstruos que despiertos, desean tu carne, hambrientos.
Inventaba una rima y tomaba un pedazo de papel y dibujaba en él a una sirena.
—Maldita, te acabaré.
Revisó en internet precio de varios instrumentos, les iba a dar una lección a lo Kreysler.
Pidió varias cosas entre ellas un potente sonar que podía hacer un ruido aturdidor y armas.
—La guerra ha sido declarada.
Les iba a dar con todo y con eso vengar a sus amigos muertos.
**
David acomodaba todo para irse de viaje y su madre no aparecía y eso le preocupó.
—Mamá, por favor, contesta.
Rayos, no tenía señal, solo esperaba que no le hicieran daño a ella.
Tenía empacado sus cosas, iba a realizar una última transmisión y se topó con su sitio estaba denunciado.
—¡Malditos, Blake!
Siempre tuvo un plan B, así que usó la otra cuenta y les comentó.
—Escuchen, estoy en peligro, sé demasiado, vi a una sirena llevarse a mi amigo como una ofrenda por causa de los Blake, si no saben de mí solo… Sigan investigando.
Resopló, lo que más amaba lo estaba orillando a la muerte. Leslie fue a verlo.
—David, tenemos que hablar.
—Debes irte, Leslie, estamos en peligro, mi madre no aparece.
—Calma.
—No puedo, tengo miedo, tengo mucho oro en mi garaje y a gente detrás de mí.
—Soy una sirena.
David retrocedió y casi se cae al suelo.
—Lo supe hace poco, soy del linaje de Valenta, y nací como humana y tengo ciertos rasgos de sirena.
—Ese día… —estaba pálido—, ese día que caí al agua…
—Sí, es la primera vez que me transformo, no podía dejarte morir.
David preguntó con miedo.
—¿Me matarás?
—David eres mi amigo, te quiero… Me gustas mucho.
—¿Cómo comida?
—Claro que no, no como hombres, soy de una generación más acoplada a la humana.
—Es que… Doug… él… murió —sollozó.
—Creo que no murió.
—¿Cómo dices?
—Es que es raro, lo sé, lo puedo sentir —daba vueltas—, es como un código ancestral dentro de mí.
—Me asustas…
—Hay un pacto que dicen se puede hacer con una sirena… Es como una boda, como si se casara con su víctima.
—A ver… Doug se casó con esa loca, ¿es eso?
—No, la escogió como su compañera, las sirenas son criaturas que tienen una sola pareja para toda la vida y Doug eligió a Odine.
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Editado: 27.11.2025